Lɪᴛᴛʟᴇ sɪsᴛᴇʀ ~ Wᴀʟʟs ʏ Sᴏᴄᴀs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)

Abuela

Mi madre se fue a vestir, yo me quedé sentada en la mesa con mi vaso de jugo y mirando el celular.

Ginés bajó con una cara triste y se paró frente a mi. Honestamente, sentía mas enojo que pena por él.

- ¿Sabes que le pasa? -preguntó, lo miré seria
- en serio no sabes...? -negó- por dios, es que eres tonto -me levanté- solo piensa lo que has dicho y hecho... Y quizás encuentres la solución, por lo pronto aléjate de ella. -caminé a mi cuarto.
- tú quieres que me aleje de ella para pasarte tú -me detuve en mi camino a mi habitación, reí y lo miré
- yo no necesito que te alejes, es más, si quieres sigue intentando, solo no llores cuando te des cuenta que ella me prefiere a mi -finalmente subí las escaleras hasta mi habitación, debía cambiar de camisa.

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Llegamos a casa de la abuela, honestamente no me sentía bien como para conocer gente, pero tampoco iba a ser grosera con la gente que de una manera u otra me ha ayudado mucho.

Así que con una cara seria, una falda negra y una camiseta blanca bajé del coche.

La casa era menos grande que en la que vivíamos, pero igual de bonita. Elena se acercó y con una de su llaves abrió la puerta.

Nos invitó a pasar y luego, vimos entonces a la señora de cabellos castaños con un par de canas y los ojos cafés. Sonrió en nuestra dirección.

Sara fue a abrazarla, Ginés se quedó a mi lado sin moverse mucho, la señora se acercó y sonrió más fuerte.

- Ginés, eres ya un muchacho muy grande, y muy guapo -le acarició la mejilla- la última vez que te ví eras un pequeño -Ginés no pudo evitar sonreír, entonces me miró a mi- tú debes ser Elisa -asentí- ¿De dónde has sacado tú una chica tan bonita? -preguntó a Elena
- Elisa es la hija de uno de nuestros amigos, ha tenido que venir con nosotros -me acarició el cabello- ahora es parte de la familia -me sonrió
- Me da gusto conocerte cariño -la señora me dió la mano- soy Marta, pero puedes decirme abuela, o Nana como me llaman ellos -una sonrisa salió de mi.
- Gracias, me da gusto conocerla también -seguí sonriendo.

- bueno, vengan a la mesa que he preparado una sopa de verduras para chuparse los dedos -todos asintieron y caminaron al comedor, yo solo los seguí.

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Estaba sentada en un columpio de los que había en el jardín, por alguna razón no me sentía bien, ni feliz.

- ¿Quieres acompañarme a cortar un par de flores? -asentí- están por acá -Marta me guió hacia el camino que se introducía e los árboles.

La seguí lento y sin decir nada, no sabía que decirle tampoco.

- ¿Qué es lo que te tiene tan afligida? -soltó, la miré- he notado que te ves un poco triste -me acarició el brazo- ¿Es tu padre? -negué
- Mi madre, en realidad -no sé porqué, pero sentía que podía contarle mi vida entera y que recibiría mejor terapia que con un psicólogo.
- Elena me contó que... -asentí- lo siento mucho -hice una mueca- a veces nos toca lidiar con problemas que no son nuestros, o nos toca sufrir por el egoísmo de lo demás -caminamos hasta una banquilla con flores, no sentí ni siquiera que hubieses caminado- sé que debes sentirte mal, que debes extrañarla mucho.
- como no tiene una idea -suspiré- la mayoría del tiempo siento que puedo olvidarme del hecho de que ya no está, pero hay días en que simplemente no puedo sacar ese momento de mi cabeza y solo quiero... -mi voz se rompió- llorar y que nada me importe -puso el cabello detrás de mis orejas
- puedes hacerlo -sonrió- y si no encuentras sitio donde nadie te juzgue, siempre podrás venir aquí -me miró- este es mi sitio de relajación, mi zona de paz -miré mi al rededor- cuando extraño a mi marido, vengo aquí, porque aquí están las margaritas que plantamos juntos -mis ojos se cristalizaron
- las margaritas eran las flores favoritas de mi madre -mencioné- tenía muchas plantas y las amaba...
- entonces este es nuestro sitio -me acarició la espalda, dejé fluir el llanto y como quería empecé a llorar.

Me cubrí el rostro con las manos mientras sentía que Marta me acariciaba de arriba a abajo la espalda dando ligeros apretones en mis hombros y dejando un par de besos en mi cabeza.

- sé que nos acabamos de conocer, pero siento contigo un vínculo muy grande, no sé si a ti te pasa -murmuró, la miré sonríente, era verdad que estar con ella se sentía como cuando estaba con mamá...- puedes venir a hablar conmigo cada vez que quieras -sonrió- mis brazos siempre estarán abiertos para ti, y dispuestos a protegerte
- muchas gracias -por impulso propio la abracé, sentí el calor que me hacia falta desde hace mucho.

Sabía perfecto que ella no era mi madre, ni siquiera había un lazo sanguíneo que nos uniera... Pero sentía confianza, sentía cariño. Sentía que por primera vez en muchos años, alguien me quería sinceramente.

- vayamos dentro que nos estarán buscando -se levantó, tomó un par de margaritas del suelo y caminamos de vuelta a casa.

Esta vez, con una sonrisa en el rostro y con nada de presión en el pecho. Sara nos miró desde dentro y sonrió.

- las estábamos buscando -dijo, entramos y vimos a Elena sentada en el sofá
- creímos que se habían escapado -rió
- No, solo estábamos cortando margaritas -dijo Marta, asentí
- Oh, genial -respondió Elena, se acercó y pasó un brazo por mis hombros, la miré sonreí y le abracé con un poco de nervios también.

Sentí que se sorprendió, pero no hice nada.

- ¿Te la has pasado bien? -me miró sonriente, asentí- la abuela te ha tratado bien, eh?
- sí, me ha ayudado mucho -sonreí- gracias por preguntar -hice una pausa- mamá -sonrió ampliamente, ví que sus ojos se hicieron cristalinos.
-si me disculpan, voy al baño -dijo y salió dirigida al baño limpiandose las lágrimas que salían lento.

Supongo... Que está es ahora mi familia, y me gusta.

Este capítulo es dedicado a dos personas, la primera es a @hacemetuyablon porque se lo merece, gracias por comentar y por leer ❣️

Y la segunda, a Mariajplx porque esta tarde (noche para ella) me ha hecho sentir muy feliz, he sentido mucha paz y la inspiración ha salido sola. Gracias MJ, muchas gracias ❣️