S E S E N T A

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Me saco la máscara de un manotazo y permito que mis dos ojos se horroricen con el contenido de la caja. La mirada en blanco de Scott, o lo que queda de él, me la devuelve.

Lanzo otro alarido y pateo la caja con todas mis fuerzas, deseando mandarla a la otra punta del país, sin embargo, lo único que consigo es que la cabeza ruede fuera de las paredes de cartón y choque contra la pierna de Tanner. El oscuro corazón se resbala ligeramente en la caja. Lucho para que el contenido de mi estómago se quede donde está.

— ¿Quién envió esto?—Gruño con el cuerpo tenso y con la furia reemplazando a la profunda tristeza.

—Los Koodav, ¿quién más?—Espeta Artie con voz rota mientras su cuerpo se balancea de adelante para atrás en su lugar.

—Esto no va a quedar malditamente así. —Prometo y salgo de la casona, dejando la cabeza de quien fue mi hermano de manada, parte de mi familia, atrás. Los Smeed se apresuran a alcanzarme. —Será mejor que regreses a cuidar a nuestra hija, Jagger, porque no te gustará lo que haré al lugar a donde voy.

—Vas a por Kylie, ¿no es así?—Inquiere con brusquedad, asiento sin disminuir el paso y pronto el templo de plata se alza ante nosotros a distancia. —Ella no tiene nada que ver con esto.

—Puede que no, pero sigue siendo una de ellos, por lo que debe saber en dónde se encuentra el resto. —Entro en el templo y voy directo a la puerta que da al área de interrogatorios, ignorando a todos aquellos que, o bien cuidan de los heridos, o son los heridos.

—Hazlo, pero no te pases. —Detengo mis pasos y lo encaro, dejando que la furia ocasionada por el asesinato de Scott impregne mis rasgos.

—Haré lo que crea conveniente, y si no, lo que me venga en gana. —Espeto y lo tomo por el cuello de su camiseta, tiro de ella y lo obligo a inclinarse en mi dirección, por mi parte me pongo de puntillas. —Porque, adivina qué, Jagger querido, soy tu líder, la de todos aquí presentes, y aquí se hace mi voluntad. Y si mi voluntad es torturarla y hacerle exactamente lo mismo que le hicieron a Scott, lo haré. Juro por la vida de mi hija que lo haré. Y nadie, mucho menos tú, va a impedírmelo.

Lo suelto, propinándole un empujón en el proceso, y regreso mis talones al material a mis pies. Doy media vuelta, abofeteando su rostro con mi cabello, y me adentro en el oscuro pasillo que me llevará hasta la prisionera. Shane y Tanner no tardan en seguir mis pasos, dejando a su hermano Alpha atrás.

—Estuviste impresionante. —Me elogia Shane un par de segundos después, sonrío de lado y no digo nada. Pronto llegamos al bloque de celdas.

—Llévenme hasta la licántropo traidora, Kylie, por favor. —Pido a uno de los guardias Vadook, quien obedece sin cambiar su estoica expresión tras el velo que lo cubre. — ¿Qué mierda se supone que estás haciendo?—Espeto cuando observo a Marcus jugueteando con las cadenas que han dejado de atar a Kylie, ella me ofrece una sonrisa burlona cuando el susodicho cae inconsciente en el piso, y se abalanza sobre mí.

Bloqueo su ataque, cortándola con una de las cuchillas en mis antebrazos, y la tomo por el cuello cuando trata de escapar, cerrando firmemente mi mano entorno a él. Sin embargo, logra soltarse de un brusco tirón, pues ella posee fuerza sobrenatural, y se enzarza en una pelea con los Smeed, la cual gana cuando Jagger toma a su hijo por los brazos e impide que le toque un cabello a su madre biológica. Kylie deja fuera de combate a Shane poco después y comienza a alejarse a trote ligero.

—Eso sí que no, perra. —Gruño y corro hacia ella, una presión se instala alrededor de mi muñeca y, cuando menos lo espero, estoy chasqueando un látigo de acero y pinchos en su dirección. Ella grita cuando los pinchos se clavan firmemente alrededor de la sensible piel de su cuello y doy un tirón, haciéndola caer de espaldas. —Tú y yo hablaremos en la casona. —Advierto a Jagger antes de entrar en la celda correspondiente y encerrarnos en ella.

Vuelvo a encadenarla, silbando una canción en el proceso mientras ella se limita a maldecirme una y otra vez entre dientes. Una vez que me aseguro que sus cadenas estén en su lugar, y muy apretadas, libero mi látigo de su cuello, un hilillo de sangre baja por su pecho semi desnudo. Mi arma desaparece tan rápido como llegó.

—Voy a interrogarte, así que te agradecería que no cooperaras para que pueda torturarte a mi antojo. —Sonrío de manera angelical tras mis palabras y recuesto la espalda contra la pared frente a ella. —Primera pregunta, ¿qué le hiciste?—Inquiero, curiosa, señalando el cuerpo inerte de Marcus, quien de momento sigue perdido en la inconsciencia.

—Cuando eres amigo de los Koodav aprendes cosas. —Responde, tratando de encogerse de hombros, las cadenas se lo impiden.

— ¿Dónde se encuentran actualmente?

—En donde todo comenzó, Lydia. —Suelta con una sonrisa burlona, pongo los ojos en blanco.

—No me vengas con esa mierda. —Espeto, impaciente, acerco mi antebrazo a su cuello, presionando una de las heridas por los pinchos con el filo de mi cuchilla. La sangre vuelve a manar. —Quiero un lugar, una dirección, lo que quieras, pero que sea algo concreto y no filosófico.

—No voy a decirte dónde están por mucho que me tortures, humana. —Asegura, chasqueo la lengua y doy un paso a la derecha, quedando a la altura de Marcus, quien por fin ha despertado y se encuentra algo... molesto.

—Dije que te torturaría a mi antojo, sí, pero me parece que no tengo tanta experiencia como la persona con la cual jugaste con su mente. —Lo ayudo a incorporarse y le ofrezco una de mis dagas con una sonrisa, él me la devuelve por un instante antes de centrarse en su presa. —Haz que me cante una canción, Marcus.

— ¿Deseas algo en específico?—Acaricia el filo con la punta del índice casi con cariño, finjo meditarlo.

—Que sea una con mucho dolor, gritos y una dirección, por favor. —Pido y tomo asiento en un banco próximo, más que dispuesta a presenciar la tortura. Los gemidos de dolor por parte de Kylie no tardan en hacerse presentes en la celda hasta que se convierten en gritos, y de gritos a alaridos.

Eso fue por tratar de asesinarnos, a nosotras y a nuestra hija, malnacida.

Concuerdo con Eridan antes de que desaparezca una vez más de mi mente, y observo la sangre que baña la celda, está por todas partes. En las paredes y piso como salpicaduras, goteando entre los eslabones de las cadenas que la apresan y en el rostro y cuerpo de Marcus, quien deja salir su lado más sádico mientras la tortura e interroga con esmero. Kylie canta la canción que quiero entre alaridos justo después de perder el parpado superior.

Chester Falle, se encuentran en Chester Falle.

—No era tan difícil, ¿verdad?—Me mofo y camino hasta ella, tomo mi otra daga y la clavo con firmeza en su pecho, atravesando su corazón. —Diría que lamento esto, pero sería mentira. —Retuerzo la hoja, un hilillo de sangre corre de la comisura de su boca. —Esto fue por atentar contra la vida de mi pequeña.

Mi mirada no se aparta de la suya, por lo que presencio el momento exacto en el que la luz de vida en sus ojos se apaga. No es hasta que su cuerpo, ensangrentado y con miembros faltantes, cae sobre las cadenas que arranco la daga de su pecho, llevándome un pequeño trozo del órgano con ella.

—Que los tuyos y tú le den una paliza a Jagger, algo mortal para un humano normal. Debe aprender que conmigo o con mi familia no se juega. —Ordeno a Marcus antes de salir de la celda, recibo un asentimiento de su parte como única respuesta y me largo de ahí, comenzando a pensar en lo que necesitaremos para trasladarnos a Chester Falle.

Volvemos al lugar donde todo comenzó para mí. A casa. 


 

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Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora