Capítulo 16

981 35 0
                                    

Narra Luis

Tal como me ha dicho su madre, a las seis de la tarde escucho la puerta de mi consultorio.

Abro y allí está.

- Ho...

No soy capaz de terminar la palabra porque la niña decide entrar y pasar de mí.

Se sienta en el sofá y yo decido sentarme en mi silla habitual.

- ¿Qué te pasa, Aitana? – pregunto.

Pero no recibo respuesta. Ella solo mira hacia el costado.

- ¿Me estás vacilando?

Nada.

- Aitana... - advierto.

- Mira, estoy aquí para cumplir con mi madre, nada más. – habla y su mirada fría me deja helado.

- ¿Se puede saber por qué estás tan cabreada?

- Ay, pues, no lo sé, es un misterio – dice

La paciencia me está empezando a abandonar y el que se empieza a cabrear soy yo.

- ¿Cuál es tu plan? ¿No hablarme en ninguna sesión?

- Esta es mi última sesión contigo, Cepeda.

- ¿y eso?

- Le he pedido a mi madre otro psicólogo.

Debería aliviarme que ya no vaya a ser mi paciente. Pero, algo me dice que el cambio de psicólogo no es por la razón que nos preocupaba a ambos.

- ¿Te acuerdas que apenas ayer amaneciste en mi casa, verdad? – pregunto

Sus ojos se llenan de... rabia.

- ¿Tú me estás haciendo esa pregunta?

- Parece que no te acordaras o igual fue mi imaginación y nunca pasó.

Se levanta del sofá y comienza a dar vueltas por el consultorio como una loca.

Me levanto.

Veo como trata de calmarse pero no lo consigue.

- ¿Puedes parar? – pido pero antes de terminar la pregunta veo como me da la espalda, hace un puño con su mano mirando hacia la pared y lo lleva hacia atrás.

Entendiendo rápidamente lo que va a pasar, soy rápido y agarro su mano.

Se da la vuelta, su puño aún atrapado por mi mano.

- Suéltame.

- Cálmate y te suelto

Lucha por zafarse de mi agarre.

- No sé qué cojones te tiene tan alterada pero deja de ser una niñata.

Finalmente se suelta, ojos clavados en mí.

- ¿no sabes qué cojones me tiene tan alterada? – ríe – pues, te lo explico, Cepeda, he ido a tu casa ayer por la tarde y ¿qué me encuentro? A una tía, desnuda, recién salida de la puñetera ducha.

Y de repente, todo tiene sentido.

- Aitana, no es...

- Déjalo, es mi problema por haber sido tan estúpida.

- Es mi hermana.

Sus ojos pasan de rabia a confusión a culpa en cuestión de segundos.

Piezas RotasWhere stories live. Discover now