Capítulo 3

10.7K 1K 158
                                    

Intento sorprenderme en silencio de las palabras de Uriel. Pero simplemente no puedo creer lo que acabo de escuchar.

Hay más.

Angelus no fue el único nefilim en ser creado, hay más.

Por ese motivo Uriel lo quiere, no porque sea su hijo o le haya nacido un sentimiento paternal. Sólo lo quiere por la importancia que representa para el nuevo ejercito que está creando.

Lo que me dice que ese niño es mucho más importante de lo que pude pensar, ya que Uriel va a convertirlo en un capricho para conseguirlo a como dé lugar.

Lástima que odio los caprichos.

Rafael aparece frente a mí, hace un ademán con las manos preguntándome qué estamos haciendo, sin embargo no le contesto y le hago una seña para que no diga nada.

—¿Dónde está ese niño? — pregunta Lilith.

—Debe estar en la tierra, no creo que Luzbel lo haya llevado a edén también.

—¿Pero dónde?

—Seguramente en... — decido actuar antes de que diga más, pues sé que Lilith sería capaz de ir ahora mismo a mi casa por Angelus.

Salgo de mi escondite y me paro a metros de dónde están.

—Hola, Uriel — le saludo —, ya sabes porqué vengo, ¿no?

Él me sonríe y asiente, sin embargo no se mueve de donde está.

—No dejaré que te lo lleves — salta Lilith al instante interponiéndose entre ambos.

—Temo que eso no es decisión tuya, Lilith, Uriel va conmigo por las buenas o por las malas. Y no creo que quieras arriesgarte a que asesine a un tercer hijo tuyo.

—Que valentía la tuya de venir sola por él.

—¿Sola? — inquiero haciendo que sus rostros se crispen.

Oigo algo detrás de mí, lo que me dice que los ángeles han hecho acto presencia.

—Vámonos ya, Uriel, ya te has burlado de mi padre lo suficiente — habla Luzbel —, no vamos a dejar que te escapes y ya.

—Ni hablar — responde encogiéndose de hombros y moviéndose de dónde está —, cooperaré esta vez.

—Vas a pagarme todas las que me has hecho — amenaza Lilith acercándose unos pasos a mí.

—Espera más tiempo para eso — pido —, porque te aseguro que aún no he terminado.

(...)

—¿Ya están felices? — nos pregunta mirándonos a través de la celda.

Luzbel y yo intercámbianos miradas antes de verlo de nuevo.

—Sí — aceptamos al mismo tiempo.

—A ver cuándo les dura esa felicidad.

—Lo que tenga que durar — respondo cruzándome de brazos —, de todas formas todos sabemos que nada es eterno, así que no estamos esperando ser felices por el resto de nuestras vidas.

—Que bien, porque no lo serán.

—Lo sabemos — acepta Luzbel —, pero tú serás más desgraciado que nosotros dos, eso puedes tenerlo seguro.

—Claro, Luzbel, yo siempre tengo lo que quiero.

—¿Entonces siempre deseaste estar en esta celda? — pregunta frunciendo el ceño mientras mira todo alrededor de Uriel.

Edén Where stories live. Discover now