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— Ginés, debemos bajar ahora, vale? O tu madre sospechará —susurré, él asintió y volvió a besarme muy cortamente.
Sonreí, parecía que la vida me ponía pruebas muy duras cada cierto tiempo, ahora por ejemplo solo quería seguirlo besando pero debía retener esas ganas.
— ¿Quieres ayuda con esto? —tomó el collar, asentí agarré mi cabello hacía un lado y le ofrecí mi cuello. Él pasó el collar através y lo cerró con el pequeño broche que se encargaba de mantener el collar con ambas puntas juntas.
— Ay, pero miren que guapos se ven —la voz de nuestra madre se hizo presente, me sobresalté, Ginés se separó y ambos la miramos sonrientes— Sara y Ana nos esperan abajo, vamos —asentí.
¿En qué momento habían llegado ellas?
Bajamos los dos, uno al lado del otro con un extraño sentimiento incómodo en el pecho.
Sara y Ana estaban tomadas de las manos sonriendose la una a la otra. Sara tenía un pantalón de vestir ajustado gris con rayas blancas y rojas, muy a lo británico. Acompañado de una camisa blanca fajada y un saco del mismo material que el pantalón, se veía increíble.
Ana, siendo la femenina de la relación llevaba un vestido negro que contrastaba con lo rojo de su cabello, aunque combinaba este con el color de su labial. Sonreí, se veían tan bien juntas.
— Wow, se ven todos preciosos, salgamos al patio a tomarles fotografías a los cuatro juntos y por separado, vale? —asentimos.
Los cuatro caminamos al jardín, nuestro padre estaba preparando la cámara en un tripié y enfocaba bien a las luces que adornaban el pequeño quiosco de nuestro patio.
— ahí están mis niños —sonrió— primero tomemos la familiar, vale? —asentimos, nos sentamos en una de las banquillas que había.
Yo y Ana nos sentamos, Ginés se paró a mi lado y Sara junto a Ana, mis padres se juntaron uno a cada lado de los que estaban de pie y luego, con un pequeño control mi padre tomo la foto.
— bien, ahora los cuatro, de pie —me levanté, Ginés se abrazó a mi y ambos sonreímos, para no llamar la atención pasé mi brazo por la cintura de Ana para crear una cadena y que no pareciese que Ginés tomaba mi cintura por una relación amorosa.
Todos mostramos nuestras más relucientes y hermosas sonrisas y la foto se tomó.
— bien, ahora Ana y Sara —su madre sonrió, Ginés y yo nos hicimos a un lado, uno junto al otro sin siquiera tocarnos para no generar rumores o sospechas.
Sara abrazó a Ana y mi padre les tomó una fotografía, luego se dieron un beso a lo que mi padre también tomó una fotografía.
Sonreí con cierta tristeza. Me era imposible pensar en que jamás podría disfrutar de esa cercanía pública con Ginés, viviríamos escondiendo nuestro amor por siempre.
