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Acababa de salir de bañarme, iba a vestirme y luego esperaría a Ginés para ir a la escuela.
Honestamente, no quería ir, estaba un poco cansada de ir a la escuela y además, no me sentía bien.
Mi teléfono comenzó a sonar, lo miré desde la cama tratando de usar mi inexistente telequinesis para moverlo hasta mi mano. Cosa que no pasó.
Dejé que la llamada se perdiera, total, si es importante quizás llamé a Ginés, o me vuelva a llamar.
Terminé de ponerme la media, puse mi zapato y me levanté, fui hasta el celular y lo tomé. La llamada perdida era del mismo número que había estado llamándome durante toda la semana pasada.
Iba a devolver la llamada, pero una cabellera rubia entró en mi habitación.
— Elisa, ¿Quieres bajar a desayunar con nosotros? Ana y Sara han preparado panqueques y Chemi nos hizo malteadas —asentí, bloqueé el teléfono y sonreí— que hermosa te ves de uniforme —se acercó, lo miré atenta. Puso sus manos en mis caderas y me pegó a su cuerpo. — Ginés, ¿vienes a invitarme a desayunar o a follar? decídete. —rió — Los chicos pueden esperar un poco, ¿No lo crees? —puso su mano sobre mi trasero, dejé un beso en su cuello y luego lo besé en lo labios.
Ginés no perdía tiempo, comenzó a desabotonar mi camisa con una de sus manos, yo traté de hacer lo mismo, pero en ese momento mi teléfono volvió a sonar.
Me separé de Ginés y contesté la llamada, era el mismo jodido número.
— bueno? —pregunté, no sonaba nada el otro lado. El vacío nada más— ¿Quien habla?
— ¿Quién es? —murmuró Ginés, alcé los hombros
— Sus bromas no dan gracia deje de llamarme —dije ya molesta y colgué.
Me senté en la cama y suspiré, Ginés se sentó a mi lado.
— ¿Seguimos? —preguntó, lo miré sonríente — ya no tengo ganas, perdón —negó sonriente, la verdad es que me intrigaba saber quién estaba detrás de estás llamadas. — no te preocupes —me dió un beso en la frente— iré al baño, vale? —asentí y lo ví caminar raro hasta el baño.
Cerré mis ojos, jamás una llamada me había arruinado un polvo, pero no sé porque está vez me es imposible no pesar en eso, era simplemente increíble.
Suspiré, me deje caer en la cama y me abotoné la camisa. Sin duda me había caído mal la llamada y el hecho de saber quién estaba tras esto.
Ginés salió del baño, se sentó a mi lado y me acarició el cabello. Sonreí un poco.
— eres preciosa —se acercó a darme un besito, ahora estaba más calmada.
La puerta se abrió, Sara entró con las manos en los ojos.
