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—Miriam, que estabas borracha —dijo Héctor entre risas, pasando un brazo por detrás de mi espalda y agarrando mi cintura.

—Eso no es verdad —negué, haciendo una mueca divertida.

Vale, a lo mejor sí que Leire y yo nos habíamos pasado un poco el día anterior. Pero es que se estaba tan bien, bebiendo al solecito, que bueno... Además, las dos sabíamos que por la noche no íbamos a salir, ya que los chicos tenían que estar descansados para el partido del día siguiente, así que habíamos decidido exprimir la tarde al máximo.

—Cuando las vi llegar a la hora de cenar... —Edu se llevó las manos a la cabeza. —Parecían las grecas.

Leire abrió la boca y le propinó un codazo a su novio, haciéndonos reír también a Héctor y a mí.

Era domingo por la noche, y estábamos aprovechando las últimas horas en Alicante, tomando algo en una bonita terraza con vistas al mar. El partido había ido bien, siendo nuestro equipo el que se había quedado con la victoria; por lo que jugadores y parejas habíamos cenado juntos fuera del hotel, y luego nos habíamos dispersado cada cuál por su cuenta: algunos yendo a las habitaciones a descansar, otros de fiesta —pocos, la verdad— y nosotros cuatro a dar un paseo y beber algo, sin pasarnos.

Nuestro vuelo de vuelta a Madrid se iba temprano por la mañana, aunque no lo suficiente como para que yo llegase a tiempo a trabajar. Por ese motivo me había pedido la mañana de lunes libre. Y luego, ya veríamos como llevaría el cansancio por la tarde.

—¿Has estado bien? —me preguntó Héctor en el oído, apretando cariñosamente mi cintura.

Yo asentí con una sonrisa, moviendo la cabeza levemente para mirar a sus ojos claros.

—Mucho —y es que la verdad, todo había ido genial. Me había metido en un paréntesis de desconexión increíble, y realmente estaba deseando que todo fuese tan fácil siempre. —Ojalá pudiéramos quedarnos más —confesé, haciendo un puchero.

—Eso estaría muy bien, aunque es algo complicado —sonrió Héctor, inclinándose para besarme. —Lo que sí podemos hacer, es alargar la noche... —añadió luego, desplazando una de sus manos por la cara interna de mi muslo.

Le miré mordiéndome el labio, y asentí. Me parecía el mejor plan para terminar un finde redondo, así que excusándonos en vano, porque Edu y Leire sabían de sobras lo que íbamos a hacer, abandonamos el local para dirigirnos hacia el hotel.

—Joder —se quejó de pronto mi novio, cuando estábamos ya fuera del establecimiento; palpándose los bolsillos del pantalón.

—¿Qué pasa? —pregunté, mirándole extrañada.

—¿Te he dado mi cartera?

—No, Héctor. Si la has sacado hace nada para pagar.

—Pues me la habré dejado en el mostrador al momento de pagar la cuenta. No tardo nada —dijo, dándome un pico rápido antes de entrar de nuevo en el local.

Me apoyé contra el muro que rodeaba la terraza y observé el paseo marítimo. Había varias parejas paseando, a pesar de ser domingo y algo tarde. Una especialmente, llamó mi atención, y me maldecí internamente por haber sido tan cotilla.

Eran dos chicas. Una morena con el pelo largo y ondulado, y una rubia con una melena algo más cortita. A pesar de la distancia desde la que las observaba, vi que eran increíblemente guapas; de hecho, podían ser modelos tranquilamente, tanto por sus caras como por sus cuerpos. Caminaban de la mano, muy pegadas. Y se miraban de una forma tan tierna... en un determinado momento, la rubia tiró de la morena, haciendo que las dos se fundieran en un beso, allí en medio. Y me pareció la estampa más bonita del fin de semana, después de todo. Sus sonrisas al separarse, sus caricias breves y su confianza al seguir caminando de la mano...

Aún me tienes. QLBEPL2 🦋 || WARIAMWo Geschichten leben. Entdecke jetzt