Capítulo 33

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((A diferencia de los anteriores capítulos, he escrito este con un narrador omnisciente, no sé por qué me ha salido  así. En fin aquí va:))

El cumpleaños de Aitana había sido uno de los mejores que había tenido hasta el momento. Eso fue lo primero que pensó la catalana al amanecer abrazada a su novio.

Amaia y Luis se habían encargado de organizar una fiesta sorpresa en el piso de Luis con más personas de las que Aitana podía contar. Su novio culpó a Amaia, quien se excusó alegando que el cumpleaños de su mejor amiga era un evento demasiado importante como para mantener la lista de invitados al mínimo.

Si bien Aitana no era de los seres más sociales del planeta, esta vez no le importó la cantidad de personas invadiendo el piso de Luis. Sólo le salió sonreir. Desde que Luis se apareció en la esquina de su casa hasta que entró a su piso y todos gritaron "¡Sorpresa!", ella solo sonrió.

Sonrió mucho y bien.

Porque lo tenía a él.

Él que no le quito los ojos de encima ni por un minuto. Y es que ¿Cómo podría hacerlo? Se había puesto un pantalón y top de encaje negros y se había pintado los labios de un rojo vivo que torturó a Luis toda la noche con las mil y un imágenes que le pasaban por la cabeza de cómo le borraría cualquier rastro de color de sus labios apenas estuvieran solos.

Y así había sido.

Aitana se despierta con la cabeza encima del pecho de él y sus manos alrededor de su torso, abrazándolo. Levanta la cabeza para encontrarse a su novio completamente dormido. Normal. Eran apenas las once de la mañana y digamos que dormir... no habían dormido nada.

Aitana le había prometido a su madre que almorzaría con ella, ya que ese mismo día Belén debía viajar a Madrid por trabajo. Con eso en mente trata de levantarse de la cama sin hacer muchos movimientos para no despertar al gallego. Le transmitía tanta paz verlo dormir. Sus rizos despeinados, su boca apenas abierta y su torso desnudo. Estaba perdida en sus pensamientos cuando Luis abrió los ojos.

Y la primera imagen del día le causó mucha ternura. Allí estaba ella, arrodillada en el colchón, mirándolo de frente con una básica que le había robado antes de irse a dormir, con su característica cara de ratona.

- ¿Qué haces? - pregunta divertido al verla de esa forma mientras se rasca los ojos para espabilar.

Aitana no puede evitar pensar en lo mucho que le pone su voz por las mañanas.

- Jo, te desperté - se lamenta ella. -Es que quedé en almorzar con mi madre - explica.

-¿Qué hora es? - pregunta Luis

-Las once.

Ante la respuesta, Luis estira su brazo para agarrar el brazo de ella y en un solo movimiento logra tumbarla a su lado. La abraza y deja besos por toda su cara.

- ¡Luisss! - se queja Aitana con una voz aguda que contrasta con la voz del gallego recién levantado. - De verdad, tengo que irme, que no voy a llegar. - dice, logrando escapar de los brazos de Luis.

- Feliz cumpleaños. - le desea una vez más. 

Finalmente él se ofrece a llevarla en coche con la promesa de que ella lo llamaría más tarde, cuando su madre emprendiera rumbo a Madrid.

Es cuando Luis llega a su piso que recibe una llamada y, sin mirar dos veces, contesta.

- ¿Hola?

- Hola. - contesta un hombre al otro lado de la línea.

- Disculpa, ¿quién eres? - Luis no reconoce la voz

- Julián, soy yo de nuevo.

Luis para en seco en medio del salón. Tira de sus rizos en señal de frustración. ¿Acaso este tío no entendía que no tenía ganas de hablar con él?

Piezas RotasWhere stories live. Discover now