Capítulo 29

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Hunter

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Hunter

«No te sientas culpable».

Es lo único que estoy escuchando desde que nuestras familias llegaron al hospital. Todos me dicen básicamente lo mismo, que no fue mi culpa, que no me sienta de la manera en que me siento.

¿Quiénes son todos ustedes para decir cómo sentirme y cómo no? Nadie puede hacerlo, nunca. Porque, a fin de cuentas, los espectadores no se imaginan por todo lo que está pasando el protagonista, quien se encuentra preso de sus hirientes sentimientos y/o pensamientos.

Dicen que no me sienta culpable. Bueno, adivinen, no puedo sentirme de otra manera. En mi mente solo se escucha el grito desgarrador de Chloe tras haber sido herida, y un eco incesante diciendo «no la pudiste cuidar».

Le había cerrado la puerta a los sentimientos. Había encerrado a mi corazón en una habitación fría y solitaria. Y ella se presentó, de sorpresa, como un regalo maravilloso que me dio la vida para sanar mi tormenta.

Chloe llegó y abrió una ventana, rápidamente la luz entró y le dio calor a mi corazón, le dio vida. Y es por eso por lo que me entregué a ella sin miedo, sin pensar en mis ojos oscuros.

Y fueron mis ojos oscuros los causantes de su herida. Los asaltantes se aprovecharon de nosotros por mi discapacidad, se burlaron y hasta sacaron el más trágico provecho.

No puedo no sentirme culpable, porque realmente siento que, si hubiese visto todo, nada de esto habría pasado.

En mi expectativa estamos en el departamento, dándonos besos en el sofá, diciéndonos te quiero, riéndonos de cualquier cosa. Pero no está pasando eso, porque en la realidad, estamos esperando a que Chloe despierte.

Está fuera de peligro, eso nos informaron hace una hora. Entonces, ¿por qué me siento un peligro para ella? Si sigo a su lado no solo seré su paciente, sino también su peligro.

Quisiera que mi mente se callara. Necesito que por un momento se ponga en pausa. No la quiero escuchar, ya no. Suficiente con todo lo que me está haciendo pensar por el momento. Que alguien, por favor, calle a mi mente porque no deja de lastimarme.

—¡Hunter! —sé muy bien que se trata de Paul. Noto cómo se sienta a mi lado, y doy por seguro que es él cuando su colonia llega a mi nariz—. Amigo, háblame. Me aterra tu silencio.

—No pude cuidarla —susurro entre dientes, con dolor—. Nos atacaron y no pude cuidarla.

Mi voz se quiebra al repetir tales palabras. En mis ojos pican las lágrimas, aquellas que me he negado a soltar desde que llegamos aquí.

—¿Te das cuenta de que tenía razón? ¿Ahora entiendes por qué no me quería entregar a los sentimientos?

—No hagas esto, no te lastimes así. No empieces con lo mismo...

A través de ti (En físico y en Ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora