Capitulo XII

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"Debemos cuidar de que los delitos no sean castigados con más severidad de la que merecen".− Cicerón

− A−Cheng, te ofrezco una disculpa por lo sucedido en Torre Koi.

Finalmente había escuchado esas palabras pero por alguna razón le resultaban dolorosas. No porque lo lastimaran de algún modo sino, por el semblante tan triste que el primer jade de Gusu coloco en su rostro mientras las pronunciaba. No mentiría, escuchar como defendía al difunto Meng Yao lo lastimo e hizo que los celos comenzaran a invadirlo pero, en cierta forma su hermano tenía razón, el ex líder del clan Jin tenía más de cinco años muerto, años en los que el alfa permaneció en un ciclo de amargura, tristeza y autocompasión, de la cual había salido gracias a él

El pensamiento de que Xichen mantuviera ciertos sentimientos por esa persona lo molestaba pero, no podía recriminarle ya que, cuando una persona fue tan importante en tu vida era imposible no recordarle con cariño, aunque te haya lastimado como Meng Yao lo había hecho.

Podía notar la ansiedad en el rostro del alfa, impaciente por una respuesta de su parte. Respiro profundamente y se acercó.

− ¿Aun le amas?

Aquella pregunta sorprendió al alfa.

− ¿Qué?

− Al ena... Digo, a Meng Yao – dirigiendo sus ojos hacia los del alfa − ¿lo amas?

− Creí haber sido claro respecto a eso.

− Eso no contesta mi pregunta.

Xichen soltó un suspiro y con cuidado tomo las manos del omega, temiendo que este se alejara ante la acción pero, se alegró cuando este dejo que lo hiciera.

− No te mentiré, mis sentimientos por Meng Yao siempre estarán ahí, fue alguien importante en mi vida aunque nunca me di cuenta que tan intensos eran hasta tiempo después de su muerte – dijo sin apartar la vista del rostro del omega – pero conforme paso el tiempo, esos sentimientos fueron menguando hasta volverse solo cariño por todo lo vivido, por los momentos que pasamos juntos... Mi corazón en estos momentos solo late y vive por ti – llevando la mano del omega hacia su pecho – y no deseo que lo haga por nadie más.

Las sinceras palabras del alfa hicieron que sus mejillas se tornaran color carmín y su corazón se acelerara rápidamente, jalo sus manos y dio la media vuelta, acto que sorprendió al primer jade, ya que por un minuto pensó que el omega se había ofendido por algo que dijo pero, al ver como las orejas de este se teñían de color carmín supo que fue por vergüenza.

− A−Cheng.

− También debería disculparme – dijo Jiang Cheng con dificultad − no es culpa tuya que mis celos me abrumen.

− ...

− ¡Pero reconoce que la culpa de que me sintiera así fue tuya! – levantando la voz.

Xichen sonrió, enternecido por el comportamiento del omega.

− Lo sé, me disculpo nuevamente por ello.

− Más te vale recordarlo.

Su cuerpo se congelo cuando el alfa lo abrazo por la espada, pegándolo a su cuerpo y envolviéndolo en entre sus brazos, transmitiéndole sus emociones a través de su aroma.

− Lo recordare – le susurró al oído – soy tuyo y no pienso olvidarlo nunca.

− Con que lo tengas presente – cerrando sus ojos, dejándose reconfortar por el aroma del alfa – ese enano ya no está, soy yo el que está a tu lado... Y espero siempre lo recuerdes sino quieres que te rompa las piernas.

Lazos de Sangre |Completo|En Edición|Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα