61: Genes

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Dedicado a valentinacoronel324 por estar aquí en cada capítulo, sufriendo y amando a los personajes. Gracias por el apoyo♥


Los días habían transcurrido de manera lenta

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Los días habían transcurrido de manera lenta.

Las primeras horas en casa sin mi nonna se hicieron agónicas y lúgubres. Pía ya no parecía tan afectada por lo que supuse que la compañía de Dante le ayudaba a mantenerse firme y concentrada. Aunque también creía que ella trataba de no demostrar su tristeza delante de mí. Lo irónico es que yo tampoco expresaba cuánto extrañaba a mi nonna como si con ello pudiera ahorrarle a mamá un poquito de ese dolor.

Por mi parte, en las mañanas lograba distraerme con las clases de la universidad. El problema llegaba cuando regresaba a casa; sentía cómo si se me comprimiera todo el cuerpo, empezando por el corazón. Cada vez que cruzaba el pasillo no podía evitar echarle un vistazo a la habitación de invitados —que solía ocupar mi nonna—, creyendo que ella aparecería por milagro divino.

Dante se había quedado toda la semana con nosotros. No iba a negar que cenar con él todas las noches era agradable. Mi poco conocimiento respecto al área de psicoanálisis me llevaba a intuir que, inconscientemente, intentaba reemplazar la figura de mi nonna por la de mi padre. Sea cual fuera el motivo, me hacía bien que se quedara con nosotros.

La noche siguiente al entierro de mi nonna, abrí mi ventana buscando alguna señal de vida por parte de Belén, sin embargo encontré sus persianas cerradas. Me sentí culpable al reaccionar de una forma tan exagerada a raíz de lo de Ximena, no obstante quería creer que ella entendería que estaba atravesando un mal momento.

Pero ella también. Belén también se encontraba sensible a raíz de la noticia que recibimos en Rosario, y yo la había tratado mal a pesar de ello. Sentí un hondo cargo de conciencia.

Le escribía todas las tardes al chat de Facebook sin obtener respuesta. La esperé en mi ventana todas las noches, mas ella jamás apareció.

Al principio la comprendí: quería espacio. Aunque después de una semana entera, la preocupación no dejaba de carcomerme. ¿Habría hablado con su mamá? ¿Estaría llevando bien la situación? ¿Me necesitaba? Yo sí la había necesitado durante aquella semana sin mi nonna, pero también era consciente de que cuando una persona no se siente preparada para darle apoyo a otra, es mejor no intentarlo.

Yo no había estado listo para atender sus problemas; tal vez ella tampoco estaba emocionalmente lista para atender los míos.

Después de siete días decidí dar el paso, en especial porque me sentía con la fuerza necesaria para ayudarla. Incluso le había comprado una caja de chocolates para endulzarle un poco la tarde.

—Andresito —me saludó la señora Primavera al abrirme la puerta—, qué bonito verte. ¿Cómo estás? ¿Cómo sigue tu familia?

—Lo estamos tomando un día a la vez. Estamos mejor, muchas gracias. —Le sonreí y ella me devolvió el gesto—. ¿Está Belén?

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora