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Felix miércoles de LOC :DD


EL AGUJERO


No recuerdo en qué momento de la noche me quedé dormida, lo único que tengo en la cabeza antes de perder la consciencia es que procuré no hacer ruido. Me había sentido tan bien, tan a gusto, que comenzaba a entender a qué se referían las chicas del internado con «explorar nuestros cuerpos». Experimentar lo prohibido comenzaba a engancharme, aunque, a la mañana siguiente, el cargo de conciencia me pegó como un baldazo en plena cara.

Desperté a las 9:48 de la mañana, atrasada para la academia. Di un salto fuera de la cama cuando vi la hora en mi celular. Por el susto apenas me había fijado que no estaba en mi habitación; el frío en mis pies me trajo de regreso a lo ocurrido el día anterior. El techo de mi habitación a punto de caer, el departamento, la charla con Dhaxton y lo otro.

«Lo otro», así le llamé.

Para ser sincera, me daba demasiada vergüenza admitir lo había hecho con un par de palabras con doble interpretación. No sé qué pasaba por mi cabeza, sentía como si alguien se hubiese apoderado de mi cuerpo y dejase de lado las creencias que, hasta unas semanas antes, pensaba que seguía al pie de la letra.

Era increíble lo débil que fui, bastó con poner enfrente una incitación deliberada para que cediera y me rompiera. Mis convicciones firmes se habían vuelto endebles, un completo chiste. Me sentí decepcionada conmigo, con lo que profesaba. Sentía que cada vez me alejaba más de la chica que decidió tomar los votos, confesarse y prometió guardar su castidad.

Pensé que, tal vez, quedarme dormida había sido un castigo, por eso lo asumí con amargura.

Me vestí con lo primero que encontré y abrí la puerta de la habitación asomando la cabeza. Mi campo visual se tiñó del peculiar gris del departamento con la luz natural y depresiva del expresión entrando por las enormes ventanas. Todavía llovía, las gotas se deslizaban lento por el cristal.

Recorrí desde la puerta el espacio en busca de Dhaxton sin dar con su presencia en ningún sitio, lo que me dejó aliviada un momento. No deseaba enfrentar al motivo de mi vulgaridad nocturna. Sin embargo, apartando el hecho de que era probable que su presencia me resultara un constante recordatorio de lo que para ese entonces pensaba que era un error, no tenerlo como guía me dejó perdida, con la pregunta «¿y ahora qué?» en repetición.

Por suerte, acomodarme a las necesidades del momento fue más fácil y, pese a estar casi media hora esperando que pasara un auto que me llevara a la academia —la lluvia no me lo puso fácil—, conseguí llegar a la última clase antes del bloque del almuerzo.

—No pasó nada interesante... —comentó Grey a la hora del almuerzo. Nos habíamos reunido ella, Sol y yo en la mesa de siempre, a una distancia prudente desde donde se encontraba la mesa de Dhaxton y Seth. Cuando los ojos de Grey se desviaron de nuestra mesa a la de ellos y sus labios dibujaron una sonrisa curva, supe que agregaría algo sobre ellos—: Ah, sí, y que finalmente se hizo justicia y a Seth lo suspendieron.

—Eso ya lo sabía... Y me refiero a que si hubo algo importante en clases que deba tener en cuenta para las próximas.

—Pasaron Arte y Cultura sobre las influencias del Dadaísmo y algo de teoría del color en Pintura. El profesor también comentó algo sobre el concurso Le Jardin.

El concurso Le Jardin hacía a nivel nacional cada año e iba dirigido a jóvenes mayores de edad con aspiraciones artísticas. La temática cambiaba dependiendo de su fecha de término y el ganador conseguía hacerse espacio en las paredes de una famosa galería de arte en Nueva York, sitio donde asistían diversos inversionistas. En resumen: una buena oportunidad para entrar en el ojo público como artistas. Yo desde que supe de su existencia había deseado participar, pero nunca me atreví.

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