Día 19. Flores.

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Día 19. Flores.

Había conseguido un trabajo de medio tiempo en una florería. Le gustaba mucho estar ahí, le llegaban los olores de las flores a las fosas nasales, y los colores, le daban inspiracion para su libro de diseños.

La campana que indicaba la llegada de un nuevo cliente sonó, se había puesto nerviosa, seria su primer cliente, solo esperaba no arruinarlo todo y traer mala reputación al lugar.

El chico era rubio y de unos ojos verdes, pero Marinette no le había prestado atención al físico de su cliente. En cambio, él, si que le había prestado atención. De entre todas las flores que habían en esa tienda, y por más hermosas que fueran; no había sido capaz de fijarse en ellas, sino en la hermosa azabache de grandes ojos azul zafiro, que atendía el local.

La verdad era que la había visto cuando entró a la florería, estaba transformado en su alter-ego y esperó unos minutos, no era que pensara en seguirla una vez que saliera de ahí. Él no era un acosador. Pero al ver que ella no salía, decidió quitar su transformación y prometer a su kwami que le daría más queso una vez que salieran del lugar.

Analizó las flores que habían, no quería verse tan sospechoso al solo tomar lo primero que se le viniera a la mente. Y teniendo un plan en su mente, fue que decidió comprar un ramo de rosas rojas y labandas.

Justo cuando iba a pagar, tenía planeado hablar con ella, tal vez sacar su Chat Noir interior y conseguir su número, pero el celular de la chica sonó y sólo le dijo el precio de las flores y un vuelva pronto.

Estaba seguro de que ese era un mal servicio, pero lo dejaría pasar porque se trataba de esa chica que había logrado atrapar su corazón. Además tenía muy bella voz.

Mientras caminaba, en su mente iba pensando en lo que haría para llamar la atención de la chica.

Al día siguiente, el clima había sido frío, tanto que a la hora de su descanso, la chica fue a tomar un chocolate caliente a la cafetería que estaba en frente de la floreria. Al pagarlo y salir a tomarlo en la parte de afuera, se sentó sobre una de las dos mesas que estaban ahí. Decidió sentarse en la única desocupada que había, en frente de ella había un joven que además de ser el único que estaba en la otra mesa, tomaba de su café, mientras leía un libro, pero llevaba una sudadera negra y el gorro le tapa a gran parte de su cabeza, de hecho le era difícil ver sus ojos, y se preguntaba cómo era posible que el chico pudiera leer si la capucha le cubría gran parte del rostro, y además estaba el bullicio de la gente que pasaba por la calle y los automoviles.

Sin importar su curiosidad, la chica retomó sus actividades diarias, aunque día tras día seguía yendo a esa cafetería a su misma hora del descanso, para ver a es chico que sin darse cuenta, le hacía compañía con ese libro y su silencio misterioso. El leía y ella lo observaba.
Con el paso de los días, Marinette ya se había convertido en cliente frecuende de la cafetería, un día llegó y su asombro fue grande al no ver a ese chico misterioso en donde sus ojos ya acostumbraban a situarlo.

Con un poco de temor, se acercó a la señora que atendía el café, pues le preocupaba que algo malo le hubiera pasado al chico de la capucha.

—Lo lamento querida, pero no sabría decirte—le respondió la señora con pena.

La chica salió del local con la cabeza gacha, pero tenía la esperanza de que posiblemente, podría verlo al día siguiente. Su sorpresa fue aún más desilucionante al comprobar que él no estaba, y así pasó durante una semana hasta que se dio por vencida y acepto el hecho de que posiblemente le chico sólo estaba ahí hasta que terminase su libro.

Pero una mañana, que estaba platicando con sus padres, dentro de la panadería, le pareció ver al chico pasar fuera, así que intrigada y esperanzada, salió a ver, y sí, se trataba de él. Comenzó a seguirlo, admitía que era algo acosador, pero iba con la intención de hablarle.

Su paso se hizo más lento al caer en cuenta de que no tenía nada que decirle, ¿que le diría? "¿Hola, soy la chica que se sentaba a verte en la cafetería mientras tú leías tu libro?", lo más probable era que él no se hubiera percatado de ello y posiblemente pensara que ella es una acosadora. Definitivamente no quería arriesgarse, así que regresó con sus padres y se despidió para ir a la florería.

Cuándo llegó a la florería, pudo notar que él estaba sentado en su lugar habitual en la cafetería, esta vez no tenía su libro, y a pesar de que no le pudiera ver los ojos, sabía que la mirada de él estaba perdida en algo desconocido para ella. No aguantando la curiosidad, cruzó la calle y se acercó al joven.

—Eh... Diculpa—dijo reuniendo todo el valor que le era posible—¿que estas mirando?

—A ti—le respondió él, bajando su capucha y dejando mostrar ese antifaz negro y las orejas de gato.

La chica ahogó un grito de sorpresa al ver al chico, lo conocía, y había tenido un crush con el héroe de París. Esa respuesta la había llenado de ilusión, pero de ante mano, sabía que no debía sacar conclusiones tan pronto.

Así que el héroe prosiguió con sus palabras:

— Un día, estaba haciendo mi ruta, y entonces te vi entrar a la florería, admito que fue amor a primera vista porque espere a que salieras—sonrió—pero al no verte, fue que decidí entrar con la excusa de comprar un ramo de rosas con labandas.

Ante esas palabras, la chica se acordó de él, no del heroe como tal, si no del chico rubio que en su primer día, le había comprado un ramo parecido al que el héroe describía.

—Y cada día venía a la cafetería con el único motivo de llamar tu atención. Cuando logre que supieras de mi existencia decidí observar si en realidad había logrado atraerte o solo te causaba curiosidad por mi constante lectura. El día que compre las flores y te conocí decidí que esas serían las primeras flores que te regalaría para hablarte de mi amor—sonrió sacando de su libro unas flores secas que una por una se las entregó en la palma de su mano—Ya que logre traerte a mí, te entrego las flores y mi corazón, no se encuentran en las mismas condiciones que cuando las compre, pero te prometo que vendrán muchas más.

La franco-china no sabia que decir, había recibido las flores con alegría, pero las palabras del chico la habían dejado sin habla. Solo atinó a darle un abrazo después de besarlo en la comisura de los labios.

A partir de ese entonces, ambos comenzaron a vivir su propia historia de amor, llena de felicidad y flores, cada una con un significado en ellas, lo que hacia que la azabache amara cada vez más a su gatito.

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⇢Ya perdón. No estoy publicando los capítulos en tiempo y por lo visto tampoco Adrikins, por mi parte me comprometo a publicarlos en tiempo.
⇢Este fue un Au en el que no hay Ladybug, y la relación de estos dos es diferente, también porque está basada en una historia que leí hace mucho tiempo.
⇢Así como las rosas rojas significan amor, las lavandas son una promesa de un amor sincero y duradero.

๑✧Cнαтσυиεттε•ೋ

Mayo de MarichatWhere stories live. Discover now