T R E I N T A y U N O

1.9K 255 21
                                    

Cierro los ojos con deleite mientras Sam peina mi cabello a orden de Marcus, por lo que lleva cinco minutos haciendo una complicada trenza que comienza desde el nacimiento de mi cabello, dejando mi rostro totalmente despejado, y termina por debajo de mi trasero. Necesita un corte con urgencia.

Termina justo cuando Daryl aparece en el umbral con el rostro sombrío, enarco una ceja cuando me quita los grilletes y muevo las muñecas junto con los dedos de mis manos, duelen al hacerlo, pues llevaban en su incómoda prisión casi un mes.

—Andando, tenemos mucho por hacer. —Clava sus dedos en mi brazo y me obliga a caminar fuera de la calurosa prisión, mi trenza golpetea mi trasero con cada paso que doy. —Antes de que comiences con tus estúpidas preguntas, te diré que no estoy de humor, por lo que si no quieres terminar con un par de huesos rotos, harás todo lo que yo te pida, sin replicar. —Asiento por cortesía y nos adentramos en una enorme habitación, probablemente la más grande en la que he estado durante mi estadía aquí.

Dentro de la estancia hay una serie de colchonetas negras a lo largo del piso, la pared a mi derecha está cubierta de espejos y la contraria a ella es un campo de tiro, tanto para armas de fuego como cuchillos o dagas. En otro rincón hay una variedad de equipos para ejercitarse y, no muy lejos, hay una cuerda que cae desde el techo, con algunos nudos a lo largo de ella para poder escalar, supongo.

—Primero, veremos qué tan mal tiras, evaluaré tu rapidez y precisión a la hora de lanzar y dar en el blanco, ¿de acuerdo? En base a eso iremos con la lucha cuerpo a cuerpo. —Cierra la puerta tras de sí y nos guía hasta el campo de tiro, donde un muñeco de práctica con diversos puntajes a lo largo de su cuerpo me espera, a mi derecha hay una mesita de apoyo con diez puñales de acero sobre su superficie oscura. —Apunta a la cabeza, cuello y pecho.

Tomo el primer puñal mientras recuerdo las clases de Rose respecto a lanzar su daga de regalo, lo lanzo al aire, dejándolo dar vueltas en él, lo atrapo y lo lanzo en un parpadeo, se clava en lo que parece ser un ojo del muñeco. Tomo otros dos, uno para cada mano, miro fijamente al muñeco y finjo que es Marcus, el efecto es el deseado. Lanzo los puñales, uno tras de otro, y terminan ambos sobre el corazón, clavados hasta el mango.

Al final no ere tan mala como todos creíamos.

Ignoro a Eridan y vuelvo a tirar, esta vez tomando los puñales restantes y repartiéndolos en cada mano, dejando así a la zurda con cuatro y a la diestra con tres. Doy una respiración profunda y localizo los puntos del muñeco donde quiero que terminen mis puñales, después, los lanzo todos con rapidez, uno tras otro tras apuntar. El muñeco termina con dos a cada lado del cuello, otro en el abdomen, tres en la cabeza, uno en el ojo faltante, otro en la boca, el tercero clavado firmemente en el centro del cráneo; y el último en la entrepierna. Toma eso, Marcus

—Buena precisión, excelente rapidez. —Elogia en un murmuro Daryl, asiento, satisfecha conmigo misma. —Es hora de patearte el trasero, vamos a las colchonetas.

Trago con fuerza, sintiendo antes de tiempo la paliza que va a darme y que probablemente pulverice algunos de mis huesos, y lo sigo al centro de una de las colchonetas, él se pone en posición de pelea, separando las piernas, echando hacia a atrás los hombros, cerrando las manos en puños y poniéndolas frente a su rostro. Lo imito con torpeza y comenzamos a dar vueltas alrededor del otro, esperando el ataque del contrario. Él pone los ojos en blanco y lanza el primer golpe directo a mi abdomen, lo bloqueo con mi antebrazo, sin bajar la guardia en mi rostro, y esquivo otro golpe, tirando otro directo a sus costillas, él lo esquiva con facilidad.

—Vamos, muñeca, muéstrame lo que tienes, ¿o es que acaso te vales únicamente de tu lado sobrenatural?—Se mofa, provocándome, no muerdo el anzuelo. —Todo se vale en estos momentos, muñequita. Dame con todo.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora