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Capítulo dedicado a JavieraCPD por entender a Drey mejor que nadie <3



SU DESPEDIDA


Sentada en la oficina de Administración de la academia a la espera de la mujer que me traería una hoja con las reglas sobre comunidad, me sentía más solitaria que nunca. La habitación era un enredo de carpetas con documentos, informes sobre estudiantes, archivos mal colocados en unas cajas enormes y un escritorio en el que apenas cabía un tazón de té. El terror de cualquier fanático del orden, sin dudas. Aunque a mí también me producía cierta ansiedad. Mi cuarto solía ser un espacio que navegaba entre una marea de ropa tiradas por todos sitios y mis dibujos organizados a la perfección; ahí se notaba cuál era mi más apreciado tesoro.

Me pregunté si ocurriría lo mismo ahora que tendría que compartir habitación con alguien más.

A mi compañera de cuarto del internado no le molestaba, solo me reprendía cuando manchaba algo, como las sábanas o la moqueta, pero porque la monja supervisora era una estricta. La academia tenía que ser diferente, había más libertad y, a juzgar por la pijamada en el cuarto de Vivian, muchos no respetaban las reglas.

—Aquí tienes el reglamento y esta será tu llave. —La mujer de la administración esperó a que recibiera ambas cosas para continuar—. No vayas a perder la llave por ningún motivo, ¿está bien?

—¿Alguien más la tiene?

—Tu compañera de cuarto.

Eso era obvio, esperaba que me dijera algo más, como... no sé, el conserje. Ya tenía demasiadas preocupaciones con perder cierto objeto redondo y brillante que decoraba mi dedo como para preocuparme por una llave.

Bajé la cabeza y le eché un vistazo rápido a las reglas. Fue fácil dar con la regla que prohibía beber alcohol y fumar en la habitación.

—Lee bien las reglas —advirtió—. Cualquier falta puede llegar a la expulsión.

—¿Cuál es la regla más inquebrantable de aquí?

El rastro de burla en mi pregunta le hizo formar una expresión seria, lo que me hizo reír para mis adentros. Yo no pensaba ni tenía el aspecto para romper una de esas reglas.

—Todas —respondió con firmeza—. En especial esta.

Con su dedo señaló uno el quinto artículo de toda la lista, resaltado con «negrita» y unas alarmantes mayúsculas. «Se prohíbe el ingreso de personas ajenas a la institución, sea hombre, mujer o no binario, a las habitaciones de los estudiantes», decía.

Mi visión caótica que significaba la situación era como estar dentro de El entierro de George Grosz.

Si Vivian y sus amigas había roto las reglas del alcohol, seguro muchos habían roto esa. Salí de la oficina con el anhelo de que, si llegaba a debía dormir en la misma habitación que alguien, no fuese tan irresponsable como ella.

Sol se levantó del asiento donde me esperaba y mostró un interés genuino.

—¿Qué tal te fue? —dijo al instante en que me vio.

—Bien. Puedo empezar a mudarme ya. —Le enseñé las hojas con el reglamento—. Además me dieron esto.

—El reglamento. Apuesto a que te lo leerás de principio a fin —se burló mientras caminábamos hacia la salida—. ¿Estás segura de esto? —Me agarró del brazo y me acercó peligrosamente a ella— Vivian y Katie dicen que muchas cosas pasan ahí. Que siempre hay peleas por los baños.

LA OPCIÓN CORRECTA EAM#1 | A la ventaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora