46: Esperanzas

17.2K 2.6K 503
                                    

Dedicado a MiluuAylen___ por ser tan tierna y tenerle tanto cariño a esta historia. Que la disfrutes❤

El viaje fue silencioso, y respeté que Belén quisiera estar sola con sus pensamientos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El viaje fue silencioso, y respeté que Belén quisiera estar sola con sus pensamientos. No me había confesado qué cosas le dijo a su papá, sin embargo, tuvo que haberle afectado lo suficiente para mantenerla callada durante cuatro horas.

Llegamos a Rosario a medianoche y nos bajamos del autobús un poco adormilados. Caminamos hasta uno de los banquitos de espera tras sentarnos, ella recostó su cabeza en mi hombro, como había hecho en el autobús.

Por chat planificamos que esperaríamos algunas horas en el terminal hasta que amaneciera, y en la mañana, con suerte, nos lavaríamos la cara y cambiaríamos de ropa en alguno de los baños. Sin embargo, ella necesitaba descansar. Le esperaba un día lleno de noticias que no serían necesariamente buenas, y que pasara la noche en aquel terminal solo la desgastaría más.

—Estoy seguro de que hay hoteles por acá cerca. Deberías dormir un poco —propuse.

Ella se incorporó y me miró con una ceja levantada.

—No van ni dos citas y ya quieres llevarme a un hotel —respondió, burlona.

—Tonta. —Rodé los ojos, reconociendo que estaba burlándose de mi sugerencia. Aunque ambos sabíamos que había cierta verdad en su broma—. No te estoy invitando a... Ya sabes. Solo creo que deberíamos dormir algunas horas antes de ir a ver a tu abuelo.

Ella suspiró y se masajeó el cuello.

—Un hotel no entra dentro de mi presupuesto, lo siento.

—Tú pagaste los boletos. Déjame encargarme de esto y quedamos a mano.

—No, Andrés. No quiero que gastes tus ahorros, además...

Yo iré a descansar a un hotel —anuncié, interrumpiéndola—. ¿Te quedarás aquí?

Obviamente no pensaba dejarla sola en aquel terminal, pero debía presionarla un poco. No era muy seguro que nos quedáramos allí solos de todas formas.

Tampoco estaba insistiéndole para hacer algo con ella, podríamos alquilar dos habitaciones. Por suerte, Dante me pasaba más dinero al mes del que necesitaba, así que mis ahorros no eran un inconveniente.

Ahora bien, si se suscitaba la oportunidad de que algo se diera entre nosotros... no la rechazaría.

Me levanté y ella hizo lo mismo, resignada.

—Está bien, vamos —cedió.

Salimos del terminal, y como si estuviese puesto por el destino, ambos vimos un hotel del otro lado de la calle. No me fiaba de ese tipo de hoteles, eran incómodos y usualmente asquerosos. Pero no quería que camináramos demasiadas calles a medianoche por una ciudad que no conocíamos, mucho menos sin compañía.

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora