Capitulo I

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"Los remordimientos son una pérdida de tiempo, son el pasado que te priva del presente." − Lindsay Duncan


El sol ya se encontraba en lo alto del cielo, entrando de lleno por las ventanas del Jinshi, por lo que tomo las sabanas y se cubrió nuevamente con ellas, respirando el suave aroma a sándalo que su alfa había dejado impregnado en ellas.

El suave aroma de su alfa y el ligero cosquilleo en cada poro de su cuerpo, eran el vivo recordatorio de lo vivido durante su celo. Rememorar los cinco días que había pasado con su esposo yaciendo en ese lecho para satisfacerlo era de las mejores cosas que podía pedir. Tener aquel musculoso cuerpo sobre el suyo, escuchar la respiración entrecortada de su marido mientras lo hacía suyo, los suaves gruñidos que soltaba cada que lo embestía, lo placentero que era sentirse lleno y anudado cada que llegaban al orgasmo, era uno de los momentos que, aunque lo hacían sonrojar, lo llenaban de una inmensa dicha que no podía describir.

En ocasiones como esta, siempre pensaba que si años atrás le hubiesen dicho que se casaría con el segundo maestro de Gusu land, vestiría los colores de su secta −si la ocasión lo requería− y sería feliz por hacerlo, seguramente se habría echado a reír por lo loco que aquello sonaba.

Si bien, en su vida pasada al igual que ahora, había sido un omega, tener pareja nunca tuvo mucha importancia para él, ya que la mayoría siempre le dejo muy claro que, siendo tan diferente a lo que se esperaba de un omega –Ser dulce, sumiso y educado – ningún alfa estaría dispuesto a enlazarse con él. Por lo que, el tema de enamorarse y formar una familia era una de las experiencias que nunca creyó vivir.

Al menos así fue, hasta que conoció a su esposo.

Quizás al conocerlo no se dio cuenta, el aroma de su marido era el más dulce que había percibido, uno por el cual se sintió atraído de forma inconsciente y que le insto a acercarse, poco sabía que aquello era obra del hilo rojo que los unía, era su destinado, pero su forma tan densa de ver la vida no le permitió darse cuenta.

No hasta ese día... Donde concibieron a su hijo.

El recuerdo de esa pesadilla en donde vio cómo su cuñado se lleva a su hijo, volvía a apoderarse de su mente con fuerza desgarradora, haciendo que su corazón palpitara rápidamente y su pecho se contrajera de dolor.

Cerró sus ojos y apretó las sabanas, tratando en vano de ahuyentar esos recuerdos que, aunque eran parte de una vida pasada, aun le carcomían por dentro y que habían regresado solo para atormentarlo.

Se levantó de pronto, moviendo su cabeza a ambos lados para despejar su mente, respiro profundamente y decidió que, al no poder conciliar nuevamente el sueño, tomaría un baño e iría por el desayuno.

− De nada sirve lamentarme – se dijo así mismo mientras se encaminaba hacia el baño sin ninguna prenda encima, después de todo, era el único que estaba en el Jinshi.

Una vez llego al baño, abrió la puerta del mismo, parpadeando con sorpresa al percatarse que el agua de la bañera ya estaba preparada para él.

− Lan Zhan me conoce bien, incluso supo en que momento despertaría – soltando una pequeña risa al pensar en su alfa.

Cerro la puerta tras de él e ingreso a la bañera, sintiendo como cada musculo de su cuerpo se relajaba al sentir la agradable temperatura del agua. Comúnmente, los baños que tomaba eran dados por su hermoso esposo, quien lo tomaba en brazos aun estando algo adormilado, lo sumergía en la tina para brindarle un caluroso pero satisfactorio baño, lo vestía y lo volvía a meter en el lecho, para que siguiera descansando hasta la hora de la comida.

Lazos de Sangre |Completo|En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora