Capítulo 25

6.1K 716 226
                                    

—Tienes que traerlos hasta aquí, ¿entiendes? — pregunta Abaddon mirándome a los ojos de cerca.

—Entiendo — acepto separándome de nuevo.

Les doy la espalda y continúo caminando en dirección contraria a donde permanecen.

Tengo que encontrar a Uriel antes de que él o ellos me encuentren a mí, pues eso hará la diferencia.

Ya no hay nadie amigable aquí, no hay nadie que me defienda en caso de que las cosas no salgan como fue planeado.

Camino en completo silencio en busca del menos ruido o señal, pero por el momento sigo escuchando todo igual de silencioso.

Me detengo al escuchar un ruido, y me escondo rápidamente cuando oigo que algo grande se estrella contra el piso.

Oigo un par de voces y una risa.

Me asomo ligeramente por donde estoy oculta y busco a los responsables.

Uriel está con el dorso desnudo a metros alejado, frente a él, Azazel permanece igual. Parecen estar peleando, pero más que por un problema, parece ser entrenamiento.

Pienso un momento como ir a donde está.

Supongo que Azazel no va a intentar atacarme, y si llego despreocupada, Uriel seguramente no se alerta y mantiene la calma.

Salgo de mi escondite y me dirijo a donde aún siguen parados.

Ninguno de los dos nota mi presencia aún cuando ni siquiera me esfuerzo por no ser vista.

Azazel me mira cuando estoy a pocos metros de ellos, y Uriel se tarda en voltearse hacia mí.

Su cara se muestra confundida al instante, y simplemente se queda donde está al notar que no tengo ni la más mínima intención de irme en su contra.

—Alaia... — pronuncia incluso nervioso, y vacila antes de moverse.

—¿Estás ocupado? — pregunto para terminar de confundirlo.

—¿Por qué estás aquí? — cuestiona cruzándose de brazos, y al instante me doy cuenta que aún no está enterado del secuestro de Angelus.

—Quiero hablar contigo.

—¿De qué?

—Encontré algo.

—¿Qué cosa?

—Algo que creo te pertenece...

Al instante enarca una ceja y me mira serio.

—¿Qué cosa?

—Pues, nada tan importante en realidad... sólo algo donde confiesas tu enamoramiento por alguien.

Veo que el color abandona su rostro, y si fuera un simple humano estoy segura de que se desmayaría aquí mismo.

Recupera la calma a los pocos segundos y piensa qué responderme rápidamente.

—¿De qué locura estás hablando ahora? — se queja.

—Puedes intentar mentirme, pero ambos sabemos que sé de lo que estoy hablando, y por más que intentes no vas a convencerme de que estoy equivocada.

—Ni siquiera puedo convencerte de algo que no tengo idea de que sea. 

—Encontré una carta en el abrigadero y sé perfectamente que es tuya. No tengo ni una duda de eso, y dice claramente que estás enamorado de alguien.

—¿De alguien, o de algo?

—De alguien.

—Vivo enamorado de lo prohibido — repite tal cual lo escribió —, es cierto, y sí, vivo enamorado de algo más.

Edén Donde viven las historias. Descúbrelo ahora