Desayuno

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Después de haberme dormido pensando en miles de cosas pues se había hecho la madrugada para cuando finalmente caí dormida

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Después de haberme dormido pensando en miles de cosas pues se había hecho la madrugada para cuando finalmente caí dormida.

Así, apenas abrí mis ojos bajé corriendo a la sala. Estaba un poco aburrida y hambrienta y ahora que tenía dinero podía pedir la comida que quisiera.

Puse un pie en el último escalón, los chicos me miraron al mismo tiempo y sonrieron.

— Hey —dije haciendo una mueca— ¿Ya desayunaron? —pregunté, negaron
— No, Chemi y yo apenas llegamos —se levantó Ginés, sonreí. Se acercó a mí— pero te puedo desayunar a ti sin problema —susurró, reí
— Me gustaría ver eso —susurré de vuelta, me alejé y entré en la cocina. Estaba de espaldas y recargada en la barra de la cocina, con el teléfono en la mano y pidiendo comida.

Sus manos levantaron mis camisa enorme y se fueron a mis pechos desnudos. Solté el aire

— Ginés, ¿Qué mierda crees que estás haciendo? —susurré, me besó el cuello
— desayunando —soltó contra mi piel. Una de sus manos bajó a mi zona, jadeé. Su dedo se abrió paso y se introdujo dentro de mí. Mi espalda se encorvó

— Eh Chemi, ¿Y los otros dos? —esa era la voz de Sara a lo lejos, Ginés me sacó la mano, se lamió el dedo y se alejó.

Tomé aire y traté de relajarme. Al menos para que Sara no sospechase nada.

— Aquí están —dijo ella en la puerta, Ginés la miró y asintió— nuestros padres vienen para acá.

Me giré a verla, sonrió
— será mejor que me ponga un pantalón y otra camiseta —dije y corrí arriba.

Me encerré en mi habitación y me saqué la camiseta. Tenía un par de prendas nuevas que planeaba usar, así que me puse mi short negro y una camiseta corta y ajustada blanca que tenía el logo de Rick y Morty.

Me puse mis converse blancos y bajé corriendo de nuevo.

Los chicos estaban sentados en el sillón. Me senté al lado de Ginés y saqué mi celular.

— la comida viene llegando —dije y me levanté corriendo, ya que según la app estaba a segundos de llegar.

— Oye, y no piensas saludarme nunca? Elisa —abrí la puerta y tomé la comida del repartidor que esperaba. Entré y sonreí
— Hola amigo de Ginés —respondí y me senté de nuevo junto al rubio.

Este me miró de reojo con una sonrisa.  Era divertido este pequeño juego que estábamos armando entre él y yo.

Sara nos miraba intrigada, sacó su teléfono y bufó

— ¿Qué pasa? —preguntó Chemi
— nuestros padres no vendrán, se han vuelto a ir a Barcelona —suspiré
— ¿Está bien, no? —respondí.
— bua, es que no los veo hace tiempo... En plan, vienen y se van —alzó los hombros— iré a mi habitación —se levantó y se fue.

Chemi nos miró a nosotros, ambos hicimos una mueca. Él se levantó y fue tras Sara.

— ¿En qué nos quedamos? —me miró el rubio. Sonreí, me levanté un poco asegurándome de dejar a su vista mi trasero.
— No podemos hacer eso aqui, están arriba —alcé los hombros.

Ginés me tomó de la mano hasta el patio, me metió en la casilla de herramientas y me acorraló contra la pared.

— ¿Qué excusa tienes ahora? —alzó la ceja y comenzó a besarme. Puse mis manos en su nuca, alcé mi pierna hasta su cadera y él la tomó con su mano.

Me separé de él, comencé a besar su cuello bajando hasta sus clavículas. Él jadeó un poco y echó la cabeza para atrás.
Debía escapar de esto antes de que acabara follándomelo.

Con mi pierna abrí la puerta un poco y cuando ví que Ginés estaba distraído con mis besos y caricias, pasé bajo su brazo corriendo y entré a casa.

Lo escuché gritar frustado y luego entró muy despacio a casa.

— venga, no me folles si no quieres tía, pero no me dejes así de nuevo y solo —apuntó debajo. Sonreí— venga, una manita.

Me acerqué a él meneando las caderas y bajé su bragueta. Me gustaba jugarle bromas, pero era un alma piadosa.



Iniciabamos el curso en menos de una semana, mis padres seguían fuera y Ginés se portaba todo raro con Elisa

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Iniciabamos el curso en menos de una semana, mis padres seguían fuera y Ginés se portaba todo raro con Elisa.

La verdad, sentía un poquillo de celos cuando los veía bromear. Porque me sentía excluida.

Sacudí mi cabeza, venga ya. ¿Quién piensa eso mientras se masturba?

Dejé ir el aire y traté de consentrarme en algo más que no fuese mi puta hermana menor. Lo cual era imposible.
— Elisa... —murmuré...

— eh Sara... —entró ella a mi habitación, me saqué la mano de debajo de la cobija y la miré seria. Ella tenía esa mirada juguetona.
— La puerta se toca —dije agitada, ella se acercó
— Ya, y los pensamientos sucios se piden —se sentó en mi cama y estiró su mano por debajo de la cobija.

Apenas sentí su tacto fino en mi piel sentía mi cuerpo estremecerse. Ella sonrió de nuevo al ver ese efecto en mi.

— Elisa, deja ya... —jadé a penas— que esto está muy mal.

Haciendo caso omiso a mis palabras metió su cabeza bajo la cobija, iba a decir algo cuando su húmeda lengua se hizo presente.

Apreté mis piernas, ella seguía jugando debajo mientras yo rezaba porque Ginés no decidiese venir.

No porque me viera, porque sé que él tocaría... Pero eso solo haría que Elisa se detuviese y no quería eso.

Quizás era la fusión de que estaba haciendo algo malo, o de qué ella me ponía mucho, pero está sensación era completamente nueva para mí.

Se detuvo, se alzó hasta quedar cara a cara conmigo y se relamió los labios.

— Yo venía a preguntar si querías acompañarme a mi viejo barrio —murmuró, mi respiración estaba acelerada y era lo único que se escuchaba en ese momento.
— eh... Sí —dije con esfuerzo, ella se levantó y caminó fuera.

Se detuvo en la puerta de mi habitación y me volvió a mirar con esos ojos azules malisiosos que poseía.

— Sabes increíble —sonrió de lado y cerró la puerta dejándome sonrojada y satisfecha.

Lɪᴛᴛʟᴇ sɪsᴛᴇʀ ~ Wᴀʟʟs ʏ Sᴏᴄᴀs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें