C I N C U E N T A y O C H O

1.1K 182 51
                                    

Mi antigua mandada se dedica a observarme fijamente mientras me encuentro postrada en mi cama con Alena dormida a mi lado. Bufo, exasperada, y muevo una mano frente a sus rostros, tratando de hacerlos reaccionar. Cosa que funciona, pues dan un respingo colectivo y algunos se abalanzan sobre mí para abrazarme. Empujo lejos a mi primo cuando casi aplasta a mi hija.

—Cuidado, idiota, mi hija está ahí. —Refunfuño, él pone los ojos en blanco y patea fuera de la cama a Artie para ocupar su lugar y abrazarme con fuerza.

—Te extrañé, primita. —Murmura contra mi cuello y me suelta, Jameson toma su lugar y me aprieta con fuerza contra su pecho.

—Sinceramente no podía creer que estuvieras muerta, mi instinto de mejor amigo me decía que no creyera lo que vi. —Besa mi frente con cariño, para luego gritar cuando Judhead tira del cuello de su camiseta y lo deja al lado de Artie, en el suelo.

—Bienvenida otra vez, Lyd. —Besa mi cabeza y frota mi espalda en relajantes círculos, largo un suspiro y dejo caer el peso de mi cuerpo sobre el suyo, disfrutando de las caricias.

—Solo no vuelvas a darnos otro susto de esa magnitud. —Pide Artie cuando por fin logra estrecharme entre sus brazos, río y asiento.

—Tenía que hacerlo para despistar a nuestros queridos enemigos o muchos de nosotros sufriríamos las consecuencias. —Me excuso y escaneo la habitación en busca de Tanner, quien aparentemente no se encuentra aquí. — ¿Y Tanner?

—Él dijo que no se sentía preparado para tenerte de regreso. —Mi gesto se descompone ante las palabras de Judhead, Artie lo golpea en la nuca como recompensa.

—Sufrió más que nadie tu muerte, Dya, y el que ahora resulte que estés viva no le ha sentado del todo bien a su duelo. —Explica Artie con una mirada compasiva, hago una mueca y llevo mi mirada al bebé que duerme a mi lado.

—Dale tiempo, él vendrá cuando se sienta preparado. —Asiento y vuelvo a recostarme contra las almohadas, repentinamente agotada. —Te dejaremos descansar, después de todo estuviste a punto de morir.

—Por milésima vez consecutiva. —Bromea Zarek, depositando un beso en mi frente antes de salir junto al resto de mi habitación.

Dejo caer los hombros y me recuesto de costado, haciendo una mueca ante la incomodidad que hay en los lugares que antes estaban heridos de gravedad ante el movimiento. Acaricio con las puntas de mis dedos la cabellera bicolor de mi pequeña, disfrutando de los suspiros que suelta entre sueños y de su olor a bebé.

— ¿Cómo te encuentras?—Mi mano se cierra en un puño de manera automática mientras mi cuerpo se tensa, me incorporo con lentitud.

—Mejor que cuando me dejaste en medio de la calle mientras agonizaba. Gracias por preguntar. —Espeto, furiosa, frota su cuello y me mira con arrepentimiento. Que se joda.

—Debes entenderlo, Lydia, ella es la madre de Tanner, no podía permitir que la mataras.

—Pero sí que podías dejarme ahogándome con mi propia sangre, a mí, la madre de tu hija y tu supuesta chica a la que quieres, para ayudar a alguien que quería acabar con la vida de nuestra bebé. —Gruño entre dientes, levantándome de la cama y encarándolo, revuelve su cabello y hace un gesto de consternación con los labios. —Y así querías que le diera una oportunidad a un "nosotros".

—Déjame compensarte, Lydia, por favor. —Me toma por los hombros y fija su mirada en la mía, le frunzo el ceño. —Te quiero, tienes que creerme.

—Pues bien por ti, pero yo no siento absolutamente nada por ti, y ahora mucho menos después de que casi me haces perder la oportunidad de ver crecer a mi hija. —Me zafo de su agarre y lo empujo lejos, cae de rodillas. —Estás haciendo el ridículo, Jagger Smeed. Levántate y lárgate, no te quiero cerca de nosotras por el momento.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora