XV. Amarga decepción.

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El vampiro no cuestionó en ningún momento mis órdenes y se apresuró a cumplir con su cometido. Yo, por mi parte, abandoné el salón y me dirigí de nuevo a mi dormitorio para quitarme toda aquella sangre y para sustituir mi traje por uno limpio y deshacerme del otro.

Regresé con calma de nuevo al salón donde había dejado a Luka deshaciéndose de todas las pruebas que pudieran inculparme tras la desaparición de Victoria; tenía que reconocer que había hecho un gran trabajo: la sangre había desaparecido y la habitación se mostraba impoluta, como si nada hubiera sucedido. Luka tenía la frente apoyada contra el cristal de la ventana y los hombros hundidos.

No me importó que pudiera estar sufriendo por la pérdida de la vampira: yo era su futura reina y me debía obediencia; sus sentimientos estaba relegados a un segundo plano. Su obediencia hacia mí no.

Si quería seguir vivo, tendría que seguir siéndome útil.

El hecho de que pareciera tan trastocado por la muerte de Victoria hizo que la sangre me hirviera como si fuera lava corriendo por mis venas. ¿Me reprocharía mi actuación? ¿La echaría de menos?

-Has hecho un buen trabajo –lo felicité y sus hombros de hundieron aún más.

Ladeó un poco la cabeza para contemplarme. Yo le dediqué una encantadora sonrisa que hizo que la mejilla donde André me había golpeado me doliera, pero no me importó en absoluto.

-No podía dejar que cualquiera descubriera… lo que has hecho –musitó y su tono era indignado.

Me senté sobre el sofá que antes había ocupado Victoria y estiré mis piernas.

-Creo que es momento para que deje claro un par de puntos –cogí aire y enarqué una ceja de manera burlona-. No fingiré que estoy apenada y arrepentida de lo que ha sucedido porque no es así; acepto lo que he hecho y, de volverse a repetir, lo volvería hacer una y mil veces.

»No puedo permitir que ninguna maldita puta pretenda robarme lo que es mío y, en el futuro, de mis hijos. Victoria era una amenaza y debía ser eliminada; además, de haber salido a la luz su embarazo, me habría traído demasiados problemas. Con André. Quiero tener controlado todo lo que sucede, incluido todos los movimientos que hace mi marido.

Luka giró su cuerpo hasta mirarme fijamente desde su posición.

-¿Estabas al tanto de la aventura de André y Victoria? –inquirió.

Fingí quitar el polvo inexistente en los bajos de mi vestido.

-Por supuesto que lo sabía –afirmé-. Puedo parecer una cría, pero no soy estúpida. Era más que evidente que André quería siempre tener cerca a Victoria y eso llamó mi atención.

El ceño de Luka se frunció.

-No voy a disculparme por lo que he hecho –reiteré-. No me arrepiento de ello. Lo que quiero que sepas es, que si vas a darme otro de tus discursos, puedes ir ahorrándotelo: te daré la oportunidad de que te vayas pero jamás deberás decir nada de lo que ha sucedido en esta habitación. De lo contrario… bueno, tendré que eliminarte también.

Los ojos de Luka se abrieron de golpe al comprobar que hablaba en serio.

Me encogí de hombros, fingiendo indiferencia.

-El mensaje está claro, Luka: si no me eres útil, no te necesito –le aclaré-. Y, si no te necesito, estás muerto.

Estaba yendo demasiado lejos con mi amenaza, pero tenía que empezar a imponerme si quería que me tomaran en cuenta. Que dejaran de verme como a una niña pequeña.

Quería que me respetaran y me temieran como lo habían hecho antes con mi padre.

Tenía que empezar a dejar atrás mi indefensión.

La señora de los vampiros.Where stories live. Discover now