Capítulo 5

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- Tío, no puedes decirla que no ahora – me dice mi amigo desde el otro lado de la llamada

- Roi es que de verdad no me apetece. – intento convencerlo

- Ya, pero ya lo he organizado. No sales con una tía hace años, Cepeda. Te prometo que esta te gustará – dice cúpido.

A decir verdad acepté salir con ella con la esperanza de que Roi se callara de una puta vez y luego se olvidara del tema. Pero no he tenido suerte.

- Vale, no cancelaré. – afirmo

- Ya verás, va a ir genial. – asegura

- Dos roncolas, por favor – pido desde el taburete detrás de la barra antes de girarme hacia mi derecha y observarla.

- Y ¿de dónde conoces a Roi? – pregunto

- Trabajo con él en la orquesta – dice la mujer rubia de ojos marrones a mi lado

- ¿Qué tocas? – pregunto

- Piano – y mi mente va directamente a la chica del flequillo. – ¿tú tocas?

- La guitarra, de oído. Pero en realidad soy psicólogo – explico

- ¡Qué guay! ¿sabes de signos del zodiaco? – qué.

- La verdad es que no

- A mí me encanta todo eso ¿sabes? Yo soy de géminis, dicen que somos muy mentales y tal, pero yo en realidad siento que puedo ser muy impulsiva...

- Disculpa, es del trabajo – agarro mi móvil y cojo una falsa llamada

- Sí, dime – digo mientras me levanto del taburete y camino alejándome de Claudia

La verdad es que me siento un mierdas haciendo esto pero esta chica no merece salir con alguien que tiene la cabeza en cualquier lado menos aquí.

No se merece estar con alguien que está pensando en otra persona.

- Lo siento muchísimo, es una urgencia. – digo al acercarme nuevamente – ¿quieres que te alcance a tu casa en coche? Igual podemos reprogramar – miento.

- No te preocupes, mi casa es a un par de calles de aquí.

- ¿estás segura? No es ningún inconveniente.

- Tranquilo, hablamos. – dice antes de darme dos besos.

- Lo siento de nuevo – me disculpo.

Narra Aitana

- ¡Mamá que estoy con Aitana! – grita Amaia desde su habitación en la cual las dos estamos acostadas boca abajo en el suelo.

- ¡Si quieren un colacao, avisadme! – grita desde abajo su madre

- ¡Vaaale!

- ¿Me decías?

- No quiero volver al psicólogo

- ¿Por qué no?

- No lo sé, siento que es un desperdicio de dinero – miento

- Vale, no te enfades – dice mi amiga tumbándose boca arriba y yo la imito – yo creo que te está sirviendo mogollón

- ¿Qué dices?

- La verdad. Mira, te creerás que soy sorda o igual ciega. Pero te escuché ayer al piano – confiesa mi amiga.

Vale, que estaba en casa de Amaia y su teclado está en su salón y sus padres no estaban y ella se había ido a duchar y vamos, no sé qué me pasó.

Piezas RotasWhere stories live. Discover now