XIV. Acceso al trono.

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Me separé de golpe de Luka y lo miré con los ojos llenos de horror.

Esperaba que me exhortara por lo que acababa suceder entre nosotros y recordé, de nuevo, que Luka pasaba muchas noches junto a Victoria, haciendo más cosas que las de un simple beso. No entendía qué le había empujado a hacer eso.

No entendía qué me había sucedido.

-Yo no… Yo no quería… -intenté disculparme a toda prisa.

Luka hizo un amago de responderme, pero el inconfundible olor a madera quemada inundó todo el callejón y todos los hombres que me habían acompañado se reunieron en torno a mí, a la espera de órdenes.

Ninguno de ellos se sorprendió de ver a Luka allí.

Cuadré los hombros y respiré hondo, poniéndome la máscara de nuevo y relegando a un rincón lo que había sucedido entre Luka y yo unos segundos antes. Debía mantenerme entera, sin permitir que nadie pudiera sospechar que había pasado algo.

-Volvemos a la mansión –ordené y todo el mundo se puso en marcha.

Luka ocupó el asiento del conductor del vehículo en el que iba a ir y yo no puse objeción alguna; el vampiro había ordenado, además, que no viniera nadie más con nosotros, asegurándonos un poco de privacidad para poder hablar de nuestro beso.

Nos pusimos a la cabeza de la comitiva y ninguno de los dos dijo nada hasta que nos alejamos del bloque de apartamentos que había comenzado a arder, atrayendo la atención de todo el vecindario.

Observé en silencio las manos de Luka, que se aferraban al volante mientras su vista seguía clavada en la carretera, concentrado en conducir.

¿Habría empezado a pensar que había sido un error? Aún recordaba con una punzada de dolor la negativa que había recibido por parte del vampiro; Luka me había asegurado que no había nada y, prueba de ello, había sido la información que me había llegado sobre su extraña relación con Victoria. Me descolocaba profundamente el hecho de que me hubiera besado.

-Creo… eh… creo que te debo una disculpa –empezó Luka, sin mirarme siquiera-. Por lo sucedido en el callejón.

Mis hombros se hundieron ante el peso de sus palabras. Tal y como había sospechado desde un principio, Luka creía firmemente que había sido un error; entendía su postura, ahora que me había dejado bastante claro que su relación con Victoria debía ser mucho más profunda de lo que yo había creído en un principio.

Aun así, el beso para mí había significado algo. Había deseado que significara algo para él.

Esbocé una media sonrisa que, esperaba, fuera convincente.

-Yo también te debo una disculpa por mi falta de tacto –dije, desviando la mirada hacia la ventanilla-. No debería haberlo hecho, no sabiendo lo que hay entre tú y Victoria.

El ceño de Luka se frunció y me miró fijamente.

-¿Entre Victoria y yo? –repitió, estupefacto.

Le mantuve la mirada. ¿Acaso estaba fingiendo que no sabía de lo que estaba hablando para protegerla? ¿Mantendrían una relación a escondidas y mi comentario, desvelándole que yo estaba al tanto de ello, lo habría sorprendido?

Ladeé la cabeza.

-Sí.

-¿Qué crees que sucede entre ella y yo, Zsóka?

Me crucé de brazos.

-Es más que evidente, ¿no crees? –repliqué y soné un poco dolida-. Aunque entiendo que hayas escogido a Victoria; tiene mucha más experiencia y es mucho más madura. Es perfectamente entendible.

La señora de los vampiros.Where stories live. Discover now