C U A R E N T A y S I E T E

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Mi corazón se fragmenta en pequeños trozos sangrantes y poco latentes en el momento en el que la Koodav desaparece de mi vista con mi niña entre sus brazos. Largo un lastimero sollozo antes de soltar un desgarrador grito que expresa la cuarta parte de lo que estoy sintiendo en estos momentos.

Trato una vez más de ponerme en movimiento para ir tras ella, sin embargo, mis piernas siguen sin responderme, nada de lo que hay de mi cadera para abajo me responde. Tal parece que mi caída desde el techo me ha afectado más de lo que imaginaba. Las lágrimas corren por los rabillos de mis ojos hasta entrar en contacto con el nacimiento de mi cabello, pucheros y sollozos no dejan de abandonar mis labios, y sé que debo verme patética a los ojos de las criaturas sobrenaturales que me acompañan. Pero no me importa. Lo único que me importa acaba de ser raptado por una chica de especie desconocida.

Me sobresalto cuando Tanner ruge desde lo más profundo de su ser mientras desagarra su ropa y cambia a su forma lobuna, cosa que logra romper lo que sea que la Koodav ha hecho, y con él todo aquel que se encontraba luchando contra la gravedad cae sobre sus pies.

—Encuéntrala. —Suplico al lobo, él lame mi rostro antes de salir disparado fuera del lugar, siguiendo el rastro que han dejado tras de sí a una velocidad anormal en él. Es claro que quiere encontrar a su hermana. —No puedo mover nada de la cadera para abajo, creo que la caída me ha jodido la columna. —Informo a las criaturas que me rodean, preocupados, como un grupo de aves carroñeras sobre un cadáver en el desierto.

—Eso tiene arreglo. —Promete Floorent pasando una mano por debajo de mi espalda y descansando la otra en el centro de mis costillas, la detengo tomando esa. — ¿Qué ocurre?

—No pierdan tiempo conmigo y vayan a por mi hija, necesito que lo hagan. Por favor. —Imploro, los tres comparten una mirada. —Los tres son los líderes de sus especies, por lo tanto son poderosos. Rescaten a mi bebé.

Noam bufa mientras se inclina hasta mi posición, me toma en brazos con brusquedad y nos sumerge en su reino de sombras, por mi parte doy un pequeño grito debido a la sorpresa y al dolor que su descuidado movimiento me ocasiona, y cierro los ojos con fuerza, temerosa a lo que se esconde en las sombras de su reino, eso y para evitar un mareo debido a la velocidad en la que nos desplazamos.

El chasquido del crepitar de unas llamas ocasiona que abra los ojos, tuerzo ligeramente el cuello para ver lo que hay detrás de mi cabeza y encuentro a Utarah y a Floorent sacudiéndose las cenizas que se han adherido a su piel y ropa gracias el pequeño viaje por fuego y cenizas. Algo se mueve en mi visión periférica, trago con fuerza, esperanzada de que sea Tanner de regreso con mi bebé, y lo que encuentro logra que palidezca notablemente mientras contengo la respiración.

—Me parece que esta cosita bella se te ha perdido. —Musita esbozando una de sus escasas y ocasionales sonrisas burlonas mientras sus manos se aferran al pequeño bulto que hay contra su fornido pecho. —Hola, preciosa.

—No puede ser. —Susurro mientras mis ojos vuelven a anegarse de lágrimas, tanto por verlo con vida como por verlo sostener a nuestra hija. —Sobreviviste. Estás aquí, sosteniendo a nuestra bebé.

—Salí del infierno justo a tiempo para salvarla. —Baja la cabeza hasta donde ella se encuentra y deja un beso sobre su frente, la primera lágrima rueda ante el emotivo encuentro. Malditos sentimientos humanos.

—Si tú tienes a Alena, ¿dónde está Tanner?—Pregunto con confusión, Jagger abandona toda la calidez que había adoptado para el encuentro y su ceño se frunce, regresándolo a la normalidad.

— ¿Qué quieres decir con eso?

—Tanner salió hecho una furia hace menos de tres minutos en busca de la chica que se había llevado a nuestra hija, si tú la tienes ahora entre tus brazos, ¿dónde está él?

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora