XVI. Peligrosa atracción.

7K 451 53
                                    

Nos separamos y Luka me dio tiempo suficiente para que pudiera recomponerme. Los disparos de los dhampiros habían cesado y era momento de salir a buscar a Delphina y al otro vampiro que la había acompañado al separarnos; salimos del callejón y nos dirigimos a toda prisa hacia la zona que los policías habían habilitado para las personas que se habían visto atrapadas en aquel atentado que, por lo poco que pude escuchar, no parecían tener mucha idea de quién había podido ser y por qué motivo lo había perpetrado.

Luka, que iba en cabeza, atento a cualquier tipo de movimiento sospechoso, sacó su móvil del bolsillo y se lo llevó directamente a la oreja mientras yo me pegaba más a él, temerosa de lo que pudiera sucederme de bajar la guardia. Aún recordaba el rostro de aquel hombre que había recibido el disparo y el olor de su sangre cuando estaba cubriendo el suelo; seguía sin entender cómo era posible que hubieran dado conmigo entre tanta gente y cómo había sido posible que su disparo hubiera estado tan cerca de darme a mí, su verdadero objetivo.

Me obligué a centrarme en la conversación que estaba teniendo Luka, alejando aquella imagen tan desagradable de mi cabeza.

-Sí, ella está a salvo –asintió el vampiro y me miró brevemente, comprobando que estuviera bien-. Ahora mismo nos dirigimos para allá.

Se guardó de nuevo el móvil en su bolsillo y me cogió de la mano despreocupadamente, echando a andar hacia algún sitio que yo desconocía. Mientras Luka tiraba de mí, tratando de darle más brío a nuestra marcha, yo me dedicaba a observar disimuladamente a la gente con la que nos cruzábamos. ¿Sería alguno de ellos un dhampiro? O, por el contrario, ¿alguno de ellos sería familiar del hombre que acababa de morir por un disparo que no iba dirigido a él?

Apreté la bolsa que contenía mi vestido contra mi costado mientras intentaba seguir el frenético ritmo de Luka por alejarnos lo suficiente de aquella escena y volver a la mansión. Ahora comenzaba a entender por qué no se me había permitido salir, excepto en contadas ocasiones: los dhampiros estaban ávidos por ver correr mi sangre y no iban a parar hasta que lo consiguieran. Exponerme de aquella manera había sido un riesgo muy alto que André, seguramente, no estaría dispuesto a repetir.

Nuestra frenética carrera se vio interrumpida cuando nos topamos con un par de hombres vestidos de oscuro y que reconocí vagamente como parte del cuerpo de seguridad de André. Luka soltó mi mano de golpe, procurando que ninguno de aquellos vampiros lo viera, y se irguió, intentando adoptar una pose formal.

André apareció entonces, dirigiéndose directamente hacia donde me encontraba yo. Tragué saliva e intenté escudarme estúpidamente con la bolsa, pegándola aún más a mi pecho; mi marido me rodeó con ambos brazos y me abrazó con fuerza mientras yo me ponía rígida debido al repentino contacto.

-No sabes lo preocupado que estaba por ti –me dijo André, mirándome fijamente.

Mi garganta se había estrechado, impidiendo que entrara o saliera el aire. Su cercanía me ponía nerviosa y me recordaba todo el daño que me había causado, incluyendo el golpe que me había propinado.

Intenté separarme de él, pero sus brazos me aferraron con más fuerza, impidiendo que pudiera moverme.

-Yo… yo… estoy bien –logré articular con esfuerzo.

André me tomó de la mano y echamos a andar hacia un banco, donde una llorosa Delphina intentaba tranquilizarse mientras uno de los hombres de André, el que se había encargado de acompañarla cuando nos habíamos separado, hablaba en voz baja con otros vampiros, seguramente explicándoles lo sucedido.

La vampira alzó la mirada al escuchar que nos acercábamos y sus ojos se iluminaron cuando comprobó que estaba bien. Aquella muestra de preocupación real por parte de ella me conmovió profundamente.

La señora de los vampiros.Where stories live. Discover now