Capítulo 23

960 38 5
                                    

Narra Aitana

- No lo sé, Aitana...

- Ya

Antes de ir a trabajar Luis me invita a desayunar a su piso. Hace días que le estoy dando vueltas a la idea de decirle a mi madre lo que tengo con Luis, pero no sé cómo se lo va a tomar. Por un lado pienso que no debería molestarle ya que Luis dejó de ser mi psicólogo hace como tres meses y apenas comenzó lo que sea que tengamos, yo misma le pedí a mi madre cambiar de doctor. Pero, por otro lado, sé que es una situación complicada ya que mi madre solo lo tiene como eso. Alguien que me atendió durante un tiempo.

Luis traga su café sentado en la mesa frente a mí y yo mastico mi tostada mientras mi cabeza sigue barajando opciones de cómo lidiar con esta situación antes de que se me venga demasiado grande.

- Sé que sabe que estoy viendo a alguien – afirmo – cada tanto me pregunta por qué le sonrío a mi móvil o por qué me estaba riendo en mi cuarto a las doce de la noche – relato las muchas noches en las que Luis me manda selfies poniendo cara de foto y yo no puedo evitar reírme– quizás podría confirmar sus sospechas pero sin decirle que eres tú. Solo para que se vaya acostumbrando a la idea y quizás una vez que sí se lo confiese no se sorprenda tanto.

Luis deja su taza sobre la mesa y se lleva una mano a la cabeza para acomodar sus rizos.

- Es tu madre, Aiti. Yo te apoyo con lo que sea que quieras hacer, la conoces más que nadie y tú sabrás cómo manejar esto.

- Joder, es que ¿cómo le dices a tu madre que el que fue tu psicólogo ahora es tu novio?

Una vez que las palabras salen de mi boca me doy cuenta de lo que realmente he dicho y abro los ojos como si hubiese visto un fantasma.

Me atrevo a mirar a Luis quien me está devolviendo la mirada, visiblemente divertido.

- Lo siento, no quise decir eso, es que, ya sabes...

- Aitana – me corta antes de pararse de su silla y tomar asiento a mi lado.

Coloca una mano en la parte de atrás de mi silla y la otra sobre mi muslo y continúa.

- Te invito a desayunar a mi casa, duermes aquí unas dos veces por semana, cuando se me hace un hueco en el trabajo lo único que quiero es enviarte un mensaje y saber cómo estás y que me cuentes cómo Amaia te manda quince audios para explicarte que un do sostenido no es lo mismo que un re bemol – me río y él se contagia de mi risa. – la palabra novio no me asusta. – confirma – y espero que a ti tampoco te asuste la palabra novia porque hace un tiempo que te veo como tal.

Mi sonrisa se ensancha al escuchar las últimas palabras y sin pensarlo dos veces me acerco a sus labios.

El beso no dura más de unos segundos pero es lo suficiente para comprobarnos el uno al otro que esto es de verdad.

Narra Luis

Después de pasar la mañana con Aitana, me dirijo al consultorio. En el camino mi móvil suena y lo saco de mi bolsillo para ver quién me ha escrito.

Mamá

Luisiño, puedes venir cuando quieras, hijo, que sigue siendo tu casa. Nos encantaría verte a tu padre y a mí. Un besiño.

Al leer el mensaje me doy cuenta que había olvidado por completo que le había escrito a mi madre ayer para empezar a organizar un viaje a Galicia. Hace como un año y medio que no los veo y me gustaría volver unos días.

Le respondo a mi madre y guardo el móvil.

Llego al consultorio y atiendo a paciente tras paciente. Escucho, proceso, hago anotaciones, pienso y aconsejo.

Entre paciente y paciente no puedo evitar hacer anotaciones que nada tiene que ver con psicología. 

No me llores todavía,

No digas que estás sola, sabes ya

Que por ti estaré y por ti estaré toda la vida.

No. Demasiado repetitivo.

Que por ti estaré, te lo prometo, vida mía.

No. Demasiado cursi.

Me encuentro borrando y reescribiendo lo que bien podría ser un simple poema pero mi cabeza tarareando melodías al compás de lo que escribo me confirman que la música me persigue por más de que no quiera.

Al ser psicólogo, digamos que tengo cierta práctica cuando se trata de hablar de los sentimientos ajenos, de las vidas ajenas. Pero, cuando se trata de mí y de lo que yo siento, siempre fui un poco parco en palabras.

La música, aunque siempre en un segundo plano, siempre me ha concedido una salida y un lugar seguro en el que puedo expresarme y contar lo que tengo dentro. 

Lo que quiero contar, prefiero cantar.

Y a ella... a ella merece la pena cantarla.

Por ti estaré, por ti ya estuve y estaría.

Sonrío. 

------------------------------------------------------------------------------------

holaaa! un capítulo un poco corto pero que me gustó mucho escribir.

Muchísimas gracias por los comentarios en el capítulo anterior. Me hacen mucha ilusión y me dan más ganas de continuar con esta historia.

Espero que os guste este capítulo!

-mc

Piezas RotasWhere stories live. Discover now