XXIV. Jaque.

4.6K 409 38
                                    

Mi amenaza tuvo el efecto que buscaba: los dhampiros se miraron con nerviosismo, valorando si estaba hablando realmente en serio o no. Aguardé un par de segundos hasta volver a hablar, relamiéndome interiormente de aquella pequeña victoria; Vladimir se había retirado de la silla discretamente y estudiaba la situación con los ojos entrecerrados, valorando mi actuación.

Ahora que habíamos acordado una tregua, quizá eso pudiera relajar un poco la tensión que reinaba entre ambas razas; se me hacía muy extraño colaborar con dhampiros, criaturas que habían trabajado para eliminarnos, pero me recordé que todo aquello tenía un fin mucho mayor: descubrir quién era la Condesa y poder poner fin a esa guerra que tanto daño nos estaba causando. Era muy posible que los vampiros, cuando oyeran lo que había hecho, me retiraran el apoyo, muchos seguro intentarían conspirar contra mí, pero estaba contra la pared: si seguíamos con la guerra, no podríamos soportarlo y perderíamos; con esa decisión ganaba un poco de tiempo para poder, en caso de que todo fuera una trampa, conocer mejor a mis enemigos.

Ojalá tuviera la certeza de que todo saliera bien.

Ethan asintió con severidad, aceptando mis palabras.

-Tendremos que coordinarnos para poder atrapar a ese dhampiro del que os he hablado anteriormente –dijo entonces, cambiando de tema acertadamente-. Parece ser que, después de pasar por varias ciudades, la Condesa, creemos, y un número reducido de seguidores suyos, entre los que también se encuentran sus respectivos líderes, se han establecido aquí, en Londres.

Fruncí el ceño ante esa información. Había estado segura que la mujer no sería tan estúpida de arriesgarse de establecerse tan cerca de mí pero, al parecer, había decidido arriesgarse para poder mover los hilos en la sombra; por el momento le estaba funcionando, ya que había logrado acercarse a mí  y no habíamos descubierto aún su identidad. Sabía cómo moverse en la ciudad y, ahora que no tenía a André para conseguir información, no estaba segura de si seguiría recibiendo información de otras fuentes desconocidas para mí.

Apoyé la barbilla sobre mis manos y contemplé en silencio a Ethan, dándole vueltas a qué jugaba la Condesa. Pero el hecho de saber dónde se encontraba alguien que pudiera darnos un poco de luz en aquel intrínseco tema ocupó toda mi mente: por una vez quería adelantarme a aquella mujer. Quería devolverle el golpe.

-Podría mandar un reducido grupo de mis mejores hombres para brindaros apoyo mientras vosotros atrapáis a ese hombre –respondí, con mi mente trabajando a toda prisa-. Incluso yo…

-¡No! –me interrumpió una voz que reconocía demasiado bien.

Luka había abandonado su posición junto a la pared para acercarse hasta donde nos encontrábamos; Ethan y Vladimir, junto a los dhampiros que habían acompañado al prometido de Anya, lo miraron con sorpresa mientras que la dhampira me dirigió una mirada cargada de compasión. No habíamos hablado desde que había conocido su verdadera identidad, pero era increíble que hubiera podido adivinar ella solita que algo había sucedido entre nosotros. Algo que nos había logrado separar.

Ladeé la cabeza como un resorte, molesta por la osadía de Luka a interrumpirme, y lo fulminé con la mirada. No iba a permitir que echara a perder mi posición de poder solamente porque había dejado llevarse por su más que exaltado estado emocional; él debía respetarme y no lo estaba haciendo.

No con aquella interrupción.

-Lord Hodges –mi voz resonó como un látigo y el rostro de Luka perdió color-. No recuerdo haberle pedido opinión al respecto. Me gustaría que volviera a su posición y nos dejara continuar, de lo contrario me veré obligada a pedirle que se marche de aquí y me replantearé seriamente el mantenerlo al mando –las siguientes palabras que pronuncié volaron como cuchillos hacia el vampiro, que parpadeó con desconcierto y dolor:-. Recuerde cuál es su papel en todo esto y de quién depende.

La señora de los vampiros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora