56: Mejores intenciones

18.3K 2.6K 331
                                    

Dedicado a totallybabe por todo el bonito apoyo. Espero que te guste, cosita♥

Sentía como si el tiempo transcurriera de forma lenta, y a la vez, tan rápido que no era capaz de asimilar cada cosa que sucedía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sentía como si el tiempo transcurriera de forma lenta, y a la vez, tan rápido que no era capaz de asimilar cada cosa que sucedía.

El padre de Belén terminó por llevársela después de varios minutos de la noticia de mi nonna, dado que según él, mi familia merecía un tiempo a solas. Aunque tenía razón, para mí, Belén era parte de mi familia y me habría gustado haber contado con su compañía por más tiempo. No obstante, mis padres se mostraron agradecidos con el señor Aslan.

Pía se desmoronó al principio, en todos los sentidos posibles. Dante tuvo que ayudarla a sentarse y después de varios vasos de agua logró calmarse. Su cerebro pareció pulsar un botón que cambió radicalmente su humor: se levantó con firmeza y empezó a gestionar todos los papeles de mi nonna para poderla velar y enterrar al día siguiente. No volvió a llorar, solo parecía enfocada, esforzándose demasiado en mostrar que tenía todo bajo control.

Por mi parte, intenté respirar hondo y ayudarla en todo lo que fuera posible —como si con ello pudiera compensar que parte de lo sucedido podría ser mi culpa—. Intenté obviar y suprimir el dolor que me invadía. Además, necesitaba demostrarle a Pía que yo era tan fuerte como ella, de lo contrario, se desmoronaría una vez más.

Dante solo lucía preocupado por ambos. Triste por mi nonna, claro, pero preocupado por las dos personas que «él quería más». En algún momento mamá nos gritó —era normal que estuviese alterada— y nos pidió que la dejáramos sola haciendo los trámites.

Papá y yo nos dirigimos a la cafetería y nos pedimos dos cafés cortados. Cuando finalmente nos sentamos, el peso de haber perdido a mi nonna volvió a sucumbirme.

—¿Estás seguro de que no quieres cenar? —Dante había insistido con lo mismo durante la última media hora—. Hace muchísimo rato que comiste con Belén, y toda esta situación...

—Estoy bien —interrumpí con desdén. Mi mirada solo estaba puesta en la espuma del café mientras lo removía, acción que venía haciendo por más de dos minutos.

—Está bien que no estés bien. Puedes desahogarte conmigo, acabas de perder a alguien importante.

Bufé.

—¿«Importante»? —repetí—. Importante era mi profesor de Física del colegio, que me enseñó a adorar la ciencia. Importantes son mis primos de Módena, a quienes tengo años sin ver pero que extraño. Importante es Manu, que ha sido mi mejor amigo cuando creí que alguien como yo siempre estaría solo. Importante es la señora Primavera, que cada dos semanas nos regala a mamá y a mí galletas hechas por ella solo para alegrarnos los domingos. Esas son personas importantes. ¿Pero mi nonna? Mi nonna es... —Exhalé con cansancio y miré el techo durante un par de segundos—, mi nonna era mucho más que eso. Era una parte de mí.

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora