Capítulo 32

1K 36 9
                                    

Narra Luis
- Nos vemos en la próxima sesión, ¿vale?
Me despido de Martín, un paciente, y me siento en el sofá del consultorio mientras reviso mi agenda para verificar a qué hora viene el próximo.
Agarro mi móvil y le contesto a Amaia que ha logrado dejarme una media de quince mensajes en los últimos tres minutos. Estaba histérica organizando cada detalle de la pequeña sorpresa que le habíamos preparado a Aitana.
En cuanto a mi novia, ella no tiene idea de nada, claro. Si bien ha intentado sacarnos información tanto a mí, chantajeándome con un beso por aquí, un abrazo por acá... como también a su mejor amiga que no ha soltado palabra acerca de lo de hoy.
Si bien no es nada extraordinario, ya que Amaia jura que a Aitana no le gusta demasiado la idea de festejar su cumpleaños, yo creo que le va a hacer ilusión. O igual es a mí a quién le hace ilusión pasar un primer cumpleaños a su lado.
Estoy por guardar el móvil cuando el nombre de mi hermana aparece en la pantalla.
Cojo la llamada.
- Luis, hola - contesta del otro lado de la línea María.
- ¿Qué tal? - pregunto
- Bien, bien - suena un tanto rara.
- ¿Eva? - pregunto por mi sobrina
- Genial, genial - repite como un loro.
- María ¿sucede algo? - me preocupo.
- Luis - dice - me ha llamado David. - suelta.
Joder.
Un día. Necesito este día estar concentrado en Aitana y en que su cumpleaños salga bien. No puedo ocupar más tiempo pensando en el hombre que no se pudo hacer cargo de sus hijos.
- ¿Luis? - la voz de mi hermana me saca del bucle que es mi cabeza en este momento.
- A mi también - confieso - hace ya unos días.
- ¿Hablaste con él? - pregunta sorprendida
- No. Colgué de inmediato - respondo.
- Joder, Luis. - suspira mi hermana. - podrías haberlo escuchado al menos.
Me llevo una mano a mis rizos y tiro de ellos en señal de frustración.
- ¿Me estás vacilando? - pregunto en el tono más calmo que logro encontrar en mi interior.
- Luis, solo quiere hablar. Que entendamos que lo que pasó...
- María. - la corto - yo entiendo lo que pasó. Y no me interesa un pelo lo que tenga para decir ese tipo.
- Pero, Luis...
- Tardó demasiado en acordarse de nosotros, ¿no te parece? ¿O acaso veintidós puñeteros años te parece poco? Porque te recuerdo que la última vez que lo vimos tú tenías ocho y yo seis.
- Lo sé, yo viví lo mismo que tú - dice - pero ¿no te da ni un poco de curiosidad? Tú mismo lo has dicho, han pasado muchos años. Cuando hablé con él me dijo...
- No. - la interrumpo. - No quiero saber nada de él. 
No me importaba qué era lo que había hablado esa persona con mi hermana. Todo lo que sale de su boca podría ser una mentira por lo que sé, es un extraño para nosotros.
- María, tengo que colgar. Mañana hablamos ¿vale? - intento posponer el asunto que sé que no dejará ir tan fácilmente.
Después de todo, es mi hermana. Y es una jodida cabezona.
- Vale, sí - acepta.
Cuelgo la llamada y respiro profundo un par de veces.
Lidiaré con esto otro día. Lo único que me interesa hoy es que a las doce es el cumpleaños de la mujer de flequillo y ojos verdes que, definitivamente, no se merecería que mi cabeza estuviera puesta en nada que no sea ella.

Narra Aitana
- Mama, que no pasa nada. - aseguro por decimotercera vez - además, que te vas a las seis de la tarde, podremos pasarlo juntas hasta que tengas que irte.
Mi madre debe viajar a Madrid por trabajo mañana, el día de mi cumpleaños. La verdad es que no me molesta aunque sé que ella se siente culpable.
- ¿Me prometes que almorzamos juntas y todo? - pregunta mientras friega los platos y yo la ayudo a secar.
- Claro. Es nuestra tradición - sonrío.
Cada mediodía de nuestro cumpleaños salíamos a comer a nuestro lugar favorito con Sam y mis padres. No importaba a qué hora habíamos vuelto mi hermana y yo la noche anterior, al día siguiente nos levantábamos temprano e íbamos todos juntos a almorzar.
Solo que ahora no somos dos cumpleañeras.
Y ahora no son mis dos padres.
Somos yo y mi madre.
Estoy por irme a mi habitación cuando mi madre me llama.
- Cariño
Me doy la vuelta y se me acerca con un papel en la mano.
- Esto es para ti - sonríe.
La miro confundida y agarro el pequeño papel doblado mientras mi madre desaparece hacia su habitación.
Leo la nota.
"Nos sobra hasta la ropa, somos el mejor error... cámbiate anda, hoy vamos a celebrar."
- ¿Qué es esto? - pregunto al aire intuyendo quién es el responsable de esta nota.
Sonrío cono una idiota al darme cuenta que le estoy haciendo caso a un papel escrito.
Me pongo unos pantalones negros y un top de encaje negro también, me pinto un poco los labios de rojo y una vez que termino mi madre aparece nuevamente.
- ¿Otra? - pregunto al verla entregarme otra notita.
- Yo solo soy la mensajera - responde.
"Puede ser que nos espere un huracán en cada esquina... pero esta vez tenemos suerte. Ve a la esquina de tu casa. Un huracán no lo sé, pero a lo mejor un idiota con camisa sí que te está esperando."
Río al leer aquello y después de abrazar a mi madre salgo de mi casa.
No tardo más de un minuto en ubicarlo, con la espalda apoyada en su coche y con una rosa en su mano.
Y cómo no hacer mención de honor a la camisa blanca que lo viste.
Corro sin pensarlo, apurando el espacio que nos separa y al llegar a él me cuelgo de su cuello y lo abrazo. Es rápido en agarrarme y luego se separa lo suficiente como para besarme.
- ¿Qué es todo esto? - pregunto
Luis saca el móvil, mira el reloj y me lo muestra.
00:00
- Feliz cumpleaños, Aiti. - dice mientras me da la rosa y planta otro beso en mis labios.
- Jo, te quiero, Luisín - es mi turno de reclamar sus labios.
- Y yo a ti - contesta separándose de mí para abrir la puerta del copiloto - pero esto acaba de empezar - sonríe.

——————————————-
Holaaa! ¿Cómo estáis? Os pido perdón de nuevo por haber tardado tanto en actualizar, estaba un poco bloqueada. Pero espero que os guste este capítulo. Comentad vuestras opiniones que os leo!
Gracias por las 11k lecturas. Qué ilusión.
Un abrazo 🥰

Piezas RotasWhere stories live. Discover now