Fin del sueño ¡A seguir practicando!

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Entonces salió expulsado hasta su cabeza y le clavo la espada en la frente, aquella mueca horrible se partió en dos y cayó sobre sus hombros, dejando ver el rostro meditativo de siempre, hizo más fuerza, y desfragmentó la figura completa. Antes de destruirse hubo un fundido en negro y se despertó. Al despertar en la realidad de su cama vio a través de la luz tenue que entraba por la ventana a persona oscura al lado de su cama. Dinm se levantó inconscientemente, cogió la espada corta que estaba flotando verticalmente en el libro y lo cortó por la mitad, cómo si aun fuese un sueño. El secuaz estaba paralizado sorprendido y confuso, y se desintegró. La espada también desapareció poco después, entonces Dinm recobró la percepción. Aún era de noche, estaba en pijama, levantado, medio dormido, se calmó y se sorprendió de lo que había sucedido. Cerró las cortinas, cerró el libro que se había abierto y volvió a acostarse.

El jefe de la orden de los corruptos estaba decepcionado por otro fracaso, no le importaba malgastar secuaces, pero le suponía un fastidio que el usuario del libro se volviera fuerte, tenía que pararlo antes de que supusiera una amenaza.

Días después de practicar sus hechizos de agua, intentó aprenderá dominar otro elemento, la Tierra. No podía entrenar en su lugar secreto, ya que el suelo era cemento y era más complejo que la tierra, así que tendría que salir del pueblo.

Le apetecía andar por los alrededores. Así que se preparó, con su bolsa de viaje y su libro dentro. Y emprendió el sendero por las afueras. Pero no fue por el que llevaba al picnic, sino otro nuevo que se acercaba a la montaña. Cómo iba a ser normal, Dinm veía otras criaturas, aunque el bosque continuaba así. Más adelante se salió del camino y se dirigió a un entrante de la montaña. El terreno era rocoso e inclinado hacia arriba, tenía que ir con cuidado de no tropezarse.

Cuando estuvo cansado decidió para a descansar, sacó su libro y empezó a meditar, pero esta vez para controlar la tierra. Se intentó concentrar, pero nada, y reanudó la marcha. A lo lejos, arriba vio la entrada de una cueva, pensando que sería una de esas zonas para los espeleólogos, y aumentó su interés. Al estar en laentrada no vio ninguna señal ni huellas de que hubieran estado humanos, es másposible que pasaran criaturas mágicas, e incluso la cueva no parecía tanprofunda como para ser de espeleólogos. 

Mi propia magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora