Capitulo III

13.2K 1K 949
                                    


"Lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza.− Anónimo"


Hablar del tiempo en el cual se mantuvo en reclusión, era desenterrar los motivos que lo orillaron al mismo. Los recuerdos eran una sucesión de hechos que lo atormentaban desde el día que tuvo que matar a su hermano jurado.

Tener que aceptar lo equivocado y ciego que estuvo durante tanto tiempo, fue un tema que tardó mucho en asimilar, no había sido fácil, sobre todo porque durante todo ese tiempo, algo dentro de sí le decía que algo estaba mal, que el cariño que le tenía a su hermano jurado estaba nublando su juicio y, para cuando la venda finalmente callo de sus ojos, ya era demasiado tarde para poder enmendarlo.

Aun podía recordar con claridad las palabras de Nie Mingjue sugiriéndole que tuviera cuidado con Meng Yao, que algo en él no le daba confianza y que lo vigilara, ya que algo le decía que detrás de esa sonrisa se ocultaba algo más. Que tonto fue al no escucharlo, si se hubiese detenido a analizar lo que su hermano le sugería, quizás ahora estaría vivo pero, el "hubiera" no existía, solo podía continuar con ese dolor que, aunque el tiempo ayudaba a que fuera más soportable, seguía ahí recordándole día con día sus errores pasados.

Cuando decidió aquel castigo para sí mismo, no pudo evitar pensar que era como una especie de maldición, una que perseguía a su familia desde lo sucedido con sus padres. Primero su progenitor, manteniéndose alejado y en soledad, todo para expiar los pecados que cometió al cortarle las alas a un ser que merecía ser libre y volar lejos. Después fue su hermano menor, teniendo que pagar sus errores por proteger a quien amaba con treinta latigazos que marcaron su espalda, viéndose obligado a un tiempo de reclusión todo con el fin de curar las mismas.

Finalmente le tocaba a él, aislarse del mundo y las personas, para expiar el hecho de haber sido ignorante hacia las acciones de Meng Yao, todo porque sus sentimientos lo cegaron impidiéndole ver la realidad.

Llegar a esa conclusión no había sido fácil, siempre acepto que amaba a sus hermanos, eran su otra mitad, en quienes confiaba con su vida pero, no fue hasta que en una visita que su pequeño hermano le hizo tras regresar de su inesperada fuga, que finalmente le había dado nombre a esos sentimientos que siempre le guardo al beta y que nunca le dijo por no tenerlos claros.


Ambos alfas se encontraban frente a frente.

El mayor de los jades sirvió el té, cuidando que este no se derramara sobre la pequeña mesita, ofreciéndole una taza a su hermano menor quien solo asintió por el gesto.

No hacía mucho que su hermano menor había regresado a los recesos de la nube, por lo que tenían muchas cosas de las que hablar, sobre todo de los tres meses que pasó lejos del clan y por el cual, el humor de su tío Qiren había estado algo irritable.

El ambiente era algo tenso, ninguno de los dos sabia como comenzar la conversación, ni siquiera el mayor de los alfas quien siempre se caracterizó por poder hablar con su hermano sin importar que este último contestara con una o dos palabras, la comunicación nunca fue un problema entre ambos pero, tras todas las situaciones vividas, no sabían por dónde comenzar.

Finalmente, su hermano menor respiro profundamente y hablo.

− Me case – dijo sin titubear.

Los ojos de Lan Xichen se abrieron ampliamente, sorprendido por la repentina declaración pero, recuperándose segundos después.

− Vaya... Es una gran noticia – dijo en un suave murmullo – felicidades Wangji, me imagino la enorme felicidad que eso debe representar para ambos.

Lazos de Sangre |Completo|En Edición|Where stories live. Discover now