69: Tenemos que hablar

15.3K 2.4K 467
                                    

Dedicado a Alessandragonz ♥

Lo primero que hizo Erica al verme fue abrazarme tan fuerte como pudo, y considerando que ella era más alta y robusta que yo, resultó un poco doloroso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo primero que hizo Erica al verme fue abrazarme tan fuerte como pudo, y considerando que ella era más alta y robusta que yo, resultó un poco doloroso. Aunque agradable.

—Nos hiciste mucha falta —dijo señalando a Manu, quien me abrazó de una forma menos brusca, pero que también demostraba que se alegraba de verme.

—¿Me trajiste los chocolates que te pedí? —preguntó mi amigo.

Fruncí los labios.

—Tienes siete semanas sin verme ¿y esa es lo primero que me dices? Me lastimas, Manuel. Yo tengo sentimientos. Y sí, te traje tus chocolates.

Ambos nos sonreímos y le entregué a cada uno bolsitas con souvenirs. No era alguien de muchos amigos, por lo que solo había comprado detalles y regalos para tres personas.

Después de que me dieran las gracias, los tres comenzamos a caminar en dirección al Café Porteño dado que era el punto que habíamos acordado para encontrarnos con Ximena. Nos veníamos juntando con ella desde finales del cuatrimestre anterior, pero desde que ella y yo nos encontramos en Roma, nos hicimos más cercanos de una forma que ni siquiera vimos posible mientras fuimos novios. Cuando ella regresó a Buenos Aires, comenzó a salir con Erica y Manuel, así que de cierta forma ya era parte del grupo.

—Ya es casi la hora —anunció Erica—, no tenemos que entrar a la cafetería ¿o sí?

Era mi primer día de vuelta en la ciudad y todavía no veía a Belén, así que claro que quería entrar al Café Porteño con la intención de mirarla otra vez. Estaba cansado de tener que verla solo a través de la pantalla de mi celular. No obstante, Ximena nos había pedido por nuestro grupo de WhatsApp que por favor la acompañáramos el día de hoy a un evento significativo para ella, y ninguno pudo decirle que no. Ninguno quiso decirle que no.

—Ya llegamos al café y Xime todavía no está aquí —contesté—, podemos sentarnos adentro unos cinco minutos mientras esperamos.

—¿Todavía no has visto a Belén? —inquirió Manu, curioso.

—No.

—¿Ya le contaste lo de Ximena? —preguntó ahora mi amiga, mientras entrábamos al Café Porteño. Mis ojos recorrieron el sitio pero no se encontraron con Belén, lo cual me hizo fruncir el ceño.

—No, no se lo he contado. Además hay cosas que son privadas, Erica.

—Tarde o temprano se va a enterar, Andrés. Te puedes ahorrar muchos malentendidos y circunstancias incómodas si lo hablas con ella. Y si lo que te preocupa es Ximena...

—Le diré a Belén para hablar esta noche —la interrumpí, haciéndole una seña para que bajara la voz—. En el fondo me preocupa un poco como pueda reaccionar, pero quiero creer que lo entenderá.

—Si yo fuera tú, no perdería más tiempo. Allí está Belén. —Manuel me dio una dura palmada en la espalda que casi pasma mis pulmones.

Tragué con fuerza y sentí mis manos empezar a transpirar cuando mi mirada y la suya finalmente se encontraron. Aun en la distancia, detallé aquellos ojos azules perlados que tanto extrañé durante semanas y con los que había fantaseado toda mi vida. El rostro de Belén brillaba un poco por el sudor que le causaba el trabajo sumado con el verano, y se tornó aún más hermoso cuando se sonrojó ante mi presencia. Sus labios se entreabrieron, y desde la barra solo se limitó a regalarme una sonrisa.

—Ya regreso —notifiqué a mis amigos, sin prestarle atención a sus reacciones.

Me levanté y caminé hacia la barra sintiendo cómo mis orejas se calentaban, perdiendo noción de dónde estaba o qué día era. Lo único que cruzaba mi mente era que ella estaba allí, que sus labios curvaban la sonrisa que más había echado en falta, que su cabello a pesar de estar recogido en una cola, enseñaba el color dorado más deslumbrante que existía, que aún vistiendo un delantal negro que le quedaba gigante su cuerpo se plantaba como el más sensual y provocativo del lugar.

Habíamos pasado siete semanas distanciados, aun así, cuando llegué a la barra y la tuve a centímetros de mí, era como si no hubiera transcurrido el tiempo.

Ella no se atrevió a decirme nada y no supe si continuaba enfadada conmigo por el tema de Ximena, tampoco supe si debía darle algún tipo de explicación profunda. Según Erica sí, en especial ahora que Ximena volvía a mi día a día, a mis rutinas.

Estuve a punto de decirle un simple «hola» cuando ella tomó la palabra.

—Andrés —pronunció mi nombre con la dulzura que esperaba, luego señaló la barra entre nosotros—, creo que esto entorpece cualquier saludo. Voy a... ¿te parece si...? Espérame allí. —Lucía un poco ansiosa, sus manos no hallaban sitio y parpadeaba más de lo normal. Le susurró algo a su compañera de trabajo y caminó hasta darle la vuelta a la barra y acercarse a mí—. Hola.

Soltó una pequeña y corta risa nerviosa que me hizo sonreír.

Ambos permanecimos a una distancia prudencial del otro, como si no supiéramos cuál era la forma correcta de saludarnos. Al menos yo no la sabía, no después de haber estado lejos por tantas semanas y haber conversado tan poco durante el viaje.

—Hola, Belén. No tengo mucho tiempo, mis amigos y yo vamos a un sitio justo ahora. ¿Podríamos vernos esta noche en la terraza del edificio? Creo que necesitamos hablar de muchas cosas.

Ella se enserió un poco y asintió.

—Sí, a mí también me gustaría hablarte de algo.

—¿Andrés? —nos interrumpió Erica—. Ya es momento de salir. Ah, y hola, Belén —añadió con una sonrisa.

Di unos pasos hacia atrás y le me despedí de Belén con la mano, no sabía porqué la situación me tenía tan tenso y ansioso. Así no era como imaginaba nuestro reencuentro.

—Nos vemos esta noche, Belu.

Me giré para incorporarme a Manu y Erica. Agradecí que mi amiga no fuera tan indiscreta y mencionara el nombre de Ximena frente a Belén, eso solo empeoraría el momento.

De manera inesperada, un jalón en mi brazo hizo que me detuviese.

—Espera, Andrés —escuché la voz de Belén. Di media vuelta con la curiosidad invadiendo mi expresión—. Hay algo que necesito decirte, y tiene que ser ahora.




Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora