📚 Capítulo #2

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9:15 p.m.
N/H:

_Dicen que la vida se define en dos conceptos que debes proteger, tu propia existencia y la de tus seres queridos. Si no pude cumplir la segunda parte, ¿por qué debería preocuparme por la primera? La mierda de música se recreaba en el casino, los gritos desgarrando mis oídos y las adulaciones abarcan el lugar. Fichas cubriendo las mesas, ruletas engañosas y prostitutas que solo buscaban a una presa fácil de engatusar para que, diga adiós a toda su “fortuna”. El ambiente apesta a alcohol hasta las narices y las luces fluorescentes se expanden por el lugar con cada milagro u obviedades de sus participantes. Alzo la mirada hacia el oscuro techo del antro imaginando su cara una vez más. La extraño mucho, es por eso que me aparezco todas las noches por aquí, implorando que mis penas sean ahogadas en el alcohol y este libro, sin éxito alguno en mi cometido. No veo las cosas de una misma manera: rojo, verde, amarillo... Son solo simples valores tonales para mi. No puedo diferenciar lo amargo de lo dulce, y es que es muy difícil saborear, un alimento insípido. Mentiría si dijera que no quiero morirme, ya que es exactamente lo que deseo. _Antes de... posiblemente perder todos los dientes y que mi cara sea totalmente irreconocible, dejo plasmada en esta grabadora mi confesión. Te amo mucho Astrid Hofferson, eres la chica más hermosa que he visto en mi vida, tienes... un corazón enorme y maravilloso, un cuerpo increíble que me provoca una enorme montaña entre mis pantalones cada vez que lo veo o pienso en el. Aquel día... debí haber confesado mis sentimientos, haberle dicho cállate, a mi orgullo y hola a mi corazón. Sé que lo que digo no justifica lo que te hice, pero... espero que, al menos comprendas lo que realmente pasó. Ahora voy a por un buen porrazo, Hiccup H. Haddock.

_Por más que recuerde lo que pasó aquel día, las palabras no son castigo suficiente para mi. Dejo el libro y la grabadora sobre la mesa. Me acerco lentamente con mis ojos inyectados en sangre y mis pies tambaleándose a cada segundo, hacia un hombre que llevaba unas rachas increíbles en pocas horas y, por el paso que iba, saldría de aquí siendo un magnate. Era alto, lo sabía ya que a pesar de estar sentado casi llegaba a mis hombros, no era muy fuerte pero lo que faltaba en músculos lo compensaba en obesidad. _Aún no puedo creer que su trampa no haya sido descubierta. _Giro sobre mis pies y me recuesto en la mesa del casino delante de aquel hijo de puta. Sus manos dejan a un lado sus cartas y se retira el puro de los labios. Sus dientes amarillos y su hedor sucumben mis entrañas, e intento intimidarlo lo más posible. _!Escuchen todos... _Logro captar la atención de las personas en el casino mientras me tambaleaba un poco sobre mis pies. Agarro el frío vaso de whisky de un camarero que pasaba con una bandeja oscura a mi lado y continúo: _¡Este hombre... os lleva mintiendo desde hace tiempo! ¡Lleva horas realizando el mismo truco estúpido con éxito, y ustedes como imbéciles no le hacéis ni caso! _El pedófilo asqueroso aparta sus manos de la joven chica a su lado y centra su ceño fruncido en mi.

_Mira chaval, no sabes en que y con quien te estás metiendo. Así que piérdete de mi vista antes de que agotes la poca paciencia que me queda contigo. _Cierra sus puños con impotencia, lo cual solo podía incitarme a continuar.
_Vamos, yo solo quiero jugar, no está de más la excitación que te produce una victoria, ¿a que si?, ¿pero que me dice, de 37 triunfos? ¿Demasiado inusual, no lo cree? _Una sonrisa hipócrita y una carcajada forzada se esparcen en el abarrotado lugar. Su voz ronca se hace visible de nuevo cuando se acerca más a mi e inquiere:

_Lárgate de aquí ahora mismo niño, antes de que te parta esa, carita egocéntrica que tienes. _Hago añicos el vaso sobre la mesa llevándome como premio varios gritos a mi alrededor. La palma de mi mano derecha se encontraba atravesada por uno de los cristales, aún así, no logro captar el dolor en mi subconsciente. No era una herida profunda, pero sí que dejaría marca. Me acerco hacia él y rasgo los brazos de su smoking, haciendo que todas las cartas bajo su manga se esparzan por el suelo. La mayoría de la gente a su alrededor comienzan a abuchear y el individuo aprieta sus puños y su mandíbula antes de continuar con su amenazante “advertencia”. _¡Ahora si, te lo ganaste! _Esbozo una gran sonrisa de oreja a oreja mientras sus hombres me arrastraban fuera del casino hacia un callejón oscuro y sin salida. _¿Te crees muy listo, verdad chaval? _Su pierna colisiona en mi estomago, vomito un poco sobre el asfalto y continuo riéndome como loco. Mi risa era ahogada y siniestra; loca, como la de un verdadero payaso. _¿Te gusta mucho reír, verdad?... Adelante chicos. _Las calles pasaron de estar limpias y blancas, a tornarse rojas como el mismo infierno. Los golpes se hacían cada vez más fuertes. Supongo que mi rostro sería totalmente irreconocible a la luz del nuevo día. Escuchaba voces vibrantes en mi cabeza, cutres melodías y a la vez, una muy parecida a la de mi princesa, abrí un poco los ojos, imaginando su rostro ante mi con una sonrisa y sus brazos cubriendo mi rostro enrojecido, mientras me abrazan con preocupación. Unas lágrimas escapan de mis ojos al verla desaparecer sin más, los cierro por un instante para volver a la realidad, y mis risas se vuelven más fuertes, más locas y siniestras.

 Mi Nueva Profesora: El Comienzo de Nuestra HistoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora