mamá lo sabe

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No sé cuántas horas habían pasado desde que Elisa había salido de la casa, pero la había llamado por lo menos 30 veces en los últimos 15 minutos

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No sé cuántas horas habían pasado desde que Elisa había salido de la casa, pero la había llamado por lo menos 30 veces en los últimos 15 minutos.

Golpearon a mi puerta, Sara entró un poco apenada y se sentó a mi lado.

— todos se han ido a sus casas —sonrió un poco
— ¿También Ana? —la miré
— Sí, lleva muchos días ya aquí, su familia quiere verla un poco más —habia de admitir que la envidiaba.

Ella podía libremente pasear con su novia por la calle, cenar con ella en nuestra casa, visitar a su familia...

Ella podía besarla donde fuera y a cualquier hora del día, no importaba quien estuviera delante, o quién fuese a verlas...

Y yo, yo estaba muriendo de los nervios porque en cualquier momento mi madre llegaría y yo tendría que confesarle que me había enamorado de mi hermana, y que la amaba.

— ¿Te cogió el móvil a ti? —pregunto, ella niega apenada
— no, pero no debe tardar en llegar, Elisa sabe que nuestros padres vuelven hoy y que no puede regresar tarde a casa —mira el reloj— ya no debe tardar.
— le voy a decir a mamá —sueltó, Sara me mira sin creer lo que he dicho y se levanta
— Chaval, ¿Estás seguro? —asientó— Elisa está molesta contigo ahora mismo...
— sí, por eso mismo debo hacerlo, para saber si debemos romper con esta mierda de una vez por todas o debemos luchar porque ahora nos han aceptado... Necesito decirle a Elisa que seremos una pareja normal...
— pues te deseo muchísima suerte, espero que todo salga bien —sonríe
— gracias Sara —le digo y, sin que yo lo espere, ella me abraza.

Cierro mis ojos disfrutando de ese momento. Ese momento que hace 7 meses no creí jamás vivir, porque yo la odiaba.

Porque no nos llevábamos bien, pero Elisa nos unió. Elisa ha hecho tanto por esta familia que no sé qué sería de nosotros sin ella.

Sobre todo de mi, seguramente seguiría siendo un tonto, uno que no sabe querer y que va de chica en chica hasta que se aburre.

Y Sara... Sara jamás habría vuelto a hablar con Ana, jamás habría aceptado que aún la amaba y seguramente se habría llevado ese sentimiento a la tumba.

Elisa nos había brindado tantas que sabía perfectamente que debía quedarme con ella, que ya no era nada sin su existencia, que le debía mi vida entera y que no sabía que quería de mi si ella se alejara de mi vida.

Nos separamos, ella me despeinó con su propia mano y sonrió.

La puerta de la casa nos interrumpió, me puse de pie caminando escaleras abajo para toparme con mis padres sonrientes.

Había llegado la hora de decirles cómo me sentía, de decir la verdad, de ser honesto...

Había llegado la hora de la verdad, el momento decisivo, ese momento en que, quizás perdería el amor de mi madre, o su confianza, o quizás ganaría la libertad de amar.

Cualquier cosa que pasara iba a aceptarla, todo por ella... Haría cualquier cosa.

— Niños —sonrió mi padre, les di un pequeño abrazo a ambos y los miré
— necesito decirte algo, mamá —ella asíntió
— claro mi amor, solo déjame lavarme la cara y las manos y salgo a atenderte —caminó al baño— ¿Dónde está Elisa? —gritó desde adentro.
— Se ha quedado en casa de Sibel. —mintió Sara, la miré.

¿Y que se supone que haríamos cuanfo ella volviera dentro de un rato?

— ¿A dormir? —salió del baño, asentí— que extraño, ella casi no hace eso.
— no lo sé —alzó los hombros Sara— desde que llegaron del viaje han estado más unidas que nunca — hizo una mueca
— bueno —sacudió la cabeza— ¿Que querías decirme, Ginés? —me miró, acarició mi mejilla y sonrió.
— bueno es que yo... —miré al suelo, jamás había hecho algo como esto, estaba muy nervioso— me he enamorado de una chica —solté— me he enamorado perdidamente de ella y no puedo sacarla de mi cabeza, pienso en ella todo el tiempo y me ha hecho mucho bien. —mi padre sonreía a mis espaldas y mi madre parecía no creer lo que escuchaba— ella es una chica excelente, ella sabe muchas cosas, es muy inteligente, además de divertida, atractiva y culta.
— Wow, Ginés —me tomó de las manos, suspiré— ¿Pero dime cómo se llama hijo? Quiero conocerla cuanto antes, cualquier chica que haga así de feliz a mi niño automáticamente tiene mi cariño por completo —la miré, ¿Hablaba con la verdad o solo decía lo típico de siempre?
— es que ya la conoces, madre —nuestros ojos se conectaron, parecia confundida y sabía que en su cerebro estaba repasando de pies a cabeza a todas las chicas que ella conocía que podía ser que yo me enamorase de ellas. Pero estaba seguro que Elisa no había pasado ni de cerca por su mente.
— oh por dios, Ginés —me abrazó— ¿al fin has logrado confesarte a Sibel? —lo sabía, ella no tenía ni idea— yo sabía que ustedes dos iban a acabar juntos. —me estrujó con alegría— es que lo sabía...
— no es Sibel —respondí— es... —la puerta abriéndose me interrumpió.

Elisa entraba con la mente en otro lado, como si acabase de enterarse de lo peor del mundo.

— Elisa —se levantó mi madre— ¿pero no te habías quedado tú en casa de Sibel?
— Cariño... —se quiso meter mi padre
— No, espera —lo ignoró— ¿Dónde estabas?
— amor, dejémoslo, mañana hablamos con ella —le tomó la mano.
— No no, respóndeme ahora mismo jovencita —le habló más serio. Debía hacer algo.
— Es ella —grité— mi madre se giró a verme, con una cara tan asombrada como la de todos— estoy enamorado de Elisa, ella es la chica que domina mis pensamientos a cada instante.

Mi madre nos miró a ambos, sus ojos iban a desorbitarse... Estaba furiosa, eso sí lo sabía.

— te quiero a ti fuera de mi casa mañana por la mañana —dijo seria mirando a Elisa, luego, sin siquiera mirarme subió las escaleras.

Mi padre corrió tras ella, y Elisa siguió tan ida como cuando llegó.

Lɪᴛᴛʟᴇ sɪsᴛᴇʀ ~ Wᴀʟʟs ʏ Sᴏᴄᴀs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Where stories live. Discover now