Capítulo 27

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Narra Aitana

- Es que además ni siquiera admite que se ha equivocado – bufa Amaia mientras caminamos hasta ningún destino en particular.

Siempre que ella o yo necesitamos desconectar, hablar o simplemente necesitamos a la otra al lado, salimos a caminar juntas. La verdad es que solíamos hacerlo con Sam también. Si bien Amaia siempre fue más amiga mía que de mi hermana, las dos se querían mucho y nosotras tres pasábamos mucho tiempo juntas.

Mi hermana, al tener novio, pasaba mucho tiempo con él. Tiempo que yo estaba con Amaia.

Al morir mi padre y ella, todo cambió. Amaia no tardó ni un día en darse cuenta que yo no era la misma que antes y, quizás, nunca volvería a serlo. En menos de una semana el nombre de mi hermana estaba prohibido en nuestras conversaciones y, al notar cómo mi cara reaccionaba involuntariamente ante la palabra "padre", Amaia simplemente erradicó aquello también.

Siempre me protegió. Pero, nunca fui capaz de ver que ella también perdió una amiga cuando mi hermana murió.

- Amaia, sabes que Alfred no lo hizo a malas – trato de mediar – muchos chicos tienen comentarios machistas y no los consideran como tal porque son tantos años y años de escucharlos y decirlos que ya no ven nada malo con ellos.

- Ya, tía pero ¿qué coño es eso de "voy contigo así te cuido"? es que flipé al escucharlo.

Amaia le había dicho a Alfred que iría a una fiesta con los chicos del conservatorio que solían reunirse siempre antes de algún concierto. Hace un tiempo uno de ellos, Alex, había querido besar a Amaia. Ella claramente se apartó y le explicó que tenía novio, cosa que el chico afirmó no saber. A Alfred no le gustó mucho aquello y digamos que desde entonces se preocupa un poco cada vez que Amaia menciona salir de fiesta con ese grupo de amigos.

- Pero ¿se han peleado? – pregunto mientras nos sentamos en el banco de un parque que solemos frecuentar.

- No lo sé. – suspira – le he dicho que no me gustó para nada ese comentario y se lo ha tomado a mal diciendo que no puede creer que yo piense que es machista y tal.

- Alfred sabe que tú te cuidas sola – le hago ver a mi amiga – ¿que lo que ha dicho estuvo mal? Sí. Pero, sabes que no fue su intención insinuar que necesitas que un hombre te cuide ni nada de eso.

- Quizás tienes razón – cede. – cuando vayas a trabajar iré a su casa a hablar con él.

Agarro las mejillas de mi amiga entre mi pulgar y mi índice y le doy un beso en el moflete.

- Oye ¿y tú qué me cuentas? – me mira con cierto interés de repente.

- ¿A qué te refieres? – pregunto.

- En una semana es tu cumpleaños. ¡Que no cumples veinte todos los días! – exclama

La verdad que mi cumpleaños pasado fue el primero sin mi padre y sin Sam, y no tuve ánimos para celebrarlo. Compartir el cumpleaños con mi hermana siempre fue de mis cosas favoritas. Pero este sería el segundo cumpleaños en el que no hay dos pasteles ni dos hermanas... ni dos padres para celebrar el cumpleaños de sus hijas.

- Ya. No sé si haré algo...

- ¡Claro que haremos algo! Deja que yo me ocupo.

- Miedo me das.

Salgo de trabajar y me dirijo a casa cansada. He hablado con Luis en mis ratos libres y me dijo que le ha contado a su familia sobre mí y que les encantaría conocerme y tenerme en Ourense algún día.

Piezas RotasWhere stories live. Discover now