Capítulo 27

6.3K 726 446
                                    

Oigo el ruido constante de algo golpeando la madera del lugar. Por lo que luego de cinco veces seguidas me paro.

Voy hasta la ventana y me asomo intentando encontrar la fuente del sonido.

Y la fuente es rubia y con alas azules.

—¿Se te perdió algo, arcángel? — pregunto.

—Un ángel — responde mirándome desde abajo.

—¿Si tienes alas por qué avientas piedras a la ventana?

—No quería parecer acosador.

—Pues lo estás siendo en realidad. Creí que mi rechazo a tus últimos detalles era lo suficientemente claro.

—¿Puedo subir?

—Dejaré que permanezcas frente a la ventana.

Y eso es suficiente para que el ángel vuele y lo tenga a menos de un metro.

—Te traje esto — dice enseñándome un ramo de flores.

—Los ángeles no dan flores, Luzbel.

—Lo sé, pero creí que podría gustarte...

—¿Qué es lo que quieres?

—Que vuelvas conmigo, no quería que te volvieras a alejar.

—Ser un mentiroso aleja personas.

—Perdóname.

—Perdonarte... no lo sé, algo me dice que no debería hacerlo.

—Sé que no me lo merezco, pero si no vuelves a mi lado voy a perder el rumbo y nada tendrá sentido.

—¿Ya te diste cuenta que siempre regresas de dramático y luego vuelves a ponerte de idiota?

—Lo sé, cambiaré eso.

—Esas son las típicas y falsas promesas que los hombres hacen para tener de vuelta a una mujer, luego estarán de románticos y sumisos tres días antes de volver a ser unos patanes cabrones.

—No soy un hombre.

—Con hombre me refiero a cualquier ser que tenga algo colgando entre las piernas.

Luzbel me muestra una sonrisa maravillosa por el comentario, y me mira a los ojos.

—Los hombres somos algo estúpidos, por eso necesitamos de alguien que nos recuerde que debemos ser menos idiotas de lo normal.

—Que triste que dependan de alguien para ello, deberían darse cuenta solos. Por lo menos ustedes los ángeles que no tienen madre quieren una mujer que adopte ese puesto.

—No quiero que seas mi madre, pero podríamos hacer algo para que nuestro niño no sea igual que yo.

—Podría hacer algo — corrijo excluyéndolo del plan —, temo que te tome como ejemplo y sea igual que tú.

—Bueno, preferible que sea como yo a que sea como su padre.

—Prefiero que no sea como ninguno.

Oigo unos pasos detrás de mí, y segundos después mi pierna es rodeada por un par de pequeños brazos.

—Mamá — me llama Angelus y quito la mirada del arcángel para ver al pequeño —, ¿papá está aquí?

—¿Qué hiciste? — pregunto tomando su cabeza y quitándole el cabello de la cara para ver una mancha que tiene en la frente.

Lo cargo y observo de cerca lo que hizo. Oigo que Luzbel comienza a reírse afuera mientras yo intento limpiar al niño.

Edén Where stories live. Discover now