Capítulo 12

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Dado a ciertos conflictos, la situación se complicó ligeramente, y luego de la llegada de los antiguos ángeles tuvimos que permanecer en Edén un tiempo, en un intento de mediar las cosas y evitar una guerra estúpida.

Los que no estuvieron de acuerdo con el regreso de los demonios no tardaron nada en comenzar a hacer disturbios en su contra, y más tarde la pelea era entre los que estábamos de acuerdo y los que no, dejando de lado a los propios afectados.

Para este punto, el asunto al parecer por fin se ha relajado. Todos han tenido que aceptar la situación luego de una larga y dura charla con papá. Y pasados unos días, estamos seguros que nada va a volver a salirse de control.

Por esto mismo hemos vuelto a la tierra a terminar con lo que se supone debía estar terminado hace mucho.

—¿Lista? — pregunta Luzbel mientras miramos al abrigadero.

—¿Estás seguro de que no debimos traer a nadie más?

—Lo estoy.

—Bueno... — acepto nada segura y nos metemos de la misma forma que la última vez.

—¿Qué se supone que haremos con ellos? — pregunto saliendo de la habitación.

—Investigar que son realmente, no considero necesario atacar ni nada parecido.

—¿Y si ellos sí lo consideran necesario?

—Bien, entonces los mataremos.

La idea de venir solamente a repartir golpes no me da mucho gusto. Sin embargo es normalmente lo que se hace.

Cuando uno de nosotros asiste a un lugar suele ser para eso.

Ambos nos quedamos parados, mirando todo alrededor, decidiendo por dónde empezar nuestra búsqueda.

—Subamos — decide y nos dirigimos a las escaleras.

Todo está tal y como la última vez. En silencio, abandonado, sin ninguna presencia aparente.

—Tal vez deberíamos separarnos... — sugiero cuando llegamos hasta arriba de la escalera.

—Pero...

—Es más fácil que encontremos algo así — le interrumpo.

—Podría pasarte algo — responde y lo miro con seriedad de que me subestime de esa forma.

—Si tanto te preocupase habrías juntado a más ángeles para venir, pero te crees invencible y venimos solos. Ahora anda, tú por allá.

Voy al lado contrario al que le dije y me apresuro a encontrar algo, aunque sea lo más mínimo.

En parte puede no ser una muy buena idea esto de separarnos, sin embargo lo veo necesario, pues hay más posibilidades de encontrarlos.

Comienzo a abrir las diferentes puertas y echo un vistazo dentro, pero no hay ningún lugar donde puedan estarse escondiendo.

Sigo caminando por el pasillo, doy la vuelta y sigo hasta donde el camino me lleve, pero aún no encuentro nada en absoluto.

Si es real que estaban aquí cuando sacamos a los niños, es probable que se hayan ido, pues sabían que planeábamos volver.

Vuelvo a dar vuelta en el pasillo y camino sin detenerme, pues aquí no hay ninguna habitación que abrir.

Paso las puertas del final y giro a la izquierda en busca de algo en las últimas habitaciones.

Estuve aquí una sola vez, y recuerdo perfectamente que fue cuando encontré mis alas.

Abro la puerta y observo todo. En este lugar las cosas están acomodadas y muy parecido a como cuando entré.

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