Corre del gigante

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Empezó a entrar. Al estar oscuro, sacó su móvil e iluminó, vio cómo gnomos y cosas que parecían topos se escondieron bajo tierra asustados -Estas criaturas no son cómo las del exterior que pasan de mí.- pensó. Pero por algún lado entraban rayos de luz, que iluminaban tenuemente el lugar. Al avanzar un poco más, observó que la cueva se abría por arriba, debido a una grieta de unos tres metros de ancho y varios de largo. Pareció ver algo al final que creía que era parte de la pared. Notó que el suelo estaba removido y empezaba a oler mal, pronto empezó a ver huesos y calaveras. A Dinm le empezaba a dar miedo y pensaba en dar media vuelta y marcharse más tenía curiosidad por saber que era lo del final.

Parecía algo enorme y creyó que se había movido, caminaba lentamente y a tan solo unos pocos metros. Pudo comprobar que se trataba de un gigante asentado, con la cara cubierta por una capucha. Parecía que le pasaba algo malo, estaba en los huesos y Dinm le dijo -Hola ¿Estás bien?- con la suerte que le comprendiera, aunque no sabría su idioma un ser tan antiguo. El gigante no parecía reaccionar, Dinm estuvo mirándole un rato, preocupado, sin hacer nada, al igual que el gigante. Pero, de repente, el gigante se levantó, sin dar la cara y se agachó adelantando su mano inocente, inseguro y tímidamente.

Dinm no sabía qué esperar de él. Sin embargo, dejó ver su horrible rostro desfigurado, en el cual tenía la boca abierta, saliéndole saliva y, a falta de unos dientes, unos ojos brillantes irritados y parpados hinchados. Entonces Dinm comprendió que no quería ser amigable, sino que estaba locamente hambriento. Antes de que acercara más la mano, corrió dando media vuelta y saliendo de allí.

Dinm bajaba la montaña bruscamente, mientras el gigante lo seguía perfectamente. No sabía por dónde iba tropezándose con las piedras y casi chocándose con los árboles, con el libro en la mano.

Recorrió todos los kilómetros, hacia la ciudad. Pensó que tal vez allí lo despistaría. Entró por uno de los senderos que llevaba a una calle. Otra persecución, ya sabía que ninguno de sus hechizos a su nivel le podría hacer algo.

Empezabaa ver pasar los coches, cruzó la carretera y se adentró en el pueblo. Habíapersonas por las calles pero no veían al gigante, las esquivaba para nochocarse y oía los grujidos y fuertes pisadas. El gigante iba por en medio dela carretera, sin importarle los coches, que por suerte no se topaban con él.

Mi propia magiaWhere stories live. Discover now