Capítulo 18

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—¿Te sientes mejor?

—Lo estoy — asegura.

Sostengo a Rafael mientras caminamos, aún está muy débil y no quiero que caiga o algo parecido.

Al parecer mi madre logró salvarlo, pero su recuperación tendrá que sufrirla por sí solo.

Empujo la puerta y entramos al salón.

Subo la vista y me da un vuelvo el corazón ver a Kate aquí.

¿Que está pasando?

Al parecer Rafael se pone nervioso por lo mismo, pues lo siento tenso.

—Rafael — escucho que dice y no puede evitar correr hacia nosotros.

Kate abraza al arcángel y decido soltarlo ya. Rafael corresponde el gesto y se queda con ella en los brazos mientras sigue avanzando lentamente.

—Trajiste a una humana al palacio — comienza a regañarlo papá.

—Yo la traje — decido intervenir, pues no le echaré la culpa a Rafael.

—Yo la he tenido aquí adentro este tiempo — repone Rafael, dándome a entender que no quiere ayuda en esto.

—¿Estás desafiándome?

—No, padre, no estoy desafiándote. Estoy enamorado de ella y no pienso callarme más.

Las cosas van a ponerse feas.

—¿Enamorado?

—Así es. Enamorado. He pecado con ella, padre — confiesa sin temor y me quedo sorprendida.

Supongo que se ha dado cuenta que no puede ocultarlo más, y lo mejor ha sido confesar todo.

—¿Pecado en que forma?

—Me he metido con ella. He... he tenido sexo con ella.

Todos los ángeles presentes a excepción de Luzbel, Miguel, Abaddon y yo, ahogan un grito. Y comienzo a molestarme de ello.

—¿Ya te has oído? Hiciste lo único que tenías prohibido hacer — comienza mi padre a regañar más molesto.

—Yo también lo hice — salta Luzbel para intentar salvar a Rafael —, cuando Lía aún era humana tuvimos sexo. Es más, hice un compromiso con ella antes de saber que era Alaia.

—Silencio — ordena papá y Luzbel se ve obligado a callarse —. Fuiste a la tierra, pusiste los ojos sobre una mortal, te enamoraste de ella, te metiste con ella, y no conforme con todo eso, la trajiste aquí, a las tierras celestiales.

—Así es — acepta sin darme oportunidad de repetir que yo la traje aquí —, lo hice. Y no me arrepiento de nada, no me arrepiento de mis sentimientos por ella, y no me retracto de nada que haya hecho con y por ella.

—Preséntala ante mí — ordena y comienzo a tensarme, pues se lo que significa.

—No — niega Rafael y pone a Kate detrás de él —, no voy a permitir que le hagas daño. Si piensas castigar a alguien, castígame a mí. Yo fui quien quebrantó las reglas, ella no.

—Te daré la oportunidad de regresarla a sus tierras y luego volver aquí. No volverás a verla ni a buscarla nunca mas.

—No lo tomo — decide y todos lo miran sorprendido —, no acepto dejarla.

—¿Estás seguro de lo que dices?

—Completamente. No acepto dejarla.

—Entonces te irás con ella — sentencia en un intento de hacerle recapacitar.

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