Capitulo 1

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vendida

Como todas las noches, ella estaba preparada para salir a escena. Odiaba con toda el alma las presentaciones, al comenzar la noche. Ver como los hombres ofrecen su dinero, más y más, sólo por una mujer y una noche de pura pasión. Para decir verdad, los que solo disfrutan son ellos. Hace algunas noches, el lugar se había llenado de jóvenes apuestos, dueños de grandes empresas, herederos de grandes compañías. Eso era suerte para muchas de las demás chicas del lugar, y también para ella. Prefería mil veces acostarse con un hombre apuesto que con uno repulsivo. Y aún que no lo crean los jóvenes dan más dinero por las mujeres que los demás compradores. Al fin y al cabo son los que más necesidades tienen por ser complacidos. Faltaban 5 minutos para qué empiece las ofertas y como todas las noches sin falta se asomó por la cortina. Los trajes elegantes de los millonarios eran los que más relucían entre la luz del local. Los murmullos masculinos eran música allí afuera. El olor a cigarro era sofocante y los chillidos de las demás eran irritantes. Dio por última vez un vistazo a lo que traía puesto, un corto vestido rojo con unos tacones que hacían juego. Con suerte no llevaba casi nada de maquillaje, porque con el calor que hace de seguro ya se le habría corrido.

- Nerviosa?- susurro Wendy, atrás suyo, con ese fino vestido negro, extremada mente sexy, que resaltaba su cabellera pelirroja -
- no, ya lo eh hecho muchas veces - volvió a espiar por el pequeño hueco de la cortina - ¿por que habría de estarlo?
- ¿acaso no viste los increíbles hombres que nos esperan allí afuera ? - se mordió el labio con ferocidad, cerrando los ojos por un momento -
- no es algo por lo que me preocupa o me emociona - volteo la cabeza observando a las hormonas femeninas desatar se cerca a los vestido res - pero creo que a las demás si
-
- a todas - afirmo Wendy -
- no me interesa ninguno que se encuentra allí afuera
- no creo que pienses lo mismo, cuando veas a esos papuchos

Volvió a alejarse, dirigiéndose con sus tan aceleradas amigas. Por otra parte _____ seguí allí para esperando que empiece y acabe todo esto de una ves

- Bienvenidos a todos los caballeros presentes esta noche, tan hermosa que tenemos hoy - presento la dueña del local, una señora mejor arreglada que cualquiera de las demás. Con la edad de una señora de 50 años y un cuerpo envidiable para ser una señora mayor - hoy tendremos a nuestras mismas hermosas y fabulosas señoritas - se escucharon los aplausos masculinos junto con algunos murmullos - les presento a nuestras 7 deslumbrantes chicas.

Como de costumbre, cada una fue pasando. De acuerdo al número que le corresponde, posicionándose donde ya había sido asignado. Faltaban dos números para que pasara. Le había tocado el numero 4. Las luces enfocaban directamente en el lugar donde se posicionaría cada una, después de unos minutos nombraron su número. De un respingón paso adelante, viendo los muchos hombres que abastecían el no tan grande lugar. Muchos de los de allí no venían a dar dinero para acostarse con una de las que se postulaban sino también venían a ver a las bailarinas exóticas que bailaban después de la subasta. El lugar era más conocido por la subasta que por cualquier cosa y como no había tanta mercadería, debían complacer a los demás, con algo igual de satisfactorio. Entre la multitud ________ capto los ojos de un hombre en especial. En la segunda fila, se encontraba un hombre sumamente apuesto. Sintió su mirada en cuanto camino a su lugar. Era una mirada que quemaba, ojos color miel con un tono intenso eh inigualable. Desafiantes y juguetones a la vez. Un traje al parecer de diseñador. Elegante y excitante. Con el porte de un hombre de 25 años. En la forma que la miraba, era una forma nueva de sentirse, no había incomodidad ni mucho menos irritación. Era una mirada que daba ganas de tenerla encima. Ninguno de los dos rompió el lazo entre esa conexión. Escondido entre la poca luz, era difícil decir con exactitud lo rasgos perfectos de su rostro. Un pequeño levantamiento de labios formo una sonrisa. Le estaba sonriendo.

La más hermosa mujer que habían captado sus ojos esa noche pensó él. El rojo era su color favorito, un color que te prende, te atrae. su piel deslumbraba debajo de aquella luz. Viendo como ella quedaba cautiva, deslumbro una pequeña sonrisa triunfante. No se arrepentía de la decisión que había tomado al venir a ese lugar, esa noche. Más bien, parece que volvería seguido. Claro, si ella cumplía los requisitos.

Se mordió el labio, tratando de no desesperarse. Quería salir del escenario, dejar de ver aquella sonrisa, pero simplemente no podía dejar de mirararlo. Por más que ella quería no podía despegar su vista de aquel hombre de cabellera dorada.

- Muy bien ahora le damos una aplauso a la señorita con el numero 4, hermosa, preciosa - comento la presentadora con aquel tono despreciante - se que muchos quiere obtener a esta bella mujer, asi que comenzaremos la subasta con 500 dólares, ¿Quién da 500?

Sus ojos se desprendieron de los suyos. El se había concentrado en lo que estaba diciendo la presentadora. Se había tornado serio un momento cuando en el fondo se escucho un 'yo doy 500? No hizo falta que la presentadora aumente el precio. El ya lo había hecho.

- Doy 1000 - su vos gruesa, segura y firme, abundo el lugar-

Se quedo allí algo aturdido. Su vos seguía vagando en su mente, despertando su cuerpo. No dejo de mirarlo, cautiva de su tan perfecta contextura. Se escucho una subasta mayor, 1500 dólares del hombre de la primera fila.

Intercambiaron miradas. Al parecer el no lo iba dejar ganar de una manera sencilla. ¿y que esperaba? Una mujer hermosa y esbelta no se pilla en cualquier prostíbulo. Apretó la mandíbula inconsciente de que ella aun lo miraba. 1500 dólares era una suma muy elevada, pensó. Pero ese no era obstáculo para, el. Iba a abrir la boca para protestar el precio, cuando otro contrincante lo interrumpió, ofreciendo 2000 dólares y otro que dispuso 500 dólares más- vaya - pensó en silencio- Esa mujer no sería fácil de conseguir - sonrió para sí mismo, ese no era problema, si Justin ponía la vista en algo, lo obtenía, cueste lo que cueste.

- 3000 dólares - grito él, sabía perfectamente que esa cantidad sería superada en unos segundos pero quería elevar un poco más el precio para no ser superado -

Abrió los ojos sorprendida. Estaban dando 3000 dólares solo por una noche y para estar con ella. Trato de disimular su asombro cuando el volvió a mirarla. Sonrió, y esa sonrisa únicamente era para ella. Sus dientes perfectos alumbraban más su rostro. Era hermoso y por lo tanto trato de no sonrojarse y cuando pensó que lo había controlado, le guiño el ojo. Un coqueteo muy común. Y sintió como su cara se tornaba de color rojo tomate. Estaba segura de que era todo, ya había finalizado pero otro joven de la última fila volvió a subastar. 3500 dólares. De seguro su madre estaba sonriendo, era el mayor logro que había tenido en toda su vida. Nuca había pasado de los 3000 dolares. Deseo que la subasta se haya quedado en 3000 dólares. Deseo que el chico que cabellera dorada ganara la subasta pero era imposible para ella pensar que el daría más por una simple mujer.

- 5000 dólares - grito el parado, lejos de su asiento, con los ojos puestos en la rpresentadora-

Se le cayó la boca, en cuanto lo oyó. Ese hombre enserio quería tenerla. Trato de creerse lo que había escuchado pero era algo imposible. Miro atrás viendo a sus demás compañeras. La mayoría celosas excepto Wendy, ella estaba orgullosa. Siempre le había repetido que pagarían lo que fuera por estar con ella, y nunca la tomo enserio en ese asunto. No hasta ahora. Los demás hombres quedaron callados, ninguno volvió a subir el monto de dinero. Todos quedaron callados y serios, esperando la próxima subasta. El por otra parte quedo con los ojos brillante buscando los de ella. Con una sonrisa victoriosa, se acomodo la corbata y después poso las manos en los bolsillos aun sonrientes, esperando que le den por lo que había pagado.

- VENVIDA - grito la presentadora- al señor de traje azul marino, un aplauso - el lugar estallo en un aplauso - su nombre por favor
-

Sonrió orgulloso, al escuchar la pregunta. Su nombre era la mejor forma de hacerse respetar. Tenía orgullo al decir su nombre y que conozcan quien era.

- Justin Bieber

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