Capítulo 17

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Un sonido constante termina por despertarme.

Abro los ojos y me encuentro en un lugar diferente al que esperaba estar.

Luzbel sigue dormido y yo aún conservo la cabeza recargada en su pecho.

Luego de recordar un poco de anoche, me enderezo y acomodo el cabello que tengo sobre la cara.

Está lloviendo.

Eso ha sido lo que me despertó, el sonido de la lluvia.

El aire que logra entrar al lugar es frío y mueve las delgadas cortinas.

Muevo ligeramente a Luzbel para que despierte y volvamos al palacio ya, pues hemos pasado la noche aquí y Angelus seguramente ya lo ha notado.

El arcángel gruñe y se mueve ligeramente, pero sigue con los ojos cerrados.

Me pongo de pie y comienzo a vestirme.

—Luz — le llamo.

Me responde con un gruñido y sigue en la misma posición.

—Arriba, Luzbel, es hora de irnos.

Luego de unos segundos me hace caso y se pone de pie.

Me acomodo el cabello mientras se viste, y una vez que lo veo listo me adelanto a salir.

La lluvia comienza a mojarme mientras vuelo lejos de donde estábamos.

Luz me alcanza unos segundos después y se mantiene a mi lado, dejando una distancia de por medio.

El día es particularmente oscuro, seguramente efecto de la lluvia, pues el cielo está completamente cerrado mientras las nubes se descargan sobre nosotros.

Los truenos se escuchan cercanos, y de repente veo el destello morado de los relámpagos.

Este clima me encanta sin duda, aún cuando no es demasiado común por aquí.

Nos detenemos justo en la entrada del palacio.

Luzbel se queda quieto mirando hacia un lugar diferente. Miro en la misma dirección, pero no veo nada fuera de lugar.

—Vamos adentro — hablo llamando su atención y nos metemos rápidamente al palacio.

Estoy ligeramente preocupada por Angelus. Aunque sé que lo estaban cuidando y no le pasaría nada, creo que tengo ese miedo maternal por dejarlo solo mucho tiempo.

Abro la puerta y miro a Ara cargándole.

Le sonrío en cuanto me mira y se pone de pie sin soltar al niño.

—Siento que hayamos tardado tanto — me disculpo y recibo a Angelus.

—No te preocupes, está bien.

—Gracias — oigo decir a Luzbel mientras abrazo al niño y le saludo.

—Mamá — pronuncia y no hago más que sostenerle con más fuerza.

—Perdón por tardar — me disculpo —, estaba haciendo algo con tu padre...

Luzbel llega a nosotros y me quita al pequeño de las manos.

Estira los brazos con él y lo mantiene estático en el aire.

Angelus comienza a reírse y retorcerse en sus manos hasta que es abrazado.

Unos golpes en la puerta interrumpen los gestos de Luzbel hacia el niño, y luego de unos segundos Rafael abre la puerta.

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