S E S E N T A y D O S

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—Les diré todo lo que me pidan, pero no me hagan daño. —Suplica con la frente contra el asfalto de la calle y los brazos extendidos en nuestra dirección en una reverencia pecho-tierra. Comparto una mirada con mi manada y suspiro, accediendo. No vamos a rebajarnos al nivel de los Koodav, por lo que no vamos a dañarla de manera innecesaria si se muestra tan... comunicativa.

Vayamos a la casa de cristal, ahí estaremos a salvo. —Sugiere Kristoff mediante el enlace y todos asentimos.

Artie y Judhead toman a nuestra nueva prisionera con más rudeza de la necesaria y prácticamente la arrastran en el camino hacia nuestra antigua vivienda. Cambio el peso de mi bebé de un brazo al otro y los seguimos en silencio, buscando indicio alguno de más Koodav o de sus aliados dispuestos a atacarnos. El pueblo permanece en silencio absoluto, interrumpido únicamente por el sonido de nuestros pasos.

—Recuperaste tu lado Vadook, ¿cierto?—Curiosea mi hermano, las finas cadenas alrededor de mi cuello lastiman mi piel cuando niego.

—Algo me dice que esto solo es temporal. —Me mira con desconcierto, señalo mi cabeza con un dedo. —Eridan no está aquí, no ha hablado desde que cambié y tampoco siento su presencia. Es como... un cascarón vacío. —Explico, sintiéndome como recién he descrito. Permanecer en mi lado Vadook sin Eridan es como ser un cascarón vacío, en la espera de que ella regrese para llenarlo una vez más.

Mi cambio para volver a ser humana llega más pronto que tarde, pues en cuanto entro en la casa de cristal el hechizo que me mantenía en mi lado sobrenatural más preciado se desvanece tan rápido como llegó, haciendo que mi estatura inicial y miopía regresen; por otro lado, logro apreciar que mi cabello ahora es una mezcla de blanco y gris al verme reflejada en una de las superficies de la casa.

—Al segundo piso. —Ordeno a los Stone, quienes acatan de inmediato la orden y vuelven a arrastrar a la Koodav escaleras arriba, un rastro escarlata muy oscuro queda detrás suyo. —Tanner, me parece que vas a...

— ¿Kristoff?—La aguda voz de mi madre me interrumpe, me tenso y la miro sobre el hombro del susodicho, quien ha llegado a su lado antes de que se precipite al piso.

— ¿Leia? ¿Qué es lo que estás haciendo aquí?—Inquiere mi antiguo Alpha mientras la toma en brazos, al parecer está tan débil que apenas y puede mantenerse en pie.

—Ellos... llegaron de improviso, estaba con Connor en el supermercado cuando el caos comenzó. Él... —Su voz se rompe y comienza a llorar, Kristoff piensa en lo peor, palideciendo notablemente ante el pensamiento de su hijo muerto. —Él fue capturado, no sé a dónde se lo llevaron ni para qué lo querrían. Es solo un niño.

La observo llorar con las manos hechas puño y el cuerpo temblando de rabia, rabia al verla así de destrozada por su hijo, a quien se lo han llevado nuestros enemigos, mientras que a Adán y a mí nos abandonó sin derramar lágrima alguna, sin siquiera parpadear.

—No tenemos tiempo para esta mierda, te esperaremos arriba. —Musito, yéndome de la estancia, meciendo a mi hija en brazos y con mi manada detrás de mí, dejando atrás a su Alpha original. —Como te decía, Tanner, llévate a Alena a tu habitación y entretenla mientras nosotros nos encargamos de esto. No quiero que ni tú ni ella presencien una posible tortura si llegamos al caso.

Sé que quiere replicar al verse excluido, pero con una mirada lo mando a guardarse lo que sea que estuvo por pronunciar y se va, subiendo las escaleras de tres en tres, cuyo rebote hace que mi hija ría abiertamente. Me permito sonreír un momento. A pesar de todo por lo que estamos pasando, mi hija es feliz, y voy a asegurarme de que así siga siendo hasta el fin de mis días.

Inhalo y exhalo antes de patear las puertas batientes que dan a la cocina, donde los Stone se han encerrado con la prisionera, e irrumpo en la estancia, dispuesta a todo para tener la información suficiente para acabar con este embrollo de una vez y permitirme disfrutar mi vida junto a mi familia.

— ¿Cuál es tu nombre?—Comienzo el interrogatorio, planeando la intensidad de las preguntas que le haré mientras ella se prepara para responder.

—Nahala.

— ¿Lugar de nacimiento? ¿Naciste siendo una Koodav o te convirtieron?

—Nací en Kalohm, tierra de nuestro Señor Lunollem. Creo que eso respondería a la otra pregunta.

— ¿Qué es lo que ustedes pueden hacer? No omitas nada. —Tomo asiento frente a ella y cruzo los brazos contra mi pecho, esperando su respuesta, la cual tarda un poco en llegar.

—Nosotros no somos muñecos vudú vivientes como los Vadook, pero también usamos el vudú de una manera más tradicional. Hacemos muñecos y les insertamos algún mechón de cabello o alguna gota de sangre de la persona a la que queremos hechizar y ellos harán nuestra voluntad. También utilizamos el poder que la luna llena o nueva tiene sobre la marea, pues podemos manejar el agua con bastante facilidad, eso y jugar con la gravedad a nuestro antojo. —Hace una pausa y me mira a los ojos, indecisa, antes de volver a hablar. —Esto último que voy a decirles solo pueden hacerlo los Koodav más poderosos. En mi mundo son solo siete u ocho quienes poseen esta habilidad... extra.

—Deja de dar vueltas y habla ya. —Gruño, Artie le pone las afiladas zarpas debajo de la barbilla, amenazante. No dudo en que le cortará la yugular en la primera oportunidad.

—Controlar la mente. No es que puedan obligar a una persona a hacer lo que deseen mediante el pensamiento, eso solo podemos hacerlo con un muñeco vudú como ya les dije, sino que implantan imágenes o recuerdos en quien desean manipular y los dejan al borde de la locura. Los dejan lunáticos o en un estado del que, hasta el momento, no han logrado regresar.

Asiento con la mirada perdida, asimilando la información, y pienso en mi siguiente pregunta, una que nos llevará un paso más cerca de donde quiero llegar. Respiro profundamente antes de lanzar las siguientes preguntas.

— ¿Por qué tanto interés en eliminarme del mapa? ¿Y qué es lo que quieren de mi hija?

—Eres mucho más poderosa que quien está al mando de esta batalla, guerra, yo qué sé. Representas uno de los mayores riesgos para esta causa, y te tiene miedo. —Muerde su labio inferior y mira a través de los cristales polarizados que conforman la cocina antes de declarar lo siguiente: —Ha visto de cerca lo que eres capaz de hacer y hasta dónde puedes llegar por aquellos que amas y eso la aterra.

— ¿La conozco?—Asiente con rapidez, me levanto de la silla y comienzo a pasearme frente a ella. —Responde la otra pregunta.

—Nuestro Señor la quiere, desconocemos el motivo, nosotros solo obedecemos a lo que nos ordena.

—Pues le tienen una fe muy ciega si están dispuestos a morir por sus deseos. —Ella se encoje de hombros y mira hacia sus pies descalzos. No retraso más la pregunta que llevo queriendo hacer desde que la capturamos. — ¿Quién es tu líder?—Levanta la mirada de golpe y me observa mucho más aterrada que antes de comenzar esto.

—No puedo decirlo, me matarán si lo digo.

—Morirás de igual forma si te lo callas, y con la peor de las torturas. —Amenazo y todos a mi alrededor sacan las garras, ansiosos por clavárselas en alguna parte del cuerpo.

—Es tu madre... —Se calla, mirándonos uno a uno a los ojos. El mundo se ensordece para mí, hasta que finalmente sus ojos oscuros recaen en Jagger y termina de destrozar nuestra escasa, nula, estabilidad. —...Jagger. Rose la Vengativa es quien lidera esta rebelión.



 Rose la Vengativa es quien lidera esta rebelión

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Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora