Capítulo 13

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—No tiene una firma ni nada que nos de un indicio de quién lo escribió — opina Luzbel luego de leer el papel que leí en aquella habitación.

—Lo sé, pero... ¿no te suena extraño? Al inicio habla sobre que nadie leerá esto, y si bien fue simple coincidencia que llegara a mis manos, es muy extraño.

—¿Sabes cuántos ángeles había ahí? — pregunta alzando la vista de la carta y mirándome a los ojos.

—Muchos, ya lo sé, pero... no te suena a...

—¿A ser de Uriel? No. Es imposible, si sé que coincide la historia en algunas partes, pero, no es de él, créeme, Uriel nunca habría escrito algo así, y de hacerlo no tengo dudas en que lo destruiría tan pronto terminase de escribirlo, esto es algo de suma importancia, si fuera de él se estaría abriendo completamente y haciéndose vulnerable de alguna forma. Además... no lo haría en este idioma, estaba con cientos de ángeles, cualquiera hubiera podido leerlo antes que tú, incluso. Suponiendo que algo pasó en cuanto terminó de escribirlo y por eso dejó la nota ahí... lo habría escrito en otro idioma, Uriel sabe tantas lenguas muertas que... estoy seguro que lo habría escrito así, por seguridad propia así habría sido.

—Pero...

—¿Qué?

—Ni siquiera lo sé, tienes razón y no tengo ningún motivo ni excusa para contradecirte.

—Además. No puedes confiar mucho de esto, el abrigadero quedó abandonado por mucho tiempo. Pudieron haber movido cosas a aquella habitación, y esto pudo formar parte de esas cosas... no es una prueba contundente de que haya sido de Uriel.

—Investigaremos de quién es — decido —, así que lo guardaremos, no voy a dejar esto en el aire.

—De acuerdo — acepta parándose de la cama y llevando el papel a otro lugar para guardarlo.

Alguien da dos golpes a la puerta y ambos miramos al instante.

—Pase — ordena Luzbel.

—Papá quiere hablar con ustedes — avisa Rafael sin pasar.

—Ya vamos — contesta Luz, y Rafael vuelve a cerrar la puerta.

Suspiro cansada y me acomodo el cabello para atrás, saco a Mortem de su funda y la pongo sobre la cama.

—Vamos — pide acercándose a mí —, ¿lo ves? Todo está terminado, solucionamos todo ya.

—Por el momento — digo sabiendo que siempre llegarán más cosas.

Ambos nos ponemos en marcha y salimos de la alcoba en silencio.

La incógnita de la nota me carcome el pensamiento.

Deseo con todas mis fuerzas saber quien la ha escrito aunque no tenga caso ni sea relevante de verdad.

Tal vez sea mi mente curiosa la que me presiona a investigar.

Lo que me lleva a pensar que siempre he sido una curiosa de primera.

Bajamos las escaleras y apresuramos el paso para llegar al salón.

Luzbel se adelanta a abrirme la puerta y tenemos las miradas encima por un momento.

—¿Qué hace ella aquí? — bramo en cuanto veo una rubia frente a papá.

—Hola, Alaia — saluda a regañadientes y admirándome de arriba abajo.

—No hagas nada — susurra Luzbel en mi oído deteniéndome del brazo.

Tenso la mandíbula y me veo obligada a quedarme tranquila.

—Estábamos charlando — contesta mi padre al fin.

Edén Where stories live. Discover now