Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.
Escuché la puerta de casa abrirse, salí de mi habitación y comencé a bajar las escaleras.
Mis padres estaban subiendo maletas a su camioneta.
Volví a subir a mi habitación, no sin antes echar una mirada a la puerta de Elisa que estaba cerrada.
A ver, no soy de piedra, la chica es bonita. Y al menos lo que pude notar a través de su camiseta enorme, está buena.
Pero honestamente, no me apetece meterme en problemas. Y ella tiene tatuado "problemática" en la frente.
Volví a mi habitación, salí al balcón y miré que ella estaba sentada en el suyo. No sé había percatado de mi presencia.
Nuestros balcones estaban juntos, el mío quedaba entre el de ella y el de Sara.
— ¿Qué miras? —soltó, miré a otra parte — Nada —respondí y me senté también. — Sé que no te agrado, pero tampoco debes verme como un bicho raro. Que no es mi culpa que mi padre haya decido irse. — no es que no me agrades... —rodé los ojos, me miró— es solo que no quiero tener problemas. Y tú pareces ser de las que meten en problemas a los demás. —sonrió — Lo soy —suspiró— pero no tienes que alejarte de mi. Los líos en los que yo me meta no tendrán nada que ver contigo. — Bueno... —vi la camioneta de mis padres irse. Ella se levantó.
Su falda se quedó un poco arriba mostrando parte de su culo. No estaba equivocado. La hija de puta estaba buenísima.
Me mordí el labio inconscientemente. Ella me miró, siguió la dirección de mi vista a su trasero y alzó la ceja.
— Si no quieres tener problemas será mejor que dejes de ver el culo de tu hermanita —sacudí la cabeza y miré a otra parte— en fin, me voy —se bajó la falda y entro a su cuarto.
Me quedé con una sonrisa de estúpido en la cara. Iba a ser difícil no pensar en ella de otra forma apartir de ahora.
• • •
Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.
Bajé a la sala, tenía hambre y estaba aburrida.
Aún debía descubrir a dónde podría ir a rumbear aquí, porque mi casa estaba demasiado lejos como para volver con mis amigos hasta allá.
Entré en la cocina, abrí el refrigerador y vi que tenían cosas que podía comer. Cómo Yogurt.
Volví a la sala y saqué mi teléfono. Tenía un par de mensajes de mi amiga invitándome a fumar. Moría de ganas por eso, pero no podía irme ahora.
Bloqueé el teléfono de nuevo y me recosté en el sillón, no por mucho porque la puerta se abrió.
Miré en esa dirección, una chica blanca, castaña y con ojos azules se me quedó mirando.
— ¿Tú eres Sara, no? —me levanté — ¿Tú eres Elisa, verdad? —se acercó— mi madre dijo que debía llevarte de compras —asentí— ¿Quieres ir ahora? — Na, ahora solo quiero comer y dormir... —sonrió — Ya, tenemos planes parecidos —reí— ¿Ginés está en casa? —asentí— ¡Eh, imbécil baja vamos comer!
Reí ante su comentario, ella también. Dejó las bolsas que llevaba en el suelo y se recargó en el barandal.
Ginés bajó con una camiseta negra y un pantalón color camel. Pasó entre nosotras y salió hasta el coche.
— Así es ese imbécil, desde que llegué yo a su vida a sido así. Al menos conmigo —alzó los hombros— pero ahora que llegaste, quién lo necesita —me sonrió.
Tenía una sonrisa hermosa, y además... Era guapísima, sin duda me alegraba llevarme "bien" con ella.
Caminamos fuera y subimos al auto, yo iba detrás.
Sara encendió y avanzó.
Honestamente, no conocía la mayoría de esta parte de la ciudad. Nunca había venido para este lado.
— ¿Te gusta la pizza? —preguntó Sara — ¿A quien no? —dije yo obvia, Ginés sonrió— uy mira, don enojado está sonriendo —me miró, rodó los ojos y se giró de nuevo.
Me recargué y me concentré en mi teléfono, tenía un montón de cosas que hacer al llegar de vuelta. Y aún así sabía que iba a dormir.
Sara detuvo el coche afuera de una pizzería muy bonita. Jamás había visto una así.
Bajamos y caminamos dentro, un par de chicos nos miraron entrar, Ginés rodó los ojos y nos apresuró.
Sara pidió la pizza y nos fuimos a sentar mientras esperábamos. Ellos sacaron si celular, yo solo me concentré en mi alrededor.
Jamás me imaginé aquí, y menos con ellos. O sea, no sabía ni que existían.
— ¿Por qué miras tanto afuera? —preguntó Ginés. — ¿Por qué me miras tanto a mi? —le respondí, Sara rió — ¿Sabes que responder una pregunta con otra pregunta te hace estúpido? —lo miré con ironía — adivina qué acabas de hacer, genio —me eché a reír. Sara hizo lo mismo y Ginés solo hizo los ojos en blanco y nos sacó el dedo.
— Elisa, ¿Cómo era tu vida antes? —preguntó Sara, suspiré — Difícil, mi madre murió cuando yo era muy pequeña. Mi padre a veces me culpaba por ello y bueno... No teníamos la mejor relación que existía —hice una mueca— no me sorprendió que me dejara. Me sorprendió que no me abandonara a mi suerte. — Sí, a mamá todo eso de ayudar le llena mucho —respondió ella — y mi padre haría lo que fuera por esa mujer —alzó los hombros Ginés— hasta traer a casa dos chicas. — cállate, te haces el rudo, el "no quiero hermanas" y en el fondo sabes que disfrutas de no estar solo —Sara le reclamó — Una, ustedes no son mis hermanas —enumeró con sus dedos— dos, no soy rudo, soy serio. Y tres, vayanse a la mierda las dos. — Ulala señor educado —me burlé— mira, no podemos ser hermanos, en eso te doy la razón. — Gracias —se alzó — Porque los hermanos normales no andan viéndole el culo a sus hermanas, digo... —Sara abrió sus ojos a tope y miró al rubio. — ¿Qué hiciste qué? —dijo ella, Ginés rodó los ojos — No es mi culpa que tu falda se haya levantado. Y soy hombre, que esperabas que hiciera —alzó los hombros— no soy de piedra. Me gusta ver culos — pero no el de tu hermanas joder —Sara le pegó en el brazo — ¿Qué? ¿Te dan celos que a ti no te haya visto de ese modo jamás? —le dijo con pose de galán — Sabes perfecto que a mí los chicos no me van —alcé la ceja— chicas solamente — interesante —dije yo con una sonrisa que se me escapó — ¿Qué? —me miraron — ¿Eh? Nada, decía que interesante... O sea, interesante que la pizza no ha llegado —mentí — ah sí —respondió Sara, pero esta vez con una sonrisa distinta en el rostro.
