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*Este capítulo tiene lenguaje foerte, leer con precaución uwu*


LA SEGUNDA OPCIÓN


La biblioteca de LeGroix era una edificio antiguo con aspecto colonial. Parecía una especie de museo, lleno de esculturas, copias de obras de arte y libros que parecían reliquias. Al entrar se respiraba una mezcla de cera para lustrar el piso y libros viejos en los que te podías fundir durante horas. Para ingresar, se necesitaba entregar la tarjeta de estudiante como una forma de registrar tu estadía allí. Tras hacerlo, pasabas dos arcos de metal que detectaban cualquier objeto sospechoso.

Yo ingresé con el únicos problemas de que ya no sabía qué hacer. Librarme de una deuda por un beso sonaba tentador, pero saber que me lo había pedido para un absurdo juego me convertía en una especie de objeto a merced de Dhaxton y Seth. Y yo no estaba dispuesta a formar parte de ningún juego.

Busqué a Dhaxton por todos los estantes del edificio, hasta que en el segundo piso, alejado de las mesas de estudio y los computadores, lo encontré sentado en una solitaria butaca. La elegancia y rectitud de su postura no cambió al percatarse de mi presencia. Piernas y brazos cruzados, su cabello gris fundiéndose con el enorme cuadro de arte que colgaba en la pared, sus ojos oscuros, la expresión reflexiva y aquella distintiva cicatriz.

—Llegas tarde —acusó una vez me coloqué frente a él, a una distancia prudente. Sentí que formaba parte de un cuadro hecho en la inquisición; yo la subordinada y él, el rey incólume—. Aborrezco la impuntualidad.

Por una fracción de segundo, por mi cabeza se cruzó la idea de disculparme, mas fue la idea que perduró hasta su arranque.

—De camino aquí me encontré con Seth. Ha dicho que lo del beso es un juego para ir en contra de él.

Se acomodó en el asiento y desligó sus brazos y piernas para apoyar los codos en sus muslos. Aquel cambio de postura era su forma de mostrar interés en lo que acababa de decir o, tal vez, simplemente intimidarme.

—Y sí así fuera, ¿qué? —desafió— No quita el hecho de que me debes dinero y yo, como soy indulgente, te estoy dando una facilidad para pagarlo. No le des tantas vueltas a algo tan absurdo.

—No es absurdo si hacerlo significa ser parte de una miserable jugarreta —mascullé, con los puños bien apretados—. Soy una chica, soy humana, no soy un objeto puesto en sus caminos o un trofeo que pueden obtener para ahogarse con sus propios egos.

Una risilla melódica emergió de lo más profundo de su ser. Se puso de pie y avanzó hacia mí, solo para orbitar a mi alrededor con paso lento y desafiante. Tac, tac, tac, resonaban sus zapatos en el piso de madera, adueñándose de un enloquecedor compás.

—¿Realmente crees que tú serías el trofeo de alguien? —cuestionó con desdén—. Respuesta: no. Sin embargo, si para tener algo de autooestima necesitas sentirte como alguien por quien Seth y yo pelearíamos, adelante.

Me moví de mi sitio para enfrentarlo.

—¿Para qué ocultarlo? —pregunté esta vez yo. Dhaxton se detuvo quedando a una distancia prudente de mí—. Lo sé, es evidente, quieres usarme.

—No —zanjó con una voz autoritaria que hizo eco en la biblioteca, entonces se inclinó hacia mí y pronunció en voz baja—: Lo que yo quiero es tener algo contigo.

Miré sus labios, en como formaban palabras con elocuencia, con ritmo, con deseo. El momento exacto en el que mi sueño fantaseaba con su beso relampagueó con voz mis sentidos y terminé imitando el gesto involuntario de Dhaxton, ese que tendía a lamerse los labios tras echar un rápido vistazo a los míos.

LA OPCIÓN CORRECTA EAM#1 | A la ventaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora