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Holi :D Les vengo a pedir un favorsh. En vista de las notis de la historia no están llegando a todos (llevo dos semanas en que ni yo ni mi friend las recibe), les quería pedir que compartieran, así nadie se pierde de nada.



TRATADOS CON EL ENEMIGO - PARTE 2


Mi primera noche sola, sabiendo que mamá estaba a kilómetros de casa, fue más intranquila de lo que esperado. Afrontar la soledad en un barrio que limitaba con lo peligroso era un reto que me mantuvo en vela toda la noche. Ante cualquier ruido me tensaba al punto que una ráfaga fría recorría mi espalda. Necesité aferrarme a varios pasajes bíblicos para reconfortar el temor persistente en mi pecho.

El clima no ayudó mucho. El cielo condensado de nubes grises presagiaban fuertes lluvias, lo que me hizo temer por mamá y su vuelo. No por nada la lluvia ya causaba estragos en otras regiones.

Al día siguiente, el clima empeoró, por lo que tuve que usar uno de los buses de la academia para llegar pronto a la primera clase. El camino transcurrió tranquilo, pude pasar el rato dibujando. Llegar a la academia fue un desastre.

Mi libreta de dibujos era enorme, casi del tamaño de mi torso, lo que hacía difícil manipularla en espacios estrechos. Para dibujar entre los asientos del bus fue fácil, su largo me permitió ponerla en diagonal como en una mesa de dibujo; lo complicado fue cerrarla y ordenar mis cosas. Me levanté del asiento de las últimas, con el impaciente conductor apurándome. Bajo la presión de que lo retrasaría, mis movimientos un chiste. Apenas coloqué un pie en tierra resbalé y algunos de mis hojas sueltas cayeron al suelo. Nerviosa los recogí deprisa y caminé hacia la entrada de la academia con mi libreta bajo el brazo mientras revisaba mis dibujos. La falta de interés por mi entornó llevó a que chocara con la espalda de uno de los atletas de la academia, a quien pude reconocer de algunos afiches colgados en los murales del pasillo; el chico en cuestión poseía el porte de una muralla, perfecto para el deporte que lo hizo famoso: el rugby.

—¡Maldita sea! —rugió, volviéndose hacia mí. Vi que cargaba una bebida isotónica, y parte de ella se había derramado sobre su ropa—. Fíjate por dónde caminas.

—Lo lamento, fue casualidad.

—¿Casualidad? ¡Me has mojado toda la jodida ropa!

—No era mi intención.

—Si derramo bebida sobre tus putos dibujos será con toda mi intención, me has manchado toda la playera, zorra.

No exageraba, aunque eso no era justificativo para la amenaza.

Inspiré hondo y exhalé con rapidez. Me estaba molestando, ¿es que tendría que soportar todos los días lo mismo? Desde que había llegado a la academia tuve que soportar el acoso, las burlas, y me estaba hartando. Estaba cansada de ser la estúpida pasiva a la que todos tenían como saco de boxeo y querían pasar a llevar. No porque mi aspecto era tranquilo y mis creencias se apegaban al perdón, debía pasar de largo el mal rato que me hacían pasar.

—¿De verdad estás llorando por una manchita? —Una risotada socarrona nació desde mi interior más ácido—. Estás bastante grandecito para saber que la ropa se lava.

Sus ojos se inyectaron en sangre, su semblante proyectaba una furia iracunda. Agarró la botella con fuerza, al punto de que sus dedos se tornaron rosas y blancos. Vi su brazo hacer un movimiento, agitaría la botella para manchar mis dibujos. Lo detuve con un gesto rápido, desparramando más bebida sobre él. Algunos estudiantes que pasaban se rieron por su fallido intento, lo que enfureció todavía más.

LA OPCIÓN CORRECTA EAM#1 | A la ventaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora