Capitulo 3

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Despertó con la soledad en la habitación. No podía creer que se había quedado dormida. Era algo que jamás le había ocurrido en todos estos años de trabajo. O los miraba mientras ellos se vestían y se despedían con un "adiós preciosa o nos vemos esta noche nena" o simplemente ella se iba de la habitación. Siempre se había sentido mal, cuando lo hacía y lo que necesitaba urgentemente era un baño largo y con música con el volumen seriamente elevado. Su madre no protestaba sobre eso. Si ella le daba el dinero que necesita lo menos que tenía que hacer era dejarla que por lo menos se dé un baño como ella quería. Aun desconcertada se levanto de la cama, desnuda, y recogió sus prendas vistiéndose apresuradamente. Salió de la habitación discretamente, el pasillo estaba iluminado completamente con señoras de limpieza barriendo y acomodando las camas desechas. No falto aquella que al pasar la miro feo. No le importo en absoluto, era su trabajo, un en donde la obligaban a hacerlo. Tenía que irse a su casa, no tenía ni idea de que hora era, pero un hambre asombro hizo rugir su estomago. Entro en los camerinos del lugar. Llego al suyo y abrió rotando solo la manija. Entro y se dirigió directo al baño a lavarse el rostro. Seguía adormilada, fue la mejor noche de su vida. Por lo general, era lo mismo, dejaba en la habitación a los hombres satisfechos mientras ella se dirigía rápidamente a su camerino a tomar sus cosas, irse en taxi hasta su casa y quedarse en la bañera largas horas.

Se miro al espejo, viendo sus ojos descansados y ese brillo que radiaba en su piel rara vez. Se cambio casi de inmediato, le urgía algo de comer. El hambre era insoportable. Salió por el pasillo con su bolso colgando de un hombro.

- Pensé que siempre te ibas en cuanto acababa el trabajo - susurraron detrás suyo, se dio la vuelta de inmediato encontrando a Wendy con sus cosas bebiendo una botella de agua-

- Siempre lo hago

- ¿y qué paso esta vez? - había un toque de curiosidad en la voz de Wendy, era inevitable para ella no andar metida en la vida de los demás-

- Solo me dormí, fue un accidente

- ¿Tan bien lo hace?

- ¿Quién?

- El señor Bieber, ¿así se llama, no?

- Sí y para tu información - _______ no pudo evitar sonreír al darse la vuelta y comenzar a caminar - no lo hicimos, fue algo mucho mejor

Estaba arreglando alguno de sus papeleos habitual y como normalmente pasa el teléfono comenzó a sonar en la gran oficina. Dos toques después el atendió el teléfono con un leve asentó molesto en su vos.

- Te dije que no pases llamas - le susurro a la secretaria-

- Es que el señor Ryan esta aquí

- Que pase - colgó con suavidad y dejo los papeles a un lado -

Se paro levemente alisando el traje negro que llevaba con frecuencia. Camino con desde hasta posarse al frente de su escritorio y apoyarse en el con las manos en los bolsillos, esperando a que su fiel amigo entre por la puerta. No muchos segundos después la secretaria con esa fina falda azul y la blusa blanca dentro de ella, entro en el escritorio. Su cabello rubio brillaba rosando sus hombros con una sonrisa despertina y detrás Ryan con un traje azul escarlata. Igual de sonriente. Le dio un vistazo a las piernas de la secretaria y mirándola con esa lentitud y penetración. Era como si la acariciara con la mirada. Ella obvio lo noto, y le devolvió una sonrisa coqueta. Meneando las caderas salió de la oficina.

- Pensé que tu y la secretaria no traían nada de nada - Ryan tomo asiento en uno de los grandes sillones negros de cuero -

- Solo me gustan sus piernas, no por eso quiere decir que me voy a acostar con ella - se defendió el aun en la misma posición-

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