S E S E N T A y T R E S

1.1K 190 39
                                    

Nadie lo ve venir. Mejor dicho, ir.

Jagger respira de manera errática al lado del cuerpo decapitado de quien fue nuestra prisionera, su cabeza ha rebotado sobre la bota de Judhead y ha terminado al lado de mis tenis cubiertos con una película de sangre seca perteneciente al antiguo río de sangre que corría por las calles de Chester Falle hace solo una hora.

—Eres un... ¡idiota!—Grito y me aproximo a su posición, donde lo abofeteo con fuerza debido a su estupidez. —De acuerdo, sí, tu madre es la responsable de que cientos de vidas se perdieran hace poco, pero creía que ella te era indiferente. —Riño, él se limita a tomarme por el brazo y tirar de mí hacia él, encerrándome en un abrazo que él necesita. —Fuera, chicos, vayan a ver que Kristoff, Alena o Tanner estén bien.

Las lágrimas de Jagger comienzan a mojar mi cabeza cuando Jameson termina por abandonar la cocina. Suspiro y lo consuelo, brindando a sus omóplatos la caricias necesarias para calmarlo. Permanecemos abrazados por lo menos diez minutos antes de que me separe debido al revuelo que se escucha en la planta de abajo. Jagger maldice de manera repentina y corre fuera de la estancia, lo sigo con rapidez.

— ¿Qué es? ¿Qué pasó?—Cuestiono mientras nos precipitamos escaleras abajo, segura de que Kristoff le ha comunicado algo por medio del enlace. Lo que me preocupa es que no lo ha compartido conmigo también. — ¡Maldita sea! Responde, Jagger.

—Es Alena. —El terror me invade y pronto llegamos al primer piso, donde todos se encuentran discutiendo de manera aireada en voz baja. Palidezco al encontrar a un herido Tanner siendo revisado por mi hermano, mi familia se mantiene en silencio mientras los Stone y Shane discuten con Kristoff.

— ¿Qué ocurre? ¿Dónde está Alena?—Inquiero preocupada ante los cortes que presenta Tanner a lo largo del torso. Todos se limitan a observarme. — ¡Hablen de una puta vez!—Chillo, exasperada por su silencio.

—Leia recibió una nota junto a un mechón de cabello de Connor. —Comienza a decir el Alpha, no me gusta su expresión. —Le han ofrecido un intercambio de rehenes. Justo ahora se dirige hacia allí.

Mi corazón se rompe mientras mi mundo se fragmenta en miles de pedazos, Jagger blasfema mucho más alto y el resto reanuda su discusión. Caigo sobre mis rodillas y me abrazo a mí misma, lanzando un gemido lastimero. No, mi bebé no. No después de todo por lo que hemos pasado pueden tenerla así de fácil.

—Has permitido que se la llevara, ¿no es así?—Inquiero en un susurro con la mirada en mis muslos, escucho el pulso de Kristoff incrementar. —Esas heridas en el cuerpo de Tanner no las ha hecho ella, fuiste tú. —El dolor en mis huesos incrementa junto a mi temperatura corporal, el sudor comienza a bajar por mi espalda, adhiriendo la blusa que porto a mi piel. —Permitiste que se llevara a mi hija a cambio de la vida del tuyo. —Levanto lentamente la mirada, sintiéndola brillar, y todos ahogan un jadeo ante lo que ven. —Muchachos.

Mi familia, mi manada de Wooded Ville, se abalanzan sobre el Alpha con tanta rapidez que nadie logra impedir que lo inmovilicen. Él ruge y los Stone junto a los Smeed, excluyendo a Jagger, contraatacan. Lanzo un rugido que logra sacudir las paredes de cristal a nuestro alrededor, se amedrentan y dan un paso atrás.

—Quiero que seas consciente de una cosa, Kristoff Sheridan. —Comienzo a decir, tomando su mandíbula entre mis manos, las cuales son más garras, zarpas, que dedos y carne humana. —Si logro atrapar a mi querida madre, y sé que lo haré, no voy a ser gentil. —Me acerco a su rostro al mío mientras huesos de menor importancia comienzan a partirse. —Tampoco voy a tener compasión alguna, así como ella no la tuvo al secuestrar a una bebé indefensa. —Mis ojos refulgen en mi tonalidad y brillo de Alpha, su gesto se contrae de dolor y sus hombros se hunden, impotente.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora