Día 21. Noche Fría.

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Día 21. Noche Fría.

Admitía que no fue buena idea decir que iban a tener gatitos, pero creyó que sería divertido. Últimamente las bromas iban cambiando y eso había veces que no le gustaba.

Suspiró. Estaba afuera del balcón de su princesse y ya se iba a cumplir una semana desde que le prohibió dormir con ella, o mejor dicho, una semana que no le quiso abrir la ventana.

Y todas esas noches de esa semana, había dormido en esa silla de playa que tenía en el balcón, cualquiera diría que podía ir a su casa a dormir, seguro y sin problemas de picaduras de mosquitos, pero ya se había acostumbrado a la cercanía de su dama de cabellera azabache y ojos azul como esos cupcakes azules que le gustaba comer. Definitivamente ya extrañaba rodearla con sus brazos y protegerla de las pesadillas. No tenía idea si las tenía, porque en cuanto ambos tocaban la suavidad de la cama, caían rendidos en los brazos de morfeo.

Se acurrucó en la silla y se hizo ovillo, a pesar de que en la tarde había estado caluroso, ahora con los cielos nocturnos cubriéndolo, se sentía más el frío, y no era fresco, era helado, como si en pleno invierno estuviese viviebdo. En su mente había establecido que si en cinco minutos, no le hacía entender a su cerebro que debían entrar en calor, se iría de ahí y regresaría a la mañana siguiente, para cerciorarse que su princesse haya despertado bien.

Aunque la vería en el collège, pero el prefería verla dormir, era la perfección absoluta, su ceño despreocupado, sin tener que pensar en los problemas del mañana, era una maravilla admirarla.

Suspiró. Algo en su interior le decía que se estaba enamorando.

La azabache, por su parte, había visto en su celular que esa noche entraría un frente frío. Esa palabras, de inmediato, le hicieron pensar en su minino, estaría esa noche al igual que las otras noches durmiendo en el balcón.

Abrió la puertilla y al asomarse, lo encontró hecho ovillo. La culpa comenzó a carcomerle por dentro, si se enfermaba o le pasaba algo más grave, no se lo perdonaría. Salió sintiendo la ventisca helada pegando le de lleno y se acercó a él, tocando su hombro.

—¿Minou ?—el chico se volteó para apreciar la belleza de su Princesse —Vamos adentro, esta helado aquí afuera.

Lo tomó de la mano y ambos entraron al interior de la habitación de la chica, procurando no hacer ruido para que los señores Dupain-Cheng, no se enteraran de la presencia del felino.

—Y así fue como su maman se apiadó de este gatito y lo dejó entrar a su casa—contaba al vientre de 7 meses de su esposa, haciendo reír a la chica.

—No estoy segura de si te puedan comprender—sonrió a su esposo. El Agreste negó con la cabeza.

—Me van a comprender Buginette, estos niños serán muy inteligentes. Idénticos a ti.

—Estoy segura que Hugo y Luise tendrán cosas de ambos.

El hombre sonrió de lado. Gracias a esa noche helada, su princesse lo había dejado entrar a su habitación, y habían hecho su vínculo aún más grande, porque era cierto, estaba perdidamente enamorado de la azabache y ese amor aumento en la revelación de identidades y sigue prevaleciendo ahora que estaban formando su familia.
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⇢Lo lamento, ayer no tuve oportunidad para publicar el capítulo.
⇢Creo que ya se está haciendo costumbre que Adrikins y yo publiquemos un día después y que también hagamos pequeñas secuelas xd

๑✧Cнαтσυиεттε•ೋ

Mayo de MarichatWhere stories live. Discover now