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Desde aquella fiesta, había pasado una semana. Había sido duro, en parte porque Elisa de nuevo hablaba con Ginés y yo sabía perfecto que mientras ellos dos no estuvieran peleados yo no tenía oportunidad alguna.
Además, se sumaba el hecho de que ahora Elisa y Ana eran amigas y seguido venía a casa a dormir. Lo cual me daba celos y no sabía exactamente por cual de las dos.
Abrí la puerta de casa, la sonrisa de mi madre me sorprendió, mi padre desde la mesa me miró y sonrió también.
- hey, hija -mi madre me besó la frente, sonreí- la comida estará en la mesa en nada, ve a dejar la mochila y a lavar tus manos.
Asentí y subí la escaleras, ví la puerta de Ginés abierta, me acerqué, estaba en el balcón sentado mirando al jardín. Me acerqué y me paré a su lado.
Miraba atento a la piscina donde Elisa y Ana estaban charlando en la orilla.
- ¿Espiando a las chicas? -se giró asustado, se puso la mano en el pecho y suspiró - joder Sara, me has sacado un susto -reí- no la espío, solo estoy viéndola nadar. - eso es espiar -sonreí- ¿No sientes celos? - ¿De verla nadar? -sonrió de lado al mismo tiempo que alzaba la ceja. - No, de que estén juntas las dos todo el tiempo desde que se conocieron -me miró fijo - Elisa no gusta de Ana -respondió él - Pero Ana de ella sí -respondí yo de prisa y sin pensar. Ginés alzó la ceja - entonces creo que tú no estás celosa de Ana, si no de Elisa -se levantó- ¿No será que recuperaste tus sentimientos por Ana? -comenzó a caminar lejos.
Miré hacia abajo, la pelirroja miraba hacia acá mientras Elisa salía de la piscina.
Sonreí, Ana devolvió la sonrisa y salió también. Volví dentro y caminé escaleras abajo donde estaban los demás.
- ¿No te quedas a cenar Ana? -preguntó mi madre, la pelirroja se secaba el cabello, negó. - No, debo coger el bus y si me quedo será más peligroso -sonrió - Yo te llevo -dije, ella me miró un segundo- quédate - bueno, iré a vestirme -dijo, Elisa nos miró mutuamente - Te alcanzo en un minuto -dijo nuestra hermanita, sonrió a mi madre y se acercó a Ginés - necesito decirte algo -le susurro y subió las escaleras.
Mi cerebro iba a explotar si no aclaraba mis pensamientos en ese instante.
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Ana se ponía las mallas y yo hacía lo mismo, me sonrió.
- ¿Crees que Sara me haya perdonado ya? -se puso de pie, asentí- había olvidado que la extrañaba. - Yo creo que más que perdonarte... Creo que te ha elegido -sonreí- y está bien, porque creo que yo he elegido también -hice una mueca - Ginés? -asentí- he notado que él te mira de una forma increíble. Jamás ha mirado a otra chica de esa manera, ni siquiera a mi -anudé mi tenis y me levanté - tía, que bizarro es que seas mi amiga después de todo -reí- esto es madurez - y sí -rió- voy a bajar, vamos? - Sisi, ya voy -entré al baño. Mi teléfono vibró, miré la pantalla. Tenía una llamada entrante de un número desconocido, frucí el seño y respondí.
Nadie respondió, solo se escuchaba el aire y el sonido de los árboles. Colgué, seguro era una broma de algún idiota sin cosas que hacer en su vida.
Salí y bajé corriendo hasta la mesa a comer con mi familia. Me senté junto a Ginés, este me sonrió y su padre nos miró.
- bien, a comer -dijo y todos comenzamos a comer.
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Estaba sentado en el jardín, escuché la puerta abrirse y seguido se sentó a mi lado Elisa, con un short, una camisa corta color negro y un suéter blanco.
- ¿Ana se fue? -asintió- ¿Mis padres? - también -suspiró- no te cansa que vuelvan y se vayan cada dos semanas? - al inicio me era muy extraño, incluso me dolía pensar en que desde que mi padre volvió a casarse o veía menos que cuando viví con mi madre -sonrió - ¿Viviste con tu madre? -asentí- ¿Y por qué ya no? - Mi madre se casó con un hombre al que no le agrado -apreté los labios- yo era un niño muy pequeño cuando ellos se divorciaron, y viví con ella por 6 meses hasta que volvió a casarse y me envió con papá. -suspiré- y un año más tarde, cuando yo tenía 10 años se casó con la madre de Sara -alzó las cejas. - wow, llevas nueve años con ella, es demasiado -asentí- ¿Y que pasó con el padre de Sara? - Murió cuando ella era muy pequeña, honestamente no habla mucho de eso y su madre tampoco -alcé los hombros- debe ser duro para ellas. - lo es -soltó el aire- las entiendo, yo duré muchos años sin poder hablar de mi madre, ni siquiera mencionarla. - ¿Extrañas a tu padre? -pregunté, ella miró a la nada - no -suspiró- extraño sentir que pertenezco a un hogar, que quizás no es el mejor pero es el mío, es donde nací y donde debía estar siempre. -se estiró un poco y se recargó sobre mi- extraño el sentimiento de pertenencia, ahora solo me siento como una extraña siempre, y creo que no puedo sentirme parte de la familia porque joder... -rió- si así fuese estaría enamorada de mi hermano -abrí mis ojos, ella pareció arrepentirse, pero no lo hizo. Solo me sonrió.
Me acerqué lentamente y la besé.
Ahí estábamos, sentados uno al lado del otro, sin tocarnos si quiera las manos, solo dejando nuestros labios llevarse.
Sentía el mundo desaparecer a mi al rededor, de pronto solo estábamos nosotros dos, de pronto nada importaba, de pronto sentía que, a pesar de que me sorprendía... Me había enamorado de ella y está vez me atrevía a seguir este amor, y no quería echar todo a perder.
Está vez sentía que valía la pena darlo todo con tal de recibir lo mismo de ella. Y esperaba que ella se sintiera de la misma manera que yo.
Porque ya me había hecho a la idea de nosotros juntos... Costara lo que costara, tuviese que lidiar con quién tuviese que hacerlo... Incluso con mis padres estaba dispuesto a lidiar con tal de estar con ella.